2015, año decisivo para los activistas del Foro Social Mundial

2015, año decisivo para los activistas del Foro Social Mundial
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La edición 2015 del Foro Social Mundial (FSM) se clausuró este sábado en Túnez con una marcha de solidaridad con Palestina por las calles de la capital tunecina, anfitriona por segunda vez de esta gran celebración anual del altermundialismo.

Durante cuatro días, más de 1000 talleres, conferencias y mesas redondas reunieron a miembros del asociacionismo y ONG, sindicalistas, investigadores y activistas procedentes de más de 120 países, en el campus de la Universidad El Manar, decorado para la ocasión con numerosos pósteres y dibujos pidiendo, entre otras cosas, más justicia fiscal, un medio ambiente saludable, una sanidad gratuita para todos, nuevas formas de consumo o incluso una revolución de los pueblos.

En particular, el Foro ha permitido a ciertas organizaciones afinar sus argumentos al tiempo que se van perfilando dos eventos internacionales importantes previstos para este año: la 21ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 21); que tendrá lugar a finales de 2015, y la Cumbre Especial de la ONU sobre Desarrollo Sostenible, donde se concretará una nueva agenda para el desarrollo después de 2015, momento en el que dejarán de tener efecto los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM).

Según Barbara Adams, asesora en el Global Policy Forum (GPF): “Los ODM han constituido por lo general una decepción considerable y no se han cumplido. Pero han sido una fuerza de movilización para muchas organizaciones. Lo que resulta preocupante también es la manera en que se elaboraron – a puerta cerrada, sin mucha participación.”

“Actualmente se está observando una reacción frente a todo esto, y muchas personas son conscientes de los nuevos objetivos planteados y están decididas a involucrarse en el proceso.”

Adams sostiene que la toma de conciencia en lo que respecta al cambio climático y a las crecientes desigualdades en el mundo durante estos últimos 15 años ha reforzado el debate en el seno de las organizaciones de la sociedad civil, subrayando la necesidad urgente de paliar las consecuencias directas de todos estos fenómenos para el conjunto de la humanidad.

Como prueba de ello, un comunicado publicado la víspera de la inauguración del Foro por los directores de cinco ONG de mucho peso, como Greenpeace, Oxfam y ActionAid, situaba la desigualdad (el poder del 1 %), el medio ambiente y el cambio climático, así como los derechos de las mujeres, en el eje de las luchas a emprender.

En su declaración final, la Asamblea de los Movimientos Sociales retoma las bases sobre las cuales se ha construido el Foro desde su creación en 2001 en Porto Alegre, Brasil, menos de dos años después de que la “batalla de Seattle” hiciera que la OMC y su promoción del libre comercio se convirtieran en un foco de atención.

Así pues, la declaración acusa en primer lugar a “las transnacionales y el sistema financiero (FMI (Fondo Monetario Internacional), BM (Banco Mundial) y OMC (Organización Mundial del Comercio)), principales agentes del sistema capitalista, que privatizan la vida, los servicios públicos y los bienes comunes como el agua, el aire, la tierra, las semillas, los recursos minerales, que promueven las guerras, vulneran los derechos humanos y roban los recursos”.

Es un texto acorde con la Carta de Principios elaborada por los pioneros del FSM y reagrupados bajo el lema “otro mundo es posible”, cuando afirmaban que el combate debía focalizarse en los agentes comerciales internacionales. El Foro quería encarnar la respuesta de la sociedad civil al Foro Económico Mundial de Davos, y ambos eventos tuvieron lugar simultáneamente, algo que no ha vuelto a suceder.

Quince años después, este análisis de los errores estructurales del sistema económico sigue siendo pertinente para numerosos activistas, pero a raíz de la urgencia de los desafíos, una activista francesa declara: “Mientras no tengamos más sistema que el capitalismo, hay que establecer unas normas que limiten los destrozos”.

Un sindicalista belga aprueba y defiende el establecimiento de alianzas entre diversas organizaciones, declarándose “persuadido de que el mundo sindical no va a ser el que consiga cambiar el sistema, puesto que estamos en el sistema a partir del momento en que nos sentamos a la mesa con gobiernos y empleadores”.

“Se podría pensar en el desarrollo de un servicio público para la protección medioambiental”, afirma Nathalie Guay, responsable adjunta de relaciones internacionales en la Confédération des syndicats nationaux (CSN) de Québec.

Considera que la creación de un equilibrio de fuerzas que resulte favorable a la sociedad civil frente a los Gobiernos y al sector privado debe incorporar el reto que representa el cambio climático.

“Según diversas investigaciones realizadas por el movimiento ambiental y sindical, si nos centráramos en la producción de energías renovables y abandonáramos los combustibles fósiles, se podrían crear muchos más puestos de trabajo que si continuamos con el esquema actual”.

 

Los jóvenes tunecinos en el núcleo del FSM

A pesar de una afluencia menos densa de lo previsto – las últimas estimaciones de los organizadores sitúan las cifras entre 40.000 y 50.000 participantes, frente a los 60.000 que se esperaban en un primer momento –, Alaa Talbi, uno de los coordinadores del Foro 2015, hace un balance “positivo”.

“Aunque haya habido problemas y deficiencias, la edición ha sido un éxito”, afirma haciendo referencia a una organización en ocasiones caótica, pero también a varios incidentes que han salpicado al FSM: centenares de jóvenes voluntarios que en repetidas ocasiones manifestaron públicamente su descontento con las condiciones de alojamiento y la retribución de sus gastos; varias pancartas reclamando la destrucción de Israel; así como agresiones físicas contra varios participantes en un debate sobre el Sahara Occidental por parte de un grupo de manifestantes que aseguraban pertenecer a la sociedad civil argelina.

Pero para Talbi, esta edición 2015 ha tenido sin embargo el mérito de demostrar la resiliencia de la sociedad tunecina y de sus jóvenes, presente en masa durante el Foro, en un país herido por un ataque terrorista al museo del Bardo menos de una semana antes del comienzo de las actividades.

Se trata de un acto que ha tenido como consecuencia que se impusiera la cuestión del terrorismo y del fundamentalismo religioso en el menú de los debates durante el FSM. Los organizadores tienen además la intención de publicar en breve un “Pacto de Bardo” contra el terrorismo “y en apoyo a los pueblos oprimidos”.

Celebran también la pronta creación de una “universidad ciudadana africana”, para establecer alianzas entre el mundo académico y la sociedad civil en el continente, así como un “observatorio magrebí de las migraciones”.

Según Asma, una joven estudiante tunecina de 24 años, “la celebración de un foro en nuestro país es siempre una idea interesante que abre puertas al debate y al intercambio de ideas”.

Al igual que numerosos jóvenes de su generación que han vivido o participado en la revolución tunecina de 2011, el empleo sigue siendo una de las mayores preocupaciones. Su amigo Mohamed, de 25 años, piensa que la Primavera Árabe ha “repercutido negativamente” en la economía debido a la inestabilidad política que ha vivido el país tras la salida del ex presidente Ben Ali.

“Pero independientemente del estado en que se encuentra nuestro país hoy en día”, concluye Asma, “nosotros jamás vamos a arrepentirnos de que haya tenido lugar esta revolución. Jamás”.

 

Este artículo ha sido traducido del francés.