¿Adaptará Italia sus leyes sobre ciudadanía al siglo XXI?

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Fred Kuwornu, director italo-ghanés, lleva años esperando este momento. En 2011 filmó un documental titulado 18 IUS SOLI. El documental, proyectado en festivales de cine de todo el mundo, el de Venecia entre ellos, pedía que las personas nacidas en Italia de padres extranjeros pudieran solicitar la ciudadanía italiana.

Ahora, la cuestión ha trascendido las salas de cine y el Senado italiano debate la posibilidad.

Esto es, si la política y la crisis de migrantes no lo obstaculizan.

“La cuestión es muy compleja. Creo que hoy en día no es posible ser solamente ciudadano del país del que proceden tus padres o en el que naciste”, dice Kuwornu a Equal Times.

Actualmente, la ciudadanía italiana se basa principalmente en el principio de ius sanguinis, que se basa en tener antepasados italianos.

Según la legislación actual, nº91 de 1992, las personas nacidas en Italia de padres extranjeros deben solicitar la nacionalidad italiana entre su 18º y 19º cumpleaños. Solamente pueden solicitarla si han vivido en Italia sin interrupción durante toda su vida.
Incluso en un país famoso por sus largos procesos burocráticos, el proceso es particularmente largo y complicado.

La nueva ley “mitigada” basaría la ciudadanía en el principio de ius soli (o el derecho a la ciudadanía basado en el lugar de nacimiento) o en la participación cultural o ius culturae (al menos cinco años de educación en Italia después de cumplir 12 años).

Según el principio de ius soli, los hijos de ciudadanos de fuera de la UE (uno de los cuales debe tener un permiso de residencia) que hayan nacido en Italia tendrán derecho a la nacionalidad italiana.

Un informe publicado por el Ministerio de Educación Pública en noviembre de 2015 reveló que hay más de 805.000 personas jóvenes en edad escolar nacidas en Italia de padres extranjeros, aunque no está claro si todos estos estudiantes podrían optar a la ciudadanía según las nuevas normas.

Según las nuevas normas, también los 127.000 niños de padres extranjeros nacidos en territorio italiano que cumplan los nuevos requisitos para la ciudadanía podrían solicitar la nacionalidad pero solo si tendrán 20 años o más en el momento en el que se apruebe la ley; después, el Ministerio del Interior de Italia tendrá un plazo de seis meses para autorizar estas solicitudes.

“El ius soli mitigado parece ser el mejor compromiso. Sin embargo, espero que la ley se apruebe rápidamente”, dice Kuwornu, cuyo documental promovía el cambio legislativo a través de proyecciones, debates e iniciativas culturales.

Sin embargo, todavía puede pasar tiempo antes de su promulgación. La Cámara de Diputados la aprobó el 13 de octubre de 2015 con 310 votos a favor, 66 en contra y 83 abstenciones pero todavía está pendiente de voto en el Senado, donde los responsables legislativos tuvieron una audiencia al respecto el 30 de marzo de 2016.

 
Sentimientos en contra de la inmigración

Las elecciones –para alcalde de Roma el 5 de mayo y otras elecciones administrativas– complican el proceso entre un cierto grado de hostilidad hacia la nueva ley.

Con el trasfondo de la crisis de migrantes, los políticos populistas de toda Europa han ayudado a instigar un sentimiento contra los inmigrantes. En Italia, la Lega Nord (Liga del Norte) ha reunido a miles de manifestantes en sus concentraciones contra la inmigración.

Los que apoyan la ley temen que el no aprobar la ley de ius soli conlleve años adicionales de ciudadanía de segunda clase para muchos jóvenes inmigrantes de segunda generación en el país.

La nueva ley también ha sido criticada por grupos a favor de los inmigrantes que la ven menos incluyente comparada con la campaña ambiciosa de 2011 L’Italia sono Anch’io (Italia, también soy yo), apoyada por muchas asociaciones italianas.

“Considero inaceptable que para solicitar la nacionalidad uno de los padres deba residir legalmente y sin interrupciones en Italia durante cinco años”, dice a Equal Times Martino Pillitteri, antiguo redactor jefe de Yalla Italia, una plataforma de blogs de italianos de segunda generación.

“En un mundo globalizado en el que trasladarse por trabajo ya no es la excepción, sino la regla, un obstáculo de este tipo podría excluir a candidatos que de otro modo merecen la nacionalidad”, dice.

Pillitteri teme que la ley se diluya todavía más, ya que parece que los políticos postergan su aprobación.

“Si se introducen cambios, la ley volverá al Parlamento para someterla a votación de nuevo y después volverá al Senado. El paso de una cámara a otra podría durar años”, dice.

“Creo que (el Partido Democrático del Primer Ministro Matteo Renzi) espera el momento con menos riesgos”.

Sin embargo, asociaciones como la Rete G2 (Red de segunda generación), que encabezaron la campaña L’Italia sono Anch’io y han apoyado durante años la introducción del principio de ius soli en la legislación italiana, tienen esperanzas.

“Todavía queda por hacer por los hijos de padres extranjeros que no han nacido en Italia pero que llegaron al país durante su infancia”, dice Ian Ssali, representante legal de Rete G2, a Equal Times.

“Estamos contentos de que 10 años después del nacimiento de Rete G2’S, por fin veamos más cerca la posibilidad de un país más justo”.

 

Este artículo ha sido traducido del inglés.