Ali Zeddini: “Estamos en un periodo de restricción de las libertades”

Ali Zeddini: “Estamos en un periodo de restricción de las libertades”

Ali Zeddini, durante su participación en la Semana Internacional de la Sociedad Civil 2016, organizada por CIVICUS en Bogotá.

(Equal Times/Marta Checa)
Entrevistas

Ali Zeddini, vicepresidente de la Liga Tunecina de Derechos Humanos, organización integrante del Cuarteto para el Diálogo Nacional de Túnez, Nobel de la Paz 2015, confía en la sociedad civil como “pieza clave de toda democracia moderna (cuando se mantiene alejada de la instrumentalización política), como consciencia del pueblo y como controladora de los procesos de cambio”.

En una entrevista ofrecida a Equal Times, Zeddini se une a la lista de críticos a la gestión de la crisis de refugiados de la UE. También alerta de las derivas autoritarias del presidente turco Recep Tayyip Erdogan, o de la catástrofe que supondría una nueva intervención internacional en Libia, y aprovecha para transmitir la fragilidad del proceso de transición de su país. Un proceso que se enfrenta a retos tan vastos como el desempleo, el terrorismo o la inestabilidad de Libia.

 
Túnez, uno de los países en vivir en su suelo una de las primaveras árabes de 2011, es el único país árabe en continuar con su proceso de transición. Según usted, ¿en qué punto del proceso nos encontramos?

Nosotros hemos dado un gran paso, la transición política. Hemos tenido elecciones y ahora contamos con instituciones durables como el Parlamento, la presidencia de la República e instancias constitucionales. No obstante, el gran problema en Túnez hoy en día es el socioeconómico. También el terrorismo.

La gente salió a la calle con eslóganes reclamando derechos económicos y sociales, no sólo derechos políticos. No hay que perder de vista que, con una población de 11 millones de habitantes, tenemos 800.000 jóvenes en paro, de los cuales 300.000 son diplomados de nivel superior. En total, el paro supera el 15%, y en algunas regiones esta cifra es aún más alta (concretamente en el interior del país, donde nació la revolución).

Es decir, sin una lucha contra la exclusión, contra la marginalidad, y sin programas concretos para el desarrollo de las regiones del interior de Túnez, todo está en la cuerda floja.

 
Comentaba usted como problema adicional de Túnez, además de la cuestión socioeconómica, la del terrorismo. Túnez es el primer país del mundo, según diversos estudios, en exportar milicianos para la yihad, concretamente hacia Siria e Irak. ¿Cuál es su análisis al respecto?

Después de la revolución ocurrieron varias cosas que es importante que se mencionen. De entrada, los salafistas (religiosos que estaban en las prisiones) fueron puestos en libertad.

Todavía más importante es la llegada hacia Túnez de combatientes (no sólo tunecinos) que estaban en Afganistán y en los Balcanes, aprovechándose de la debilidad del Estado resultante tras la huida de Ben Alí.

También tenemos el regreso de los islamistas, en principio “moderados”, animados especialmente por Estados Unidos.

Esta ala supuestamente “moderada” de islamistas, que accedió al poder tras las primeras elecciones, dejó vía libre al ala extremista. Y es precisamente esta ala extremista la que ha animado a los jóvenes a ir a Siria, a la yihad. No olvidemos además que ha habido una gran influencia financiera procedente de los países del Golfo, en principio para combatir el régimen sirio.

 
¿Y cómo están abordando el problema, especialmente en el sur del país o en zonas fronterizas?

Los extremistas están por todos lados en Túnez, si bien en ciertas regiones, como Sidi Bouzid y otras, hay muchos líderes.

Pero efectivamente la cuestión del terrorismo es objeto de debates en Túnez: entre la sociedad civil, el gobierno y diferentes actores.

Lo que nos gustaría es tener un plan multidimensional para luchar contra el terrorismo, comenzando con la lucha contra la exclusión, la integración y el desarrollo de las regiones más desfavorecidas, la reforma de la enseñanza, el desarrollo de la cultura y las artes, sin olvidar el aspecto de la seguridad. Pero que ésta sea sólo una de las dimensiones (no la única o principal). Y que todo esto se traslade a los medios de comunicación y que todo se enmarque en el respeto absoluto y estricto de los derechos humanos.

Tendremos que tener en cuenta dos categorías: una, la de aquellos que tienen las manos manchadas de sangre, que están en prisión en Siria. El gobierno quiere que sean extraditados a Túnez para responder ante la justicia tunecina.

Y dos, los otros, sin duda un problema muy difícil. Éstos son, en principio, menos peligrosos y recuperables. Es necesario tenerlos registrados, pero, primero, hay que tratar de reintegrarlos.

Sin olvidarnos de las células durmientes (sin control y receptoras de financiación durante el gobierno islamista moderado), un tema también muy peligroso.

 
En el capítulo de refugiados, Túnez recibió en 2011 alrededor de millón de refugiados libios (tras la intervención de una coalición internacional que derrocó a Gadafi). ¿Cuál es su posición si una nueva intervención militarvolviera a llevar refugiados del país vecino a su suelo?

Le corrijo, recibimos 2 millones.
Pero lo primero: hay una posición tunecina, que engloba tanto al Estado como al pueblo y sociedad civil, y que es contraria a la intervención militar en Libia. Nada de injerencia militar. Respeto por la soberanía de los pueblos, es una cuestión de principios.

Además del tema de refugiados, que trataré a continuación, también nos enfrentamos al problema de las armas. En Libia hay una cantidad inestimable de armas, además de una complicidad absoluta entre los terroristas y contrabandistas para pasar armas de contrabando y esconderlas en Túnez. En una situación de guerra pensamos que este movimiento de armas va a aumentar, incluso con la fosa que hemos construido de 120 km en el desierto del Sáhara, entre Túnez y Libia.

Para que se haga cargo de la situación tan delicada en la que nos encontramos: hace unos meses el EI trató de hacerse con la ciudad de Ben Gardane (limítrofe con Libia), para establecer un califato. El fracaso fue absoluto, gracias a la actuación de las fuerzas del orden, los militares y de la población.

Volviendo a su pregunta. Túnez es un país de 11 millones de habitantes. En 2011 recibimos en nuestro suelo a más de 2 millones de libios, de los cuales 1 millón se ha quedado de forma prácticamente permanente hasta ahora, como refugiados, y no hemos dicho nada. Hemos compartido con ellos nuestro pan y la leche de nuestros hijos, sin recibir la ayuda de ninguna parte, ni de Naciones Unidas, ni de Europa u otro. Y esto ha ocurrido de la forma más natural, sin hacer un drama internacional ni un buzz mediático. Mientras que en Europa, un continente que ha conocido la guerra mundial; Europa, que también tiene una parte de responsabilidad (concretamente Francia), han tratado el problema de los sirios y de los refugiados de una manera verdaderamente vergonzosa.

 
La posibilidad de una llegada al poder de partidos de extrema derecha en Europa, ¿ve que podría empeorar aún más la situación de los refugiados?

Podría ser peor, a tenor de lo que está pasando ahora. Por este motivo habría que promover una solución negociada y de paz duradera en Siria, para que la gente vuelva a su país o no salga de él.

Pero esto no es fácil, porque el problema sirio no es un problema únicamente interior. Poco después de comenzar (la guerra) se ha convertido en un terreno de confrontación entre fuerzas regionales y potencias internacionales, de experimentación de armas, etc.

 
¿Cuál es la valoración que hace de las políticas de Erdogan, concretamente en lo tocante a derechos humanos y libertad de expresión en Turquía?

La situación en Turquía y lo que está haciendo Erdogán es peligroso. Y lo más lamentable, para todo el mundo, es que ha sido elegido democráticamente.
Está tratando de instrumentalizar el problema de los kurdos para asfixiar las libertades, los avances, y especialmente los avances modernistas del estado laico turco.
A los refugiados sirios les está utilizando para negociar con los europeos, para avanzar ciertos puntos políticos.

 
En relación con el tema del terrorismo y las legislaciones nacionales para enfrentarse a esta problemática, ¿cómo ve el futuro inmediato para los derechos de reunión, manifestación, etc., en todo el mundo?

Estamos en un periodo de restricción de las libertades. Sólo hay que ver Francia, un país heredero de la Revolución Francesa, un país de principios, de libertades absolutas, que ha intentado utilizar los cálculos de la extrema derecha.

Recuerde que François Hollande inició un proceso para retirar la nacionalidad y restringir las libertades (tras los atentados de París). Finalmente, si no es por la sociedad civil, o por una ministra como Christiane Taubira, habría dado luz verde a iniciativas que son más de la extrema derecha.

Y aquí hago un inciso. Sobre la cuestión de los dobles estándares: hablamos de terrorismo y cerramos los ojos al terrorismo de Estado que ejerce Israel sobre los palestinos, y sobre los crímenes de guerra de Benjamin Netanyahu, que es la extrema derecha israelí, y de su ejército.

 
¿Cómo ve el papel de la sociedad civil (tema central de la conferencia de CIVICUS en la que ha participado) en todos los temas que hemos tratado?

La sociedad civil es la consciencia del pueblo, es la garante de los valores y de los principios. Una sociedad civil independiente, autónoma, alejada de la instrumentalización política, depositaria de sus valores y principios, esta sociedad civil, me llena de esperanza para el futuro.

 
Por último, ¿considera el modelo de Túnez exportable a otros países de la región?

No. Siempre podemos inspirarnos de las experiencias de otros, pero no exportarlas, porque cada país tiene sus realidades y especificidades. Es necesario ser creativo, no tener tabús, tener el espíritu libre, y, sobre todo, creer, creer y creer en el diálogo. Con el diálogo se superan las crisis, se pueden hacer concesiones en las dos direcciones, si no, lo que tenemos es un diálogo de sordos.

 
Nota:

Esta entrevista ha sido posible gracias a CIVICUS, organizadora de la Semana Internacional de la Sociedad Civil 2016. Este congreso, con el lema “Ciudadanía activa, acciones responsables”, tuvo lugar en Bogotá (Colombia) a finales de abril. Durante el mismo se ofrecieron más de 30 eventos (centrados en la paz, inclusión, entorno habilitante y participación), a cargo de organizaciones líderes de la sociedad civil.