Argentina, con su “cultura machista”, suspende en la protección de mujeres y niñas

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En 2015, 235 mujeres fueron asesinadas en Argentina sólo por ser mujeres.

Aunque desde 2009 existe una ley en el país suramericano para luchar contra los feminicidios, la respuesta del Estado sigue siendo insuficiente, como han comprobado la relatora de Naciones Unidas Dubravka Šimonović en la reciente evaluación ante el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW, según sus siglas en inglés) –de NNUU–, y la organización de derechos humanos Amnistía Internacional (AI).

Hace poco más de un mes, un 19 de octubre que pasará a la historia, miles de mujeres desafiaron la lluvia en Buenos Aires para salir a la calle a gritar “Ni Una Menos, Vivas Nos Queremos”.

Marchas bajo la misma consigna se replicaron en todo el país y en ciudades de todo el mundo en respuesta al brutal feminicidio de la adolescente Lucía Pérez, y en repudio de la violencia machista que, en 2015, mató sólo en Argentina a 235 mujeres, y este año, hasta mediados de octubre, ya ha acabado con 226 mujeres y niñas, según la organización Mumalá.

El sentimiento de repulsa, la identificación de un tipo de violencia que ya no puede seguir siendo silenciado, acompaña a Argentina desde que, el 3 de junio de 2015, se lanzara el grito de “Ni Una Menos”, una exitosa campaña mediática que puso el dedo en la llaga.

Las mujeres latinoamericanas parecen decididas a “correr la línea de lo soportable”, resume la feminista mexicana Raquel Gutiérrez. Se refiere, explica la académica y activista Verónica Gago, a “lograr un cambio en el umbral de la exigencia: lo que podemos decir, tolerar, soportar. Permanecen clichés, pero hay un cambio en la percepción cotidiana”. Los asesinatos machistas, comenta, ya no pueden ser referenciados como “crímenes pasionales”.

A mediados del presente mes de noviembre, las instituciones argentinas tuvieron que rendir cuentas a la relatora especial de la ONU sobre violencia contra las mujeres, la croata Dubravka Šimonović. Esta experta de Naciones Unidas visitó Buenos Aires, Corrientes y Tucumán, se reunió con organizaciones de mujeres, con dirigentes políticos y con mujeres víctimas de violencia, y compartió en rueda de prensa las conclusiones preliminares que expondrá de manera detallada en el informe que se presentará hacia el mes de junio ante el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

En su viaje, Šimonović ha comprobado la existencia de “deficiencias considerables” en la prevención de la violencia contra las mujeres. Destacó que el Código Procesal Penal federal, que establece que el procesamiento de delitos sexuales no sea conducido de oficio, lleva a “significar y ver la violencia como un asunto privado” y no público.

Otra deficiencia señalada por la experta de origen croata fue la definición de la violación: ésta se relaciona con el uso de la fuerza, y no con la falta de consentimiento, una definición que “incumple con estándares internacionalmente reconocidos”, explicó la relatora especial.

 

El Estado, “reproductor” de la violencia

Šimonović elogió la capacidad de “Ni Una Menos” para visibilizar estas violencias, y denunció las actitudes patriarcales subyacentes en las instituciones que deberían proteger a las mujeres, como son el cuerpo de policía y la judicatura. De lo que se deriva que, en casos de violencia sexual, a quien se responsabiliza es a la víctima.

La experta de la ONU, que no ha dudado en hablar de “cultura machista” cuando se refiere a Argentina, destacó la necesidad de capacitar a los profesionales de la protección y de insistir en la educación, formando no sólo a los alumnos, sino también a los docentes. Y aprovechó su viaje para pedir que el Plan de Acción Nacional para 2017-2019 se dote del presupuesto necesario y se acompañe de una adecuada coordinación entre instituciones, para que la ley no quede en papel mojado y se eliminen las enormes diferencias en los protocolos de unas y otras provincias.

Solicitó asimismo una línea de atención a las víctimas que funcione 24 horas al día y 7 días por semana, y subrayó la necesidad de una protección integral, que viabilice alternativas para las mujeres en situación de violencia.

Para Amnistía Internacional, “el Gobierno argentino está fallando a las mujeres que sufren violencia”. La directora ejecutiva de la sección argentina de esta organización de derechos humanos, Mariela Belski, ha apuntado que “el hecho de que no se tomen medidas adecuadas para proteger a las mujeres contra la violencia significa que el Estado puede ser considerado responsable de esa violencia”, en tanto que “reproductor de la violencia contra la mujer”.

“El Gobierno neoliberal [de Mauricio Macri] está desarmando una serie de recursos en todos los frentes, y la violencia machista no es una excepción: estaban desarmando la Unidad Fiscal de Género el mismo día que marchábamos, el 19 de octubre”, apunta Verónica Gago.

Esta académica y activista se refiere a una reforma del Ministerio Público Fiscal que hubiese tenido como resultado eliminar la única Unidad Fiscal especializada en violencia machista. Aunque el Gobierno retiró esa reforma, la propuesta causó un profundo malestar entre los movimientos de mujeres.

 

Feminismos populares

Entretanto, el movimiento de mujeres crece, y con él la visibilidad cada vez mayor de las mujeres en el movimiento social. A pesar de, o “precisamente porque”, como señala a Equal Times Gabriela Olguin, dirigente de la cooperativa de trabajo El Adoquín: “nosotras hemos tenido que esforzarnos el triple”.

“Hay chicas que hablan tres idiomas para vender artesanías a los turistas; que se ponen a estudiar Derecho después de criar a tres hijos, que se acuerdan de los cumpleaños de los compañeros y están pendientes de su salud. Por nuestro recorrido histórico, las mujeres tenemos ciertas cualidades que nos hacen idóneas para roles de conducción en el movimiento de los trabajadores”, añade.

Permanece el rechazo de muchos hombres a las dirigentes mujeres; y, sin embargo, el avance parece imparable, y son tan rápidos los cambios que “se va a necesitar mucha madurez por parte de todos”, asegura la dirigente.

El Adoquín agrupa a 400 productores que venden su artesanía en la popular Feria de San Telmo, y que forma parte de la Confederación de Trabajadores de la Economia Popular (CTEP).

Hoy, viernes 25 de noviembre, mientras se celebra el Día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer, Olguin tiene una cita con la justicia: por vender sobre sus mantas se les acusa de uso ilegal del espacio público.

Pero ellas y ellos siguen decididos a resistir en las calles, pese a la violencia policial.

“Cargan sin más, sin fijarse si esa mujer va con sus hijos; se llevan la mercadoría, y eso para nosotros puede significar dormir en la calle esa noche”. En ese contexto, la violencia machista se sobrepone a otras violencias: “Cuando además se es inmigrante y madre, una mujer está doblemente, triplemente vulnerabilizada. Pero es que el sistema capitalista nos fragmenta en todos los sentidos; necesita dividirnos. Por eso nosotras tenemos que permanecer unidas”, concluye Olguin.