Crisis política en Guatemala: ¿albor de un nuevo comienzo, o más de lo mismo?

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Jimmy Morales, un actor cómico que alguna vez protagonizó una disparatada comedia en la que un campesino accedía por accidente a la presidencia, es el ganador sorpresa de las elecciones celebradas en Guatemala el 6 de septiembre de 2015.

Morales, del minúsculo Frente de Convergencia Nacional (FCN), se ha presentado como candidato en medio de la mayor crisis política en la historia reciente del país, y ha conseguido mostrarse como elemento ajeno al poder.

Sin embargo, sus críticos han advertido que la mayoría de los miembros de su partido son veteranos militares de línea dura y que, dada la historia reciente de los regímenes militares autoritarios de Guatemala, podría ser el punto de partida para repetir un episodio semejante en el país.

Morales ganó el 23,99% de los votos, mientras que el segundo lugar escenificó una reñida carrera entre la candidata Sandra Torres, de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), con el 19,75% y Manuel Baldizón, del partido Libertad Democrática Renovada (LIDER), con el 19,38%. Dado que ninguno de los candidatos consiguió más del 50% de los votos, Morales y Torres se enfrentarán de nuevo el 25 de octubre de 2015.

Baldizón, un populista de derechas que prometió volver a instaurar la pena de muerte e imponer un impuesto de tasa única, estuvo a la cabeza de las encuestas durante más de un año. Sin embargo, cinco meses antes de las elecciones, las revelaciones según las cuales el ex presidente Otto Pérez Molina y su ex vicepresidenta, Roxana Baldetti, habían estado implicados en una red masiva de fraude aduanero conocido como “La Línea”, provocaron una ola nacional de protestas, induciendo a una desconfianza generalizada por el sistema político.

El escándalo fue destapado por la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), un organismo de investigación auspiciado por la ONU.

Como resultado del escándalo, el presidente Pérez Molina fue destituido por el Congreso, obligándolo a dimitir el 1 de septiembre de 2015. Tanto Baldetti como Pérez Molina han sido acusados de fraude aduanero, asociación ilícita y soborno y actualmente se encuentran en prisión preventiva en espera de juicio.

Seis semanas después de estallar el escándalo de La Línea, la CICIG descubrió otro escándalo denominado “Lavado de dinero y política”, salpicando a Edgar Barquín, compañero de lista de Baldizón. Barquín, ex presidente del Banco Central de Guatemala, ha sido acusado de participar en el lavado de 937 millones de dólares estadounidenses procedentes de actividades de tráfico de drogas, recursos que más tarde fueron inyectados a las arcas de la campaña de los partidos LIDER y GANA en la elección presidencial de 2011.

Según la CICIG, el 25% de los fondos que alimentan la política guatemalteca proviene de organizaciones delictivas, principalmente en el ámbito del narcotráfico. Durante las últimas tres décadas, afirma la CICIG, el crimen organizado ha utilizado el dinero y la violencia para infiltrarse en los partidos políticos, al tiempo que las empresas que cuentan con grandes medios económicos han financiado de forma privada a los candidatos y partidos políticos a cambio de lucrativos contratos de obras públicas y otros favores políticos.

El escándalo vino a avivar el rechazo del sistema político por parte de los votantes. Mientras la popularidad de Baldizón se desplomaba, la de Morales, cuyo lema de campaña es “ni corrupto ni ladrón” comenzó a subir de manera constante. “Jimmy no tiene un pasado sucio. Personalmente, siento que puedo confiar en él”, afirma Ruby Hernández, estudiante de 33 años

La negativa de Baldizón de participar en los debates públicos televisados con otros candidatos, así como una grabación filtrada a la prensa una semana antes de las elecciones en la que instaba a sus candidatos a la alcaldía a hipotecar sus propiedades y coches con el fin de “acarrear” a los votantes hasta las urnas y señalando a su partido que “con el voto les vamos a dar en la madre”, exacerbando así la cólera de los votantes..

La última encuesta, publicada por Prensa Libre 48 horas antes de las elecciones, reveló un cambio dramático: el 25% de los encuestados dijo que votaría por Morales, desplazando así a Baldizón como favorito en la carrera a la presidencia.

 

Un sistema corrompido

Antes de las elecciones, Víctor Báez Mosqueira, Secretario General de la Confederación Sindical de Trabajadores y Trabajadoras de las Américas (CSA), la Organización Regional de las Américas de la CSI, advirtió que “El pueblo de Guatemala no tiene por qué seguir sujeto al mismo sistema corrompido en el que sólo se aplican cambios superficiales”. Por otra parte, Guatemala es uno de los países más peligrosos del mundo para los sindicalistas.

A medida que Guatemala se dirige a un cara a cara entre Morales y Torres, ambos finalistas son objeto de un mayor escrutinio.

Torres es la ex esposa del antiguo presidente Álvaro Colom (2007-2011). En su calidad de primera dama se ocupó de la implementación de programas gubernamentales de asistencia social, lo que le ha valido un importante seguimiento en las zonas rurales. Sin embargo, carece de popularidad en las zonas urbanas y la élite empresarial no confía en ella.

Morales se describe a sí mismo como un “nacionalista cristiano” y en ocasiones su discurso se desvía hacia la extrema derecha. Niega que se haya perpetrado un genocidio contra la población indígena de Guatemala durante el conflicto armado y aboga por reinstaurar la pena de muerte.

“Los guatemaltecos tienen un sentido de nacionalismo a flor de piel. Piensan que consiste en poner una banderita en su coche. Morales está explotando este sentido al hablar de nacionalismo cuando las personas no son conscientes de las implicaciones que hay detrás de esa palabra, como en tiempo de Hitler, Franco o el régimen de Mussolini”, explica el semiólogo Ramiro MacDonald a Equal Times.

En la medida en que el FCN carece de un conjunto coherente de propuestas políticas, la élite empresarial conservadora de Guatemala parece deseosa de llenar este vacío, creando una alianza militar-empresarial que resulta sorprendentemente similar a la del Partido Patriota de Pérez Molina.

“El partido es como una cáscara vacía. Visto que Morales carece de un gabinete en la sombra que lo respalde, la élite empresarial tratará de llenar este vacío; es una alianza similar a la que se hizo con Pérez Molina”, explica Sandino Asturias, director del Centro de Estudios de Guatemala (CEG), a Equal Times.

Sigue vivo el debate sobre si la crisis política de Guatemala podría dar lugar a una “primavera centroamericana”.

 

Este artículo ha sido traducido del inglés.