El Aquarius, el barco de la solidaridad, zarpa al rescate de refugiados

El Aquarius, el barco de la solidaridad, zarpa al rescate de refugiados

A 25-person crew – seafarers, rescue workers, doctors and nurses – coordinates the operation on the boat which can take up to 500 shipwrecked refugees.

(Anna Benjamin)
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En el puerto de Marsella se ve desde lejos el casco naranja fluorescente del Aquarius, de 77 metros de eslora. Los marinos están cargando decenas de cajas de cartón sobre la cubierta. Una cadena de médicos y enfermeras, que llevan puesto un chaleco blanco con el logo de Médicos del Mundo, las van introduciendo en el navío. A pesar de la tensión y la fatiga, la mecánica parece bien rodada. Son los últimos preparativos antes de zarpar.

El Aquarius, fletado para la ocasión desde el Mar Báltico, arribó dos días antes a la ciudad foceana. El sábado se hizo a la mar con una misión inédita en el golfo de Sicilia, a lo largo de las costas italiana y libia: la operación de salvamento de refugiados más importante organizada hasta hoy por una ONG, la asociación SOS Méditerranée.

El proyecto surgió a finales de 2014 gracias a la voluntad del alemán Klaus Vogel, capitán de la marina mercante, y de la marsellesa Sophie Beau, que desde hace tiempo trabaja en la esfera humanitaria.

Al enterarse de que Italia ponía fin a la Operación Mare Nostrum, destinada a rescatar a los inmigrantes naúfragos, Vogel decidió lanzar su proyecto: “se trata de una iniciativa civil y europea de salvamento para hacer frente a una situación a la que los políticos no aportan una respuesta adecuada. Pero nosotros somos apolíticos, sólo queremos salvar vidas”.

La asociación ha logrado la proeza de recaudar 950.000 euros (1.053.000 USD) gracias a una recaudación de fondos a través de internet que le ha permitido fletar el Aquarius durante tres meses.

“Cuando fui a Lampelusa por primera vez me reuní con el alcalde, Giusi Nicolini, quien me dijo: “están ustedes locos, pero estoy de su lado”. Su apoyo fue muy importante para nosotros —cuenta el capitán—. Le dije que era una osadía pero que teníamos que llegar hasta el final porque la sociedad civil debe actuar”.

Marinos, socorristas, médicos y enfermeras

Una tripulación compuesta por 25 personas —entre marinos, socorristas, médicos, enfermeras— coordina las operaciones de este navío que puede acoger hasta 500 refugiados náufragos en alta mar. La misión de SOS Méditerranée consiste en intervenir directamente en la zona.

Para las operaciones de rescate, los equipos se mantendrán en contacto con el centro de coordinación de salvamento marítimo (MRCC), con sede en Roma, que recibe todas las alertas de socorro.

“Ellos nos avisarán. Las personas rescatadas subirán a bordo y recibirán atención médica antes de ser trasladadas a un puerto de Sicilia o del sur de Italia”, detalla Beau, aún emocionada de subir por fin al Aquarius.

A bordo, un equipo de Médicos del Mundo (MDM) se hará cargo de los refugiados.
Un pasillo largo y estrecho lleva hasta la clínica improvisada en dos cabinas. Una servirá para consultas y la otra para tratar los casos más graves.

Anne Kamel, coordinadora médica de MDM, está ordenando cientos de cajas de medicamentos en los armarios: “lo más complicado para nosotros es adaptarnos al medio marítimo anticipándonos todo lo posible, a pesar de que ignoramos muchas cosas, como cuántas personas vamos a recoger o cuál será la gravedad de sus patologías. Desde la extenuación a pequeñas operaciones quirúrgicas o una reanimación, tenemos que estar preparados para todo”.

Ya están listos los kits de rescate, que contienen una manta de supervivencia, una toalla, agua, calcetines… “También tenemos duchas para curar las quemaduras químicas provocadas por el contacto de la piel durante días con la gasolina encharcada en el fondo de las embarcaciones”, añade Marize Etiennoul, una de las dos enfermeras que participan en la misión.

“Lo más duro será el encuentro con la desesperación”

La operación de salvamento Mare Nostrum, que patrullaba hasta las costas libanesas, fue sustituida en 2014 por la Operación Tritón, cuya misión principal consiste en controlar las fronteras y se limita a patrullar las aguas territoriales europeas, a lo largo de la costa italiana.

En 2015, 3.771 personas perecieron en el Mediterráneo. Un comunicado difundido el viernes por el Alto Comisariado de las Naciones Unidas para los Refugiados ofrece nuevas cifras: desde principios de enero, 406 personas murieron ahogadas entre Turquía y Europa, 35 veces más que durante el mismo periodo en 2015.

“Europa no garantiza la seguridad de los trayectos de los refugiados, por eso hacerlo es nuestro deber como ciudadanos europeos”, dice Kamel.
“Hay muertos muy cerca de nosotros, ante nuestros propios ojos, no podemos dejarles que se ahoguen”, subraya.

Para Jean Passot, que calza botas y lleva un casco blanco en la cabeza, “lo más duro será el encuentro con la desesperación y la muerte”. Tiene 27 años y es uno de los cinco marinos-socorristas. Le mueve el principio ancestral de salvamento incondicional de toda persona que se encuentre en peligro en el mar. Estará a cargo de la vigilancia visual y de las embarcaciones de salvamento encargadas de recuperar a los refugiados. Es su primera misión humanitaria, pero dice haberse preparado “mentalmente”.

En el golfo de Sicilia, el número de travesías desde principios de 2016 es ya seis veces superior al de 2015. Cerca de 6.000 personas lo atravesaron para llegar a Europa.

“No es la ruta más frecuentada porque es la más peligrosa, debido a que la distancia es muy grande y la travesía dura varios días”, explica Beau. “Además, no hay ningún barco para socorrerles, así que la mortalidad alcanza el 2%. Europa ha protegido tanto sus fronteras que a la gente no le queda más remedio que arriesgar la vida para venir”.

Por el momento, SOS Méditerranée sólo ha podido fletar el Aquarius durante tres meses. “Pero si lo dejamos en mayo será una catástrofe, porque la primavera y el verano son los periodos en los que los refugiados más intentan pasar”, alerta Beau, que lanza un nuevo llamamiento a hacer donativos.

Un mes en alta mar cuesta 300.000 euros (332.000 USD) a esta asociación, cuya ambición va más allá de la respuesta de emergencia: “Deseamos, por encima de todo, que esta operación de salvamento perdure en el tiempo, porque este enfoque civil es más necesario que el enfoque militar y de seguridad que aplican los Estados europeos”.

Los refugiados, fuente de alta tensión política

La cuestión de los inmigrantes continúa generando en Europa fuertes tensiones políticas. La Unión Europea (UE) parece dirigirse, paso a paso, hacia el cierre progresivo de la ruta de los Balcanes.

El primer ministro griego, Alexis Tsipras llegó al Consejo Europeo de la semana pasada, con un objetivo principal: que ningún Estado europeo cierre unilateralmente sus fronteras.

Grecia teme que, si su vecina Macedonia cierra sus fronteras, podría ver a miles de refugiados atrapados en su territorio, al tiempo que muchos más continúan llegando a las islas del mar Egeo —80.000 desde principios de año—.

Por su lado, la UE ha exigido a Grecia que mejore las condiciones de acogida de los refugiados y ha deplorado los meses de retraso para la apertura de los “hotspots”: los centros de inscripción y de selección de refugiados, entre los que han huido de la zona de guerra y pueden beneficiarse de la protección internacional —principalmente sirios, iraquíes, eritreos y afganos— y los migrantes económicos.

Hay cuatro “hotspots” operativos. Pero Grecia, aún exánime financieramente, carece de las estructuras y los medios necesarios para albergar, alimentar y curar indefinidamente a los refugiados, mientras los bombardeos sobre Alepo, en Siria, han forzado al éxodo a miles de nuevos refugiados sirios.

This article has been translated from French.