El auge del movimiento de los trabajadores de China

Opinión

A principios de septiembre, cerca de 16.000 trabajadores de dos fábricas chinas que producen pantallas táctiles para marcas famosas como Apple, organizaron una huelga después de que la dirección se retractarse de su promesa de pagar una prima por vacaciones de 100 USD.

Las huelgas se resolvieron rápidamente pero, aún así, llegaron a los titulares occidentales porque la prima debía incluir una caja de pastelitos de luna, regalo tradicional durante el Festival del Medio Otoño en China. El New York Post público una alarmante advertencia para los fans de Apple: “¡Si no hay pastel, no hay iPhone 6!

Las “huelgas de los pasteles de luna” dejaron aún más patente, si cabe, que a los trabajadores de China no les asusta tomar cartas en el asunto y defender sus intereses y derechos legales cuando estos se ven amenazados, independientemente de lo trivial que pueda parecer el conflicto.

En China Labour Bulletin hemos registrado a lo largo de los últimos seis meses un promedio de aproximadamente 100 huelgas y protestas mensuales organizadas por los trabajadores – y esto no es más que la punta del iceberg.

Aunque las protestas de los empleados de las fábricas tienden a acaparar la mayoría de los titulares internacionales, en realidad las huelgas en la industria manufacturera apenas representan el 40% del número total de huelgas que se llevan a cabo en China. Los trabajadores del transporte, docentes, trabajadores de la construcción, mineros de carbón y empleados del sector servicios y la venta minorista, están todos ellos preparados y dispuestos a emprender acciones colectivas si hace falta.

La mayoría de las veces las protestas de los trabajadores de China siguen el patrón de las huelgas de los pasteles de luna: estallan de forma repentina y concluyen rápidamente tras unas negociaciones precipitadas o ciertas promesas de concertación.

Pero aunque estas acciones pueden en ocasiones dar lugar a una mejor situación para los trabajadores, nunca llegan a ser más que un apaño rápido. En la mayoría de los casos, seis meses o un año más tarde sobreviene otra huelga debido a la falta de un mecanismo establecido que prevea la participación de los trabajadores en negociaciones de buena fe con los directivos de las empresas y la resolución de las reivindicaciones fundamentales que originaron las huelgas.

La buena noticia es que los trabajadores de China, e incluso algunos miembros del Gobierno local, sí que reconocen que estas situaciones no son ni saludables ni sostenibles, y están buscando soluciones a largo plazo. Cada vez son más los trabajadores que evitan los arreglos rápidos y que reclaman a la dirección entablar un diálogo con ellos en tanto que interlocutores en igualdad de condiciones.

Este verano, 59 trabajadores de una fábrica de joyas en la ciudad de Foshan, al sur del país, estuvieron en huelga durante dos meses hasta que la dirección accedió finalmente a negociar.

Con la ayuda de grupos locales defensores de los derechos laborales, los trabajadores pudieron elegir a sus representantes y elaboraron una lista concreta de reivindicaciones relacionadas principalmente con los pagos y beneficios de la seguridad social. Como medida estratégica, buscaron el apoyo y la asistencia de las federaciones sindicales locales y provinciales, una medida que brindó a los sindicatos locales la oportunidad de actuar o no. El sindicato hizo lo que pudo, y, en este caso al menos, eso bastó para salir del punto muerto y que la dirección accediera a negociar.

No todas las quejas de los trabajadores pudieron resolverse en la primera reunión, pero el principal negociador y representante de los trabajadores, Zhu Xinhua, confía en que en las próximas negociaciones se lograrán más progresos: “Acogemos con beneplácito el cambio de actitud de la empresa y estamos contentos de que ambas partes puedan mantener ahora un diálogo en igualdad de condiciones.”

En la ciudad vecina de Guangzhou, un grupo de más de 200 trabajadores sanitarios fueron más lejos: nombraron como consultores a dos respetados activistas laborales procedentes de un grupo local defensor de los derechos laborales, quienes les ayudaron a negociar con su antiguo jefe un acuerdo relativo a las indemnizaciones por despido y a firmar los contratos con el nuevo jefe.

A finales de agosto los trabajadores sanitarios convocaron una huelga para exigir que su empleador, cuyo contrato de limpieza con el Gobierno local estaba a punto de vencer, les pagara una indemnización por despido justa, proporcional a los años de servicio prestado.

A través de las redes sociales y los principales medios de comunicación, los trabajadores sanitarios lograron obtener un apoyo significativo por parte de estudiantes, periodistas y el público en general, no sólo de la ciudad sino hasta de Beijing.

El Gobierno local intervino y forzó al empleador a entablar negociaciones, como consecuencia de las cuales se firmó un acuerdo. Por sugerencia de los consultores, los trabajadores solicitaron que el sindicato local estuviera presente en las negociaciones, y, por primera vez, que yo recuerde, el sindicato no sólo estuvo presente sino que optó por sentarse con los trabajadores y apoyarles durante el proceso de negociación.

 

Desarrollo de un sindicato fuerte

En respuesta a este tipo de presión por parte de trabajadores y activistas, el sindicato oficial de China, la All-China Federation of Trade Unions (ACFTU), va a tener que mostrarse tarde o temprano más activo y tratar de establecer una presencia viable en el lugar de trabajo.

Resulta alentador que el dirigente de la Guangdong Provincial Trade Union Federation anunciara en agosto estar dispuesto a hacer justamente eso. Efectivamente, Huang Yebin se comprometió a que: “Cuando los trabajadores de Guangdong presenten quejas al sindicato, asignaremos a varios miembros especiales del personal para cada caso individual, para que se hagan cargo de cada caso individual y para que resuelvan cada caso individual.” Huang también se comprometió a crear unos sindicatos democráticos en todos los lugares de trabajo de la provincia a lo largo de los próximos cinco años.

Evidentemente, una cosa son las palabras y otra los hechos – y la ACFTU lleva décadas haciendo este tipo de declaraciones. Pero esta vez es distinto, porque los trabajadores son distintos.

Los trabajadores de China están más decididos que nunca a hacer todo lo posible para conseguir mejores salarios y condiciones laborales, y no van a retroceder ante las presiones. Es importante observar que, en casos en los que intervienen grupos locales de defensa de los derechos laborales, éstos siempre instan a los trabajadores a conseguir el apoyo de los sindicatos en el proceso de negociación. Y, de momento, esta estrategia parece que funciona.

De cara al futuro, esta estrategia de negociación colectiva se irá extendiendo, de manera lenta pero segura, de una fábrica a otra, de una región a otra, contribuyendo a crear unos lugares de trabajo más democráticos y, en última instancia, a establecer las bases para una reforma sindical.

Los lugares de trabajo de China son un microcosmo de la sociedad china – actualmente una estructura sumamente jerárquica, rígida y autoritaria en la que se da por sentado que los de la parte inferior han de estar subordinados a los de la parte superior.

Si mediante la negociación colectiva y una representación sindical efectiva y resuelta los lugares de trabajo en China se vuelven más democráticos y los trabajadores consiguen tener una voz más fuerte, la necesidad de adoptar una postura en contra de la dirección irá disminuyendo.

Los trabajadores empezarán a confiar y a participar en las estructuras y mecanismos que permiten una resolución pacífica de los conflictos, en lugar de tener que adoptar inmediatamente una postura de confrontación, como ha sido el caso de las huelgas de los pasteles de luna.

Puede que el cambio sea lento, y quizás fragmentado o enrevesado, pero el movimiento de los trabajadores de China, junto con los sindicatos, terminará teniendo un fuerte impacto, no sólo en los lugares de trabajo sino también en la sociedad china en general.

En el s. XIX fue el movimiento sindical el que sentó las bases para una Europa democrática. Y estoy convencido de que puede hacer lo mismo por China en el s. XXI.

Yo deseo que en esta generación China pueda empezar a emular a Suecia: un país social-demócrata en el que los intereses de los ciudadanos y ciudadanas, los diferentes grupos sociales y la sociedad en general están protegidos, y los conflictos y disputas son mitigados equitativamente.

No obstante, hay una condición clara: necesitamos un movimiento sindical fuerte al servicio de los trabajadores y trabajadoras chinos.

 

Este artículo ha sido traducido del inglés.