El Día Nacional de Australia, una fecha controvertida

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Hoy, 26 de enero, se celebra la fiesta nacional australiana. Un día festivo que conmemora la llegada de la primera flota europea a Sydney Cove, el 26 de enero de 1788.

Cada año, en esta fecha, los australianos y australianas celebran el día de su país. Jérémy Lasek, Director del National Australia Day Council, órgano que coordina las celebraciones de esta jornada, reconoce que la fecha no goza de aceptación unánime: “A algunos australianos, aborígenes y no aborígenes, les importuna desde hace tiempo esta fecha. El debate resurge cada año. Por ahora es nuestra fecha y, para cambiarla, tendría que haber un movimiento real. Ahora bien, no nos consta que el gobierno tenga voluntad de proceder a ello”.

Según el National Australia Day Council, el 65 % de la ciudadanía australiana festeja el 26 de enero con barbacoas en familia, despliegue de banderas, fuegos artificiales, fiestas en parques y jardines… “Es un día en el que queremos celebrar nuestro pasado multicultural y nuestra diversidad, en el respeto y la comprensión mutuas. Animamos a los australianos y australianas a celebrar esta fiesta a su manera,” asegura Jérémy Lasek.

Luke Pearson, fundador de IndigenousX, una cuenta de Twitter donde cada semana toman la palabra personalidades aborígenes, está buscando a través de la etiqueta #newaustraliaday una fecha que pueda reemplazar al 26 de enero.

“Pronto se cumplirá un siglo desde que comenzamos a denunciar esta fecha. Desde 1938 en que William Cooper declaró esta jornada como día de duelo”, explica.

“Debemos abrir un debate nacional sobre lo que deseamos ser como país. Ese 26 de enero evoca la política de la Australia blanca. Si queremos reconocer plenamente la multiculturalidad de nuestra sociedad es esencial encontrar una fecha más apropiada”.

Joe Williams, deportista aborigen, ha sido incluido en la lista de Australianos del Año en su ciudad, Wagga Wagga.

Porque cada 26 de enero se destacan personalidades que enorgullecen al país. Pero, para él, ser reconocido coincidiendo con el “día de la invasión” es un dudoso honor.

“Me honra que se reconozca mi labor de sensibilización sobre el suicidio en las comunidades aborígenes. Pero el 26 de enero es una fecha mal elegida. Porque es un día en el que muchos aborígenes fueron masacrados. Es el día que marca el comienzo del intento de genocidio de nuestra cultura. Yo no soy extremista pero ¡no festejaría una fiesta nacional el día del Holocausto! Afortunadamente, hay menos racistas intolerantes en Australia” dice a Equal Times.

Chris Graham, Redactor Jefe de la publicación New Matilda, recuerda que la fiesta nacional estuvo a punto de desaparecer. “Antes de 1988 y del bicentenario de esta fiesta se hablaba de suprimirla. Pero después de 1988 se volvió popular de nuevo. En 2007, el Primer Ministro Kevin Rudd prometió cambiar la fecha. Pero finalmente no lo hizo”.

En su opinión, muchos australianos siguen sin ser conscientes de la controversia que suscita el 26 de enero. “Muchos de mis conciudadanos desconocen el pasado de nuestro país. No son conscientes de que esta fecha puede ofender”.

Hoy, mientras los australianos y australianas festejan con cerveza la llegada de los colonos hace 228 años, muchos acudirán a manifestarse frente al Parlamento, en Melburne, junto al colectivo de resistencia aborigen Warriors of Aboriginal Resistance (WAR).

Su objetivo: conmemorar la memoria de los miembros de la resistencia aborigen y de todas las personas masacradas durante la colonización.

Esta asociación, fundada en 2014 con ocasión de la celebración del G20 en Brisbania, reclama ante todo la soberanía de los aborígenes sobre sus tierras. Meg Rodaughan, del pueblo Jaadwa, enumera para Equal Times sus prioridades: “Resistir, relanzar las culturas aborígenes y descolonizar las tierras”.

Para esta joven de 28 años, el 26 de enero es un día violento. “Nos sentimos excluidos en nuestra propia tierra. El día de la invasión, las calles se llenan de banderas australianas que para nosotros están manchada de sangre aborigen”.

La familia de Meg ha renegado de la cultura aborigen durante mucho tiempo, pero la futura comadrona ha reconectado desde hace unos años con su herencia: “Mi bisabuela y mi abuelo tenían la piel negra y sufrieron enormes dosis de racismo. Mi piel clara me coloca entre dos mundos, es una identidad muy compleja. No soy víctima directa del racismo pero a mis amigos de piel oscura la policía les detiene todo el tiempo”.

Callum Clayton-Dixon, un joven activista aborigen conocido por haber entrado en Australia con un pasaporte aborigen, participa desde hace tres años en las manifestaciones de resistencia que se convocan en Brisbania.

“Ser un joven aborigen en 2016 es excitante y a la vez un auténtico reto. Me llena de esperaza ver que cada vez más jóvenes aborígenes se comprometen con la resistencia y la recuperación de nuestras culturas”.

Para él, la única fecha que merecería convertirse en fiesta nacional sería el día de la firma de un tratado entre los pueblos aborígenes y el gobierno australiano. Clayton-Dixon cita como modelo el tratado firmado por Nueva Zelanda con los maoríes, en 1840.

Meg Rodaughan, asegura: “El 26 de enero es un día de duelo; pero también el día en que nosotros, los aborígenes, decimos a todos que seguimos aquí y que no vamos a desaparecer”.

 

Este artículo ha sido traducido del francés.