El problema con la esclavitud y los Objetivos de Desarrollo Sostenible

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A finales de septiembre, las Naciones Unidas adoptaron oficialmente los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) como guía para los esfuerzos internacionales de lucha contra la pobreza para los próximos 15 años. Los ODS incluyen una meta para la eliminación de la esclavitud, el trabajo forzoso y el trabajo infantil.

Anti-Slavery International pide desde 2007 que la esclavitud sea reconocida como un tema fundamental relacionado con la pobreza y el desarrollo, por lo que su reconocimiento en los ODS supone un paso crucial.

Sin embargo, aquí es donde las cosas se complican.

Para alcanzar la meta será necesario transformar profundamente la forma en que, como ciudadanos de este planeta, apoyamos los derechos laborales, hacemos negocios, gestionamos la migración, aplicamos el desarrollo, desarrollamos la diplomacia y promovemos el estado de derecho.

Todos estos asuntos son de índole profundamente política y son objeto de múltiples disputas por parte de intereses creados que están muy contentos con la manera en que funciona actualmente el mundo. Muchas partes que se han sumado recientemente a la lucha contra la esclavitud se contentan con considerar que la lucha consiste simplemente en que policías decentes metan en la cárcel a personas malvadas. No les preocupan las cuestiones mucho más polémicas que sustentan la realidad de la esclavitud contemporánea, como la aquiescencia estatal en casos de discriminación por casta u origen étnico, la denegación de la libertad sindical y los derechos sindicales a los trabajadores, el menoscabo del estado de derecho nacional e internacional, la negativa a establecer rutas de migración seguras para trabajadores vulnerables que busquen trabajo decente y la despenalización del comercio internacional de bienes y servicios que sean producto de la esclavitud.

Sin embargo, esto no es suficiente y este es el motivo: 5,5 millones. Esta es la cifra que se recrimina a los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), la lista anterior de prioridades contra la pobreza establecida por las Naciones Unidas.

Cinco millones y medio es la estimación más reciente que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) realizó en 2012 del número de niños y niñas sometidos a esclavitud. Es el mismo número de niños sometidos a esclavitud que la OIT estimó que existía en 2005.

En otras palabras, a pesar de los grandes progresos realizados en materia de reducción de la pobreza y desarrollo, entre los que se incluye una reducción enorme del número total de niños trabajadores, el desarrollo internacional ha ignorado totalmente durante este periodo los millones de niños y, por ende, las decenas de millones de adultos sometidos a esclavitud en todo el mundo.

No se hacía ninguna referencia a la esclavitud en los ODM. Por consiguiente, no ha sido una de las prioridades de los programas de los responsables de la toma de decisiones en relación con la ayuda en los últimos 15 años.

En el mejor de los casos, se ha asumido que, a la larga, el desarrollo económico dejará obsoletas las prácticas de esclavitud. Esta suposición malinterpreta la naturaleza de la pobreza, que no consiste simplemente en la falta de cosas, sino más fundamentalmente en la falta de poder.

 

Exclusión sistemática

El prejuicio y la discriminación de ciertos grupos por motivos arbitrarios como la casta, el origen étnico, el sexo y la religión todavía son utilizadas como razones por los segmentos más poderosos de la sociedad para excluir a las personas más vulnerables de los procesos de desarrollo. De este modo, esos mismos mecanismos de exclusión social hacen además a las personas discriminadas más vulnerables a la esclavitud.

Las personas esclavizadas provienen de comunidades que son excluidas sistemáticamente del poder para que los más privilegiados puedan controlarlas. Incluyen a los dalit y adivasi en Asia meridional, los migrantes en Europa, Oriente Medio, las Américas y Asia sudoriental, y las personas designadas como una casta de esclavos en África occidental.

Los profesionales del desarrollo y de asuntos humanitarios ni siquiera han sido conscientes de esta dinámica y por lo tanto no la han abordado. Si aquellos que se definen como activistas contra la esclavitud también ignoran la naturaleza fundamentalmente política de estos retos, nosotros tampoco cumpliremos con las obligaciones impuestas por nuestros mandatos.

Por ejemplo, si la comunidad internacional se toma en serio sus esfuerzos contra la esclavitud, ¿cómo podemos continuar aceptando el acceso fácil a mercados internacionales y recibiendo calurosamente la política internacional de países como Uzbekistán, Arabia Saudita y Qatar, por nombrar solamente tres estados, que, con grados diferentes de cinismo, han legalizado en la práctica la esclavitud dentro de sus fronteras?

Otro ejemplo: es poco probable que el Reino Unido haya considerado en algún momento el posible impacto que su visible menosprecio hacia el Tribunal Europeo de Derechos Humanos tendrá en el estado de derecho internacional en general y en lo que concierne a la esclavitud en particular. Ese tribunal ha sido esencial desde 2000 a la hora de obligar a los gobiernos de toda Europa, incluido el Reino Unido, a respetar debidamente los derechos de las víctimas de esclavitud. Por lo tanto, cualquier lucha internacional creíble debe enfrentarse al gobierno británico respecto a este punto, uno de sus prejuicios políticos más preciados.

Del mismo modo, la decisión del Departamento de Desarrollo Internacional del Reino Unido (DFID) de abandonar India, mencionando como motivo sus niveles de desarrollo económico, debe cuestionarse basándose en sus suposiciones políticas más básicas. Es cierto que India es un milagro económico para unos 600 millones de ciudadanos.

Sin embargo, para 300 millones de indios la promesa de justicia económica y social seguirá siendo un sueño inalcanzable porque los segmentos poderosos de la sociedad han decidido que han de ser excluidos por su casta, religión u origen étnico.

Así, estas personas se ven relegadas a la subsistencia y la esclavitud en la recogida manual de letrinas, los hornos de producción de ladrillos, talleres con condiciones de explotación, hilanderías y agricultura. Al abandonar India, DFID ha abandonado la lucha de millones de los más pobres por el trabajo decente y el respeto.

Y otra cuestión política: ¿debería convertirse India en miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU cuando su nivel de tolerancia hacia la violencia basada en la casta es tan alto y sus esfuerzos para poner fin a la esclavitud son tan insignificantes?

 

Primeros pasos

La inclusión de la erradicación de la esclavitud en los Objetivos de Desarrollo Sostenible es un reconocimiento por parte de la comunidad internacional, que hasta ahora ha ignorado completamente a algunas de las personas más pobres de todo el mundo. Sin embargo, para que este reconocimiento tenga un significado práctico, debe pasar de una frase en una declaración de las Naciones Unidas a una estrategia que ponga poder en manos de los excluidos.

Un primer paso hacia esta meta sería reconocer que acabar con la esclavitud no incumbe exclusivamente a los responsables del cumplimiento de la ley. A menudo, la esclavitud se practica abiertamente, como en los hornos de producción de ladrillos y las canteras de Asia meridional. Por lo tanto, debería existir el requisito de que cada órgano humanitario y de desarrollo creíble considere si podrían contribuir a la reducción de la esclavitud en las comunidades con las que trabajan.

Puede que no sea siempre posible. No obstante, hacer la pregunta y considerar detenidamente la dinámica del poder y la discriminación podrían llevar al empoderamiento de algunas personas que previamente habrían sido ignoradas.

En segundo lugar, los programas humanitarios y de desarrollo deberían hacer un esfuerzo más consciente por reducir la vulnerabilidad a la esclavitud de esas comunidades. Por ejemplo, garantizar que los niños, en particular las hijas, de los trabajadores en hornos de producción de ladrillos y los limpiadores manuales de letrinas en Asia meridional tengan acceso a una educación adecuada, podría ayudar a interrumpir la transmisión de la esclavitud de una generación a otra. Asimismo, garantizar que el plan de estudios promueva los derechos humanos, en particular los de las niñas, y la tolerancia para todos ayudaría a acabar con los prejuicios que permiten que los seres humanos esclavicen y exploten a otros.

Alternativamente, las organizaciones humanitarias y de desarrollo quizás tengan que considerar nuevas formas de trabajo, p.ej. con sindicatos para ayudar a reducir la vulnerabilidad de los trabajadores a través del aumento de oportunidades de negociación colectiva. Como mínimo, todas las partes dedicadas a la lucha contra la esclavitud deben reconocer que la libertad sindical es un requisito básico para reducir la pobreza a través del trabajo decente.

Los programas de ayuda deben trabajar para promover el estado de derecho desarrollando las capacidades de los tribunales y los órganos encargados de hacer cumplir la ley, para que las leyes contra la esclavitud puedan ser defendidas en lugar de consideradas como simples sugerencias para las élites que siguen siendo capaces de explotar a la gente con impunidad.

Podrían comenzar apoyando y participando en las campañas 50 for Freedom y Ratify the Protocol, para obtener la ratificación del Protocolo Internacional de 2014 sobre el Trabajo Forzoso. ¿El objetivo? Establecer un nuevo mecanismo legal internacional para actualizar el Convenio original de 1930, reconociendo las manifestaciones contemporáneas de este abuso de los derechos humanos.

Eliminar la esclavitud no es exclusivamente la responsabilidad del sector humanitario y del sector del desarrollo. Se trata de una cuestión que también debe ser fundamental para los sindicatos y las empresas y que debe convertirse en una prioridad de la política sobre comercio y migración, así como la diplomacia, entre otras.

Además, al ayudar a asumir parte de la responsabilidad en esta lucha fundamental a favor de los derechos humanos, los agentes para el desarrollo también ayudarán a promover la causa de la reducción de la pobreza en comunidades que hasta ahora han sido ignoradas completamente.