En Alemania, tras las agresiones racistas, la solidaridad

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El primer viernes de septiembre, a la hora de cierre de las oficinas berlinesas de registro de solicitudes de asilo, decenas de refugiados aguardan delante de la puerta la llegada de los autobuses que tienen que llevarles a los centros de acogida de emergencia. Familias, hombres solos y también adolescentes. “Esta noche esperamos que todo el mundo tenga sitio en el albergue. No es así todos los días,” explica un joven benévolo de una asociación de barrio.

La administración berlinesa está desbordada desde agosto por la llegada de nuevos refugiados. Éstos a veces tienen que hacer fila delante del edificio durante días enteros para conseguir registrar su solicitud y poder beneficiarse de una primera ayuda.

Una iniciativa ciudadana de barrio y varias organizaciones sociales organizan la distribución de alimentos y de ropa a los recién llegados. Se han desarrollado asimismo otras iniciativas parecidas en todos los barrios de la ciudad donde se alojan refugiados, y por toda Alemania.

Así pues, un amplio movimiento de solidaridad ciudadana ha tomado el relevo de las autoridades para acoger a las decenas de miles de exiliados que han venido buscando refugio en Alemania este año. Una solidaridad que continúa a pesar del refuerzo de los controles fronterizos en el país.

El país ha registrado entre enero y julio más de 210.000 solicitudes de asilo, cifra que supera ya el total registrado en todo 2014 y que cuadruplica la de 2011. Más del 20 % de las solicitudes atañen a ciudadanos sirios, y el 10 % a iraquíes o afganos.

La proporción de sirios fue aún más importante en julio, mes durante el cual más de 80.000 refugiados llegaron a Alemania, y no todos han podido presentar todavía una solicitud de asilo.

El Gobierno alemán anticipa recibir entre 800.000 y un millón de solicitudes de asilo para el año 2015, cuatro veces más que el año anterior.

Por todo el país se han abierto albergues de emergencia para acoger a los recién llegados. En respuesta a las necesidades en materia de estructuras de acogida, el Gobierno alemán decidió a principios de septiembre destinar 6.000 millones de euros suplementarios en su presupuesto de 2016 para la asistencia de solicitantes de asilo.

El sentimiento de solidaridad que están demostrando los alemanes contrasta con la oleada de agresiones racistas contra residencias de solicitantes de asilo que ha conmocionado a Alemania durante los últimos meses. El 15 de julio fue incendiado en Baviera un futuro centro de acogida que estaba siendo renovado.

Pocos días después sucedió lo mismo en Baden-Wurtemberg, al suroeste del país. A finales de junio se volvió a producir el mismo incidente en Lübeck, al norte, y después en Sajonia.

Y también en Sajonia, concretamente en Heidenau, se produjeron a mediados de agosto una serie de disturbios provocados por la extrema derecha en respuesta igualmente a la renovación de un centro de acogida para refugiados.

Las organizaciones anti racistas Amadeu-Antonio-Stiftung y Pro-Asyl han contabilizado 98 ataques contra centros de acogida de refugiados desde principios de 2015, entre ellos 11 incendios. El año pasado se produjeron cerca de 250 ataques violentos contra locales de acogida de solicitantes de asilo, entre ellos 36 incendios y 81 agresiones personales.

“Los casos de violencia registrados contra albergues de refugiados han aumentado considerablemente este año”, señala Anetta Kahane, fundadora y presidenta de la fundación Amadeu-Antonio-Stiftung.

“Las manifestaciones anti Islam de Pegida del otoño pasado han hecho que desaparezcan las inhibiciones”, lamenta la activista. El país había experimentado una oleada de violencia racista a principió de los años 1990, mayoritariamente en la ex Alemania del Este. “Pero en comparación con la situación de aquella época, la actual reacción de solidaridad de la población hacia los refugiados está siendo realmente excepcional”.

¿El movimiento de solidaridad será seguido por la política? Tras dejar entrar en su territorio a decenas de miles de refugiados atrapados en Hungría a principios de septiembre, el Gobierno alemán decidió reintroducir los controles fronterizos para gestionar el flujo de solicitantes de asilo. Los que logran llegar, sin embargo, permanecen alojados en centros de acogida en todo el país.

 

Este artículo ha sido traducido del inglés.