En Brasil, los recolectores de cítricos son exprimidos como naranjas

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A solamente unos semanas del inicio de la Copa Mundial de la FIFA en Brasil, un nuevo informe revela las desastrosas condiciones de trabajo de miles de recolectores de naranja, sobre todo en el estado de São Paulo, al sureste de Brasil.

“Los trabajadores y las trabajadoras que cosechan para estas empresas no están encadenados como los esclavos de antes, pero se les aprisiona de otra forma”, aseveró un sindicalista brasileño entrevistado para el informe titulado Orange Juice: No Regard for Labour Rights? (Zumo de naranja: ¿no se tienen en cuenta los derechos de los trabajadores?), realizado por el sindicato alemán ver.di y la organización no gubernamental cristiana Oscar Romero.

Brasil es el mayor productor de naranjas en el mundo. De allí procede un tercio de las naranjas, más de la mitad de zumo de naranja y el 80% de zumo de naranja concentrado.

Estos productos llegan a supermercados europeos, como Aldi o Lidl, a través de una línea de producción en la que participan multinacionales como Citrosuco/Citrovita, Cutrale y Louis Dreyfus Commodities.

A pesar de los miles de millones de dólares generados por la industria, los recolectores de naranja que se encuentran en primera línea de la cosecha reciben apenas migajas de las ganancias obtenidas.

 

Una forma de esclavitud

Remunerados a destajo por kilo, estos trabajadores y trabajadoras tienen que recoger alrededor de 2 toneladas al día para obtener los ingresos del salario mínimo, que es de 12 USD diarios o 360 USD por mes.

Su realidad cotidiana consiste en recoger un promedio de 60 sacos de 40 kg de naranjas al día.

Esta cantidad no les permite cubrir sus necesidades básicas, ya que, según estimaciones, es preciso ganar por lo menos 20 USD por día para poder llevar una vida digna.

De los 238 mil trabajadores y trabajadoras en las plantaciones de naranja del Estado de São Paulo en 2011, solamente 58.000 tenían un contrato fijo.

Como la mayoría de los recolectores vienen de las regiones pobres del noreste de Brasil, a unos 3.000 km de las plantaciones de São Paulo, la espiral del endeudamiento es aún más importante: los trabajadores reciben efectivamente de su empleador alojamiento y alimentos, pero estas prestaciones son descontadas de sus ingresos, a menudo a precios exorbitantes.

No es raro que los trabajadores acumulen una deuda de hasta 7.000 USD en unos pocos meses, lo que los obliga a trabajar a cualquier precio.

“Se ven trabajadores acudir enfermos a la fábrica porque temen perder su puesto de trabajo” explica el informe.

“La dependencia económica y psicológica de los trabajadores es inmensa”, denuncia el abogado Marcio Bortolucci, que representa al sindicato de recolectores de naranja STER STER Piratininga, afiliado a la central União Geral dos Trabalhadores (UGT Brasil).

No duda en hablar de trabajo forzoso, inclusive de esclavitud.

 

El cártel de la naranja

Estos empleadores son en su mayoría empresas que ofrecen servicios de subcontratación a las multinacionales Citrosuco/Citrovita, Cutrale y Louis Dreyfus Commodities, que juntas controlan el 70% del mercado mundial de la naranja y de sus concentrados.

Su posición en el mercado les permite ejercer una presión sobre los precios. Del mismo modo, es frecuente que los competidores se pongan de acuerdo entre ellos.

“Al iniciar la cosecha, las empresas se ponen de acuerdo en el precio que van a pagar a los productores durante el año”, explica Flavio Viegas de Tendenz, presidente de Associtrus, la asociación brasileña de productores de cítricos.

El Gobierno federal de Brasil ha llevado a cabo varias acciones legales contra estas multinacionales, las cuales han resultado en la imposición de multas, pero no han puesto fin a estas prácticas.

El informe también concluye que la red de dependencia y explotación no se limita a Brasil, sino que implica a toda la cadena de producción, hasta la comercialización, sobre todo en Alemania, donde “las empresas embotelladoras obtienen ganancias exorbitantes”.

Visto que en los próximos años el comercio entre Europa y América Latina tiene probabilidades de intensificarse como parte de un posible acuerdo de libre comercioentre la UE y Mercosur, la ONG Solidarité Mondiale pide al Comisario Europeo de Comercio, Karel De Gucht, “implantar una política estructural donde el trabajo decente sea la norma para todos los productos”.

Una petición que se hace eco a la demanda de las organizaciones sindicales de dar prioridad al trabajo decente en las relaciones entre Europa y América Latina.

Este artículo ha sido traducido del inglés.