En Melbourne, hacer negocio y el bien social está de moda

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Desde hace cinco años, Melbourne es la mejor ciudad para vivir del mundo, según la unidad de negocios de la publicación británica The Economist Intelligence Unit. Y las empresas sociales podrían estar contribuyendo a ello.

En la capital de Victoria se fomenta el establecimiento de un vínculo y un sentido social en la gestión de los negocios.

Desde hace ocho años, Social Traders apoya el emprendimiento social e invierte en ese tipo de proyectos. Creado gracias a fondos públicos del Estado de Victoria, este organismo lanzó en 2013 los premios de corte social Social Enterprise Awards, destinados a recompensar las mejores empresas sociales de Australia y a sensibilizar a los australianos sobre este modo de consumo.

Mark Hemetsberger, del departamento de marketing, asegura que: “las empresas sociales han existido aquí desde siempre. La caridad forma parte de la mentalidad de los australianos. Pero Melbourne resulta interesante porque se trata realmente de la ciudad progresista de Australia que destina una parte importante a los deportes, a las distintas culturas y al arte”.

“En 2010, había unas 20.000 empresas sociales que empleaban a 300.000 personas y contribuían a cerca del 2-3% del PIB. Pensamos que 5.000 de ellas se encuentran en Victoria”, apunta Hemetsberger.

Hecho público el 7 de junio de 2016, el informe Finding Australia’s Social Enterprise Sector 2016 elaborado por el Centre for Social Impact Swinburne, en asociación con Social Traders, muestra que en lo que concierne a los sectores representados, el sector de servicios ocupa con diferencia el primer lugar (68%) mientras que en 2010, el sector en cabeza era la educación.

Kevin Louey, consejero en desarrollo económico de la ciudad de Melbourne, añade: “Melbourne está considerada como el corazón de las empresas sociales en Australia. Constatamos un número cada vez mayor de este tipo de empresas, particularmente en el ámbito de cafés y restaurantes. La ciudad de Melbourne les apoya asignando cada año subvenciones por un total de 100.000 AUD”.

Para aspirar a una subvención es necesario justificar la creación de empleos para personas desfavorecidas: refugiados, ex refugiados, sin techo, aborígenes, parados de larga duración, discapacitados físicos o mentales.

En Social Studio, la ropa que se vende en la tienda ha sido fabricada por refugiados de Tanzania, Burundi, Sudán del Sur, Liberia, Eritrea…

Andrea Philippou Latino, directora general de la empresa, precisa: “Intentamos ser sostenibles utilizando restos de tela que obtenemos de fabricantes. Colaboramos asimismo con la esfera artística local”.

Desde hace seis años, los refugiados pueden recibir gratuitamente formación en producción y diseño textil. Una cafetería adyacente los forma asimismo en los distintos oficios de la restauración.

Philippou Latino reconoce que, en Melbourne, la creación de su propia empresa social se ha convertido casi en “una moda”.

“Pero esto se debe también a que se trata de una ciudad multicultural, donde abundan las personas creativas y que aprecian la comida. Muchos quieren hacer más por la comunidad. En Social Studio, queremos brindar oportunidades a los refugiados y que se sientan seguros. Aunque seguimos encontrando dificultades para pagar el alquiler o las facturas, siempre terminamos encontrando el dinero necesario gracias a subvenciones y a recaudaciones de fondos”.

Cédric Kadile, un francés encargado de la producción en la empresa, analiza: “Los australianos son personas muy abiertas. Tienen un considerable poder adquisitivo por lo que pueden permitirse mantener este tipo de causas asociativas”.

En STREAT, icono de las empresas sociales en Melbourne, el objetivo social del café figura anunciado en grandes letras sobre la pizarra, junto al menú: formar a los jóvenes con dificultades (a menudo sin techo) en los distintos oficios de la restauración.

Ryan McDonald, de 31 años, es el encargado desde hace seis meses del café de Flemington. “Es la primera vez que trabajo en una empresa social y veo realmente el impacto que tiene sobre estos jóvenes. Algunos están nerviosos y temen la interacción con los clientes. Así que intentamos adaptarnos a sus necesidades. Además, seguimos manteniendo el contacto con ellos después de terminar su formación”.

Para Mark Daniels, que dirige el departamento de marketing de Social Traders, se constata una clara tendencia: “al frente de este sector encontramos una generación de jóvenes de menos de 35 años que quieren hacer negocios, y que, a la vez, buscan hacer el bien”.

Las empresas sociales continúan ganando credibilidad. Y es que, según Daniels, "los australianos han comprendido que comprar en una empresa social local puede tener repercusiones mucho mayores que limitarse a donar 500 AUD (370 USD) a una obra caritativa. Las empresas sociales representan verdaderamente el futuro”.

Este artículo ha sido traducido del francés.