Humoristas gráficos árabes quieren demostrar que la pluma es más poderosa que la espada

Humoristas gráficos árabes quieren demostrar que la pluma es más poderosa que la espada

Los humoristas gráficos en la región árabe se sitúan a la vanguardia de una batalla a favor de la libertad de expresión y la democracia, pese a enfrentarse a una considerable oposición y grandes peligros, como demuestra la viñeta de Khalid Albaih titulada “Perseguir la idea”.

(Khalid Albaih)
Artículos

La libertad de expresión en la región árabe puede pagarse muy caro, especialmente para los humoristas gráficos. Remontándonos ya a 1987, cuando el dibujante palestino Naji Salim Al-Ali, creador del personaje icónico Handala, fuera asesinado de un tiro en Londres por un individuo no identificado, los peligros de una mordaz crítica socio-política en la región resultan muy evidentes. Y desde la denominada Primavera Árabe de 2011, los riesgos no han hecho sino aumentar.

El violento ataque contra Ali Ferzat, actual director de la Asociación de Caricaturistas Árabes, en 2011, constituye tan solo un ejemplo. Agentes del régimen sirio le rompieron ambas manos en represalia por sus caricaturas satíricas del Presidente Bashar Al-Assad.

La detención en 2013 del dibujante egipcio Magdy El Shafee, autor de la aclamada novela gráfica Metro, es otro ejemplo. Permaneció retenido en la infame prisión egipcia Tora por haber intentado mediar entre simpatizantes y opositores de los Hermanos Musulmanes.

Pero a pesar de los peligros, los humoristas gráficos de la región árabe continúan luchando por la libertad de expresión.

El dibujante sudanés Khalid Albaih, creador de la página Facebook Khartoon!, Nadia Khiari, creadora de Willis from Tunis para intentar encontrar un sentido a los cambios registrados en Túnez tras la caída de Zine al-Abidine Ben Alí poniendo término a 23 años en el poder, y el caricaturista sirio-palestino Hani Abbas – galardonado con el Premio Internacional al mejor caricaturista de prensa 2014 – son sólo algunos de aquellos que se sitúan en primera línea de la lucha, con su visión política y su humor. Equal Times hablo con los tres durante el Festival di Internazionale celebrado en Ferrara, Italia, el pasado mes de octubre.

Para Khiari, el poder perdurable de la pluma es obvio: “Las caricaturas son herramientas de comunicación. Su fuerza radica en su impacto rápido y directo. Vivimos en una sociedad desechable, así que es importante utilizar las imágenes de forma inteligente. Exponer la absurdidad de algunos políticos también constituye una forma de lucha”.

Albaih, que actualmente está exilado en Doha y que se describe como un “revolucionario virtual”, considera que internet ha sido una herramienta crucial para diseminar sus ideas.

“Trabajo en línea, a través de las redes sociales. La gente que recurre a las redes sociales normalmente no se molesta en leer textos largos, así que me limito a un recuadro donde intento plantear una pregunta de manera simplista o iniciar una conversación. Pretendo hacer viñetas que puedan comprender tanto mi madre como un joven de 16 años”.

Albaih, cuyo padre pertenecía al régimen derrocado por el Presidente Omar Al-Bashir en 1989, comenta: “Crecí rodeado de política, y la política es el motivo por el que ahora no tengo hogar”.

No es de extrañar por tanto que, a partir de 2011, sus dibujos con una fuerte carga política hiciesen que fuese considerado un “artista de la revolución”. Hoy en día, activistas desde Sudán a Yemen o el Líbano recurren al trabajo de Albaih en apoyo a sus movimientos y sus ideales.

En cambio para Abbas, las redes sociales también suponen un peligro. En 2012, fue amenazado por agentes de las fuerzas de seguridad sirias por haber dibujado una flor representando la inmortalidad de la revolución siria. Temiendo por su vida, huyó del país y actualmente está exilado en Suiza.

“Los países árabes están llenos de contradicciones y sucesos. Puede adoptar la forma de una auténtica confrontación entre el dibujante y el régimen gobernante, de manera que una viñeta puede suponer la cárcel… o incluso la muerte”.

Pero Abbas admite sentir también la presión de las limitaciones impuestas por la sociedad. “Existen muchas complejidades y no se pueden hacer dibujos sobre ciertos temas”.

 
¿Limitaciones a la libertad de expresión?

Tras los ataques terroristas en París el pasado mes de noviembre, la tentación de utilizar el miedo como motivo para recortar unas libertades civiles duramente ganadas a cambio de la ‘seguridad’ está en aumento. Como resultado de ello, los ilustradores gráficos y los artistas se ven atrapados entre la defensa de la libertad de expresión y el debate sobre la responsabilidad que ésta entraña.

Muchos dibujantes árabes empuñaron sus lápices en solidaridad tras el atentado perpetrado contra las oficinas de la revista satírica francesa Charlie Hebdo, que se cobró 12 vidas.

“Me entristece mucho lo ocurrido, como colega de las víctimas”, afirma Abbas, y continúa diciendo: “Pienso que el diálogo [sobre la libertad de expresión] que tuvo lugar tras estos hechos es muy importante, para poder comprender la mentalidad del otro, de manera que podamos basarnos en ello”.

Para Albaih, los trágicos sucesos de enero de 2015 han abierto un importante debate: “Cuando se tiene el poder de la libertad de expresión, ¿qué se pretende, crear puentes o profundizar la brecha existente entre unos y otros?”, plantea.

“Los franceses, los europeos, siempre se declaran a favor la libertad de expresión, ‘decimos cualquier cosa sobre el Papa, sobre Jesús…’ pero en realidad no entienden dónde viven otras personas. Algunos dibujantes han perdido la vida por motivos mucho menos estúpidos que dibujar al Profeta y de hecho, históricamente, el Profeta ha sido dibujado muchas veces. No es ése el problema”.

El ‘problema’, explica, es mucho menos complejo. “En la región árabe no tenemos héroes. Nuestros políticos son corruptos, nuestros deportes son una porquería, la gente no tiene nada a lo que aspirar, así que tanto si uno es religioso o no, en lo que se cree es en una persona pura”.

Todo esto implica que ser caricaturista político en la región árabe entraña una responsabilidad considerable. “Con nuestras caricaturas no pretendemos simplemente dibujar viñetas graciosas. Se trata de una situación de vida o muerte para nosotros, cada día. Si otros quieren hacer chistes, me parece muy bien, pero para nosotros no es sólo un chiste, es nuestra vida”.

 
¿Invierno árabe?

Entre los numerosos tópicos que aparecen en la prensa occidental sobre la región figura la idea de que la ‘Primavera Árabe’ ha desembocado en un ‘Invierno Árabe’.
Pero para Abbas esto es una falacia.

“Respecto a la Primavera Árabe, quisiera preguntar a las potencias mundiales ¿Qué hicieron para esta Primavera? ¿Por qué no estuvieron apoyando a la población? El mundo occidental pidió a los árabes que se movilizaran por la libertad y la revolución, pero al mismo tiempo continuó apoyando a los dictadores”.

El derrocamiento de los presidentes tunecino y egipcio Ben Alí y Hosni Mubarak en enero y febrero de 2011 respectivamente, brindaría una importante oportunidad para mejorar las relaciones entre Occidente y el mundo árabe.

Pero, tal como quedó demostrado durante la reciente visita al Reino Unido del antiguo jefe del ejército y actual presidente de Egipto, Abdel Fatah Al Sisi, las violaciones de los derechos humanos no constituyen un obstáculo para los acuerdos comerciales y diplomáticos.

Una de las principales consecuencias geopolíticas post-2011, no obstante, ha sido el hecho de que el centro cultural y de poder se ha desplazado de las capitales tradicionales del mundo árabe como El Cairo, Bagdad y Beirut, hacia metrópolis del Golfo como Abu Dhabi, Dubai y Doha.

Albaih, co-fundador del Centro de Arte Contemporáneo de Jartum y que dirige además los equipos de instalación y diseño de arte público de la Autoridad del Museo de Qatar, afirma que con los nuevos centros políticos llegan nuevos centros para el arte y la disidencia; está convencido de que la consolidación de espacios tanto físicos como virtuales para la libre expresión es un desafío apremiante.

“Tras la Primavera Árabe, la gente tenía una actitud positiva y estaba ansiosa por ejercer su libertad de expresión. Ahora, con todo lo que ha ocurrido, estamos atravesando una transición, pero también se está produciendo mucho arte. Es un proceso que está en marcha y nuestra labor como intelectuales y como artistas es contribuir al cambio”.

Aunque Khiari rechaza el concepto de ‘Invierno Árabe’, reconoce que la lucha para construir sociedades libres y justas en el mundo árabe apenas ha empezado. “Nuestra situación [en Túnez] en comparación con otros países que han experimentado esta Primavera, es bastante buena.

Pero esto ocurrió porque la libertad, la dignidad, el trabajo, y la lucha contra la injusticia social, la corrupción y el nepotismo impulsaron esta revolución. Desgraciadamente, los problemas aún siguen ahí. El proceso democrático lleva mucho tiempo”.

“La liberta de expresión [en Túnez] es una de las pocas victorias concretas de dicha revolución. Durante décadas fuimos acallados. Puesto que ahora podemos hablar a pesar de los intentos de silenciarnos, yo estoy determinada a ejercer este derecho fundamental que hemos adquirido a un alto costo de sufrimiento y vidas humanas, en Túnez como en otros lugares del mundo. ¡Si cedemos al miedo estamos perdidos!”.

 

Este artículo ha sido traducido del inglés.