Indonesia dobla su producción de aceite de palma

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A principios del presente mes, Indonesia – el mayor productor mundial de aceite de palma – introdujo un subsidio al biocombustible de 4.000 IDR (0,30 USD) por litro, cotizándose a 50 USD el barril de aceite de palma crudo para la exportación.

El aceite de palma es el principal producto básico que exporta Indonesia, pero los precios están cayendo, y el país busca incrementar la demanda interior – y fomentar al mismo tiempo su autosuficiencia energética – promoviendo el uso de biocombustibles.

“Indonesia ha plantado en exceso” indica Dave McLaughlin, Vicepresidente para agricultura del World Wildlife Fund. “La oferta está superando la demanda, por lo que los precios actuales son los más bajos desde hace seis años”.

En base al nuevo plan, los incentivos para el consumo interior aumentarían considerablemente.

La promoción del biocombustible en Indonesia podría compensar con creces la caída global de la demanda, incrementando aún más el número de bosques amenazados, pero representaría apenas un avance marginal hacia el objetivo declarado de autosuficiencia energética.

Por el momento, la demanda de aceite de palma proviene de su utilización para biocombustibles en Europa, aceites hidrogenados en EE.UU. y, cada vez más, aceites de cocina en China y en India.

Durante la última década, su aumento ha ocasionado que los bosques tropicales indonesios hayan sido talados a un ritmo sin precedentes.

Actualmente, la demanda está reduciéndose, en parte debido a campañas mundiales poniendo de relieve el impacto destructivo que tiene el cultivo de aceite de palma sobre los bosques, los orangutanes y la biodiversidad en general, que está obligando cada vez a más compañías a comprometerse a luchar contra la deforestación.

“Cada vez se intensifica más la presión de grupos ecologistas en los mercados sensibles, lo que está revirtiendo en las compañías”, indica Krystof Obidzinski, un experto en aceite de palma del Centro para la Investigación Forestal Internacional, con sede en Indonesia.

“Algunos de esos mercados empiezan a ser inciertos para el aceite de palma”.

De hecho, la Unión Europea empezará a aplicar unas normas sobre el carbono que requieren que el aceite de palma importado cumpla ciertos requisitos en cuanto a las emisiones máximas de carbono para 2017.

De momento, la gran mayoría del aceite de palma indonesio no cumple dichos requisitos a causa de su alta huella de carbono. Además, apenas un reducido porcentaje del aceite de palma indonesio cuenta con la certificación de no contribuir a la deforestación.

“En Riau, el Ministro de Silvicultura afirmó que el 50% del aceite de palma producido era ilegal, lo que equivale a dos millones de los cuatro millones de hectáreas”, comentó McLaughlin, haciendo referencia a la provincia de Sumatran donde se produce la mayor parte del aceite de palma en Indonesia, y sus desafíos en relación con la deforestación.

Si se promueven los biocombustibles en Indonesia según lo anunciado, los esfuerzos globales por reducir la deforestación y proteger la biodiversidad del país podrían no haber servido para nada.

“Quedan grandes extensiones de tierra no explotada – varios millones de hectáreas que se destinarán a plantaciones de palma de aceite”, indicó Obidzinski.

 

Objetivos inalcanzables

Los planes del Ministerio de Energía respecto a los biocombustibles parece ambicioso: 3,5 millones de toneladas al año, el doble respecto a los 1,7 millones de toneladas producidas en 2014.

Pero Indonesia es un país de 240 millones de personas y con una demanda energética en rápido crecimiento. Importó 690.000 barriles de crudo al día el año pasado, cifra que se ha incrementado en un 6,6% cada año.

Es por ello que aunque el motivo aducido por el Estado para la aplicación del subsidio sea la seguridad energética, muchos expertos consideran que los biocombustibles no tendrán un efecto considerable a corto o medio plazo en lo que respecta al consumo energético indonesio.

“Ninguna fuente de energía por sí sola va a resolver el problema”, afirma Obidzinski, que no piensa que los biocombustibles, ni siquiera en el mejor de los casos, lleguen a constituir un porcentaje importante de la combinación energética de Indonesia a corto o medio plazo.

En cambio, los beneficios serán esencialmente económicos, ayudando a las grandes empresas.

“La política busca proteger la industria y reducir la incidencia de la toma de decisiones externas”, indicó Will McFarland del Instituto de Desarrollo de Ultramar, con sede en Londres, que publicó recientemente un informe sobre los subsidios al aceite de palma.

“Cubriendo una mayor parte de la demanda a nivel interno, Indonesia asume más el control sobre el volumen y los precios”.

Aviva Imhof, de la ONG australiana sobre energía renovable, Sunrise Project, argumenta que la independencia energética únicamente se conseguirá con una transformación hacia la energía renovable, que el archipiélago, con sus numerosas islas soleadas y cadenas volcánicas, tiene en abundancia.

“Hay mucho que podría hacerse. Existe un potencial geotérmico significativo, que requiere contar con el apoyo gubernamental”, indicó Imhof.

“La eficiencia energética podría mejorarse, especialmente en Java. No se ha hecho nada respecto a la energía solar”.

Una mayor inversión en estas energías podría resultar increíblemente beneficiosa para los bosques y la biodiversidad en Indonesia.

 

Este artículo ha sido traducido del inglés.