La cuestión étnica de Afganistán obstaculiza su futuro digital

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El nuevo Gobierno de Afganistán no ha respetado los plazos establecidos en repetidas ocasiones para la introducción de nuevas tarjetas de identidad biométricas, lo cual está alimentando la frustración entre el público.

El tema de la introducción de una nueva tarjeta de identidad nacional se discutió por vez primera en 2010, tras las elecciones presidenciales de 2009 que estuvieron marcadas por la corrupción y la violencia.

La incorporación de una tarjeta de identidad biométrica fue percibida como un paso crucial en pos de la transparencia electoral, ya que incluiría la información de cada votante registrado.

Pero la división que se ha producido con respecto a la delicada cuestión de la etnicidad ha estancado el proceso de lanzamiento de las tarjetas.

Por una parte están los que consideran que en el apartado de nacionalidad de la tarjeta sólo debería aparecer la mención “afgano”; y por otra están los que quieren que se establezca la etnia específica de cada persona.

También hay un grupo, cada vez más notorio, que piensa que debería omitirse por completo toda referencia a la nacionalidad o a la etnia y especificarse únicamente el nombre oficial del país: República Islámica de Afganistán.

Afganistán es una sociedad multinétnica con una población de 31 millones de habitantes, pero muchos miembros del grupo mayoritario de los pastunes (que constituye aproximadamente el 42% de la población) se consideran los verdaderos herederos del título de “afgano”.

En consecuencia, quieren que los grupos étnicos más reducidos, como los tayikos, los hazaras y los baluchis, sean identificados por su propio nombre étnico.

La historia de Afganistán ha estado marcada por una serie de conflictos sangrientos entre diversos grupos étnicos y tribales, conflictos que se siguen dando hoy en día en muchos sectores de la sociedad.

Efectivamente, numerosas minorías étnicas de Afganistán consideraban a los talibanes como una milicia de los pastunes, más que como un grupo radical promotor de ideas fundamentalistas en nombre del Islam.

Asimismo, existe una nueva generación de pastunes metropolitanos que se sienten presionados por ambos lados: por una parte, las fuerzas anti-talibanes, que identifican a todos los pastunes como extremistas; y, por otra, los talibanes, que tienen a los pastunes urbanos en su punto de mira debido a su proximidad y a su liberalismo.

Todos estos factores han contribuido a la complicación de la cuestión de la identidad étnica con respecto a las tarjetas de identidad nacionales, pero los encargados de obtener la información de los votantes dicen que la situación es menos problemática en las zonas urbanas que en el Afganistán rural.

“Nos hemos encontrado con el problema de la etnicidad en diversas partes de Kabul”, explica Najibullah, un voluntario que rellena los datos de las solicitudes de tarjetas de identidad en la zona de Ahmad Shah Baba de Kabul. “Pero le hemos dicho a todo el mundo que esto no es competencia nuestra, y la gente parece entenderlo.”

 

¿Una solución viable?

Parece que la solución del Gobierno a la cuestión de la identidad étnica va a ser registrar la etnicidad de cada persona en el chip electrónico de la tarjeta, sin que la información aparezca visible sobre la tarjeta en sí. Al parecer también se omitirá la declaración de nacionalidad.

Humayoun Mohtat, Director de la Autoridad Emisora de Tarjetas de Identidad Biométricas, declaró a Equal Times que aunque todavía no se ha fijado una fecha para el lanzamiento de las nuevas tarjetas de identidad, los afganos pueden estar seguros de que las tarjetas han sido elaboradas conforme a las normas internacionales.

“El Parlamento va a respaldar las normas internacionales, prescindiendo de especificar la nacionalidad sobre la tarjeta y anotándola en cambio en los datos de registro de la misma”, afirma.

Pero para las personas que exigen que su nacionalidad y/o etnicidad aparezca en las nuevas tarjetas, esto es inaceptable.

Muchos de los pastunes de Afganistán consideran que, a pesar de ser el grupo mayoritario del país, están siendo deliberadamente marginados en los procesos políticos nacionales.

Por su parte, las minorías étnicas sostienen que el uso del término “afgano” (que históricamente es sinónimo de pastún) permite al grupo dominante del país ocultar y exagerar cuántos son realmente para obtener de esta forma beneficios políticos.

Kamal Saadat, activista político de origen pastún y representante de una coalición de grupos políticos y comunitarios que defienden la nacionalidad, declaró en una multitudinaria rueda de prensa celebrada en Kabul a principios de enero que estas tarjetas eran absurdas.

“Nos gustaría reunirnos con el Presidente y el Parlamento, y si no responden a nuestras demandas vamos a organizar manifestaciones a escala nacional”, dijo, advirtiendo que el asunto de la nacionalidad era cuestión de “vida o muerte”.

En nombre de todas las organizaciones que se han sumido a la protesta, advirtió que si el Gobierno no incorporaba la mención “afgano” en los documentos de censo y de identidad, tratarían de iniciar un proceso de destitución contra el Presidente Ashraf Ghani.

El Presidente, por su parte, ha evitado hacer comentarios directos al respecto, pero las noticias publicadas esta semana, según las cuales por fin ha hecho pública la constitución de su nuevo gabinete (más de tres meses después de llegar al poder), significa que el próximo paso en lo referente a la cuestión de las tarjetas de identidad es inminente.

Sin embargo, el analista de derechos humanos Nizamuddin Katawazi opina que los habitantes de Afganistán no deberían luchar por algo que, en última instancia, ha sido diseñado para mejorar sus vidas.

“Las tarjetas biométricas pueden aportar muchos beneficios al país. Por ejemplo, los futuros procesos electorales podrían ser más transparentes, y la prestación de servicios públicos sería también más sencilla”, declaró a Equal Times, añadiendo que los críticos deberían tener esto presente.

Pero al tiempo que este país destrozado por la guerra entra en una nueva y difícil era de autonomía tras finalizar la misión de combate de la OTAN el pasado 28 de diciembre, unificarlo bajo una identidad única sigue siendo una de las batallas futuras más complicadas.

 

Este artículo ha sido traducido del inglés.