La lucha de las mujeres indias contra las violaciones

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Diciembre de 2012. Un domingo por la noche, una estudiante de medicina de 23 años regresa a casa con un amigo después de una sesión de cine. Ambos son atacados en el autobús por un grupo de hombres. A ella la violan varias veces y poco después fallece. A su amigo le golpean con una barra de hierro.

El incidente provocó manifestaciones masivas para exigir que se tomaran medidas. Los tres agresores fueron condenados a pena de muerte. En marzo del año siguiente, el gobierno aprobó un proyecto de ley con una definición más amplia del término “delitos sexuales” que incluía la penetración forzada con cualquier objeto, el acoso, las agresiones con ácido y la desnudez forzada.

La ley se aprobó tras la publicación de un informe del Comité del Juez Verma en el que se denunciaba “la incapacidad del gobierno de proporcionar un entorno seguro y digno para las mujeres de India, las cuales están constantemente expuestas a la violencia sexual”.

Desde el ataque, han aumentado las denuncias de casos de violación en India. Según la Oficina Nacional de Registro de Delitos, en 2014 hubo 337.922 denuncias de violencia contra mujeres (incluidos violación, crueldad y secuestro), lo cual significa un aumento del 9% desde 2013.

La cifra de denuncias de violaciones en el país también aumentó en un 9%, hasta alcanzar los 33.707 casos en 2014.

Sin embargo, muchos opinan que el tema de las violaciones todavía no se está abordando con la seriedad que merece. La violación conyugal sigue siendo legal. La Ministra para el Desarrollo de Mujeres y Niños, Maneka Gandhi, alegó recientemente que la violación conyugal no se podía tipificar como delito porque la sociedad india considera “el matrimonio como un sacramento”.

El año pasado, una víctima de la violencia doméstica de 28 años que ya había interpuesto una demanda contra su marido, presentó un recurso ante el Tribunal Supremo para que suprimiera la exención de la violación conyugal. El recurso fue desestimado. Un segundo recurso en nombre de varias organizaciones de los derechos de la mujer también fue desestimado.

 

Se ha avanzado, pero aún queda mucho por hacer

Runjana Kumari, una de las principales activistas indias de los derechos de la mujer y directora de la ONG Center for Social Research (con sede en Nueva Delhi), destaca que aunque las cifras oficiales son mucho más bajas que las reales, cada vez más mujeres están alzando la voz para denunciar casos de violencia.

“Los datos se han duplicado en Delhi. Todavía no han aumentado lo suficiente, pero sí se nota un aumento desde épocas anteriores”, explica Kumari a Equal Times. “La ley se ha vuelto muy rigurosa y define el término ‘violación’ de una manera muy amplia. El marco penal también es muy riguroso”.

“Llevamos 30 años tratando este tipo de casos, pero ahora la gente está más atenta y hay mucha más repercusión mediática”, asegura. “La gente está dispuesta a participar en manifestaciones. La situación ha cambiado”.

Sin embargo, el estigma social, en especial cuando la violencia sexual se da dentro de la familia, sigue siendo generalizado, explica Kumari. Muchos agentes de policía siguen sin tomarse en serio los casos de violencia y suelen culpar a las víctimas.

Durante la videoconferencia con Equal Times, Kumari tuvo que interrumpir varias veces la entrevista para responder a llamadas telefónicas relacionadas con el caso de una niña que había sido violada en la calle la noche anterior en el sur de India.

“Los agentes de policía dicen que estamos exagerando [la situación], pero en realidad están intentando ocultarlo todo. Tenemos que denunciar casos como este una y otra vez”, asegura.

La policía hace hincapié en que la víctima no denunció el incidente, pero Kumari afirma que muchas mujeres tienen demasiado miedo como para acudir a la comisaría. “Les van a culpar y preguntar ‘¿Por qué llevabas esa ropa? ¿Qué relación tenías con ese hombre? ¿Qué hacías en la calle a esas horas?”.

Para que la situación cambie, Kumari cree que tiene que haber más mujeres en puestos de poder.

“Cuantas más mujeres haya en puestos de poder, en empresas o en el ámbito político, más participarán en la elaboración de políticas. Hasta entonces, este tipo de agresiones seguirán produciéndose porque siempre estamos en el bando débil, el que solicita protección y acciones policiales”.

 

No solo en India

La violencia sexual contra las mujeres es una preocupación a nivel mundial. En Estados Unidos, cada año hay unas 293.000 víctimas de agresiones sexuales. Según la Red Nacional contra la Violación, el Abuso y el Incesto, las agresiones sexuales que se denuncian también están muy por debajo del número real; el 68% de los casos no se denuncian y tan solo el 2% de los violadores cumplen penas privativas de libertad.

Un informe del Instituto Europeo de la Igualdad de Género reveló que la violencia sexual ha afectado al 35% de las mujeres en la República Checa, al 28% en Dinamarca, al 13% en Alemania y al 17% en Polonia.

Asimismo, el instituto destaca que los casos de violación denunciados en Europa abarcan del 1 al 12% del total y que un porcentaje incluso menor de los casos acaban en juicio.

Sin embargo, India está en el punto de mira porque cada vez más mujeres están protestando contra la violencia de género y ahora los medios de comunicación informan con regularidad sobre las violaciones.

Aun así, la culpabilización de las víctimas sigue siendo generalizada. La reportera gráfica Smita Sharma advierte que aunque los medios de comunicación indios informan sobre los casos de violencia, a menudo la información no es lo suficientemente sensible como para cambiar la mentalidad de la gente; los reportajes de televisión suelen incluir detalles insidiosos sobre asuntos como qué ropa llevaba puesta la víctima cuando fue agredida.

“Los medios de comunicación indios están informando sobre el tema, pero no tanto como deberían. Nunca muestran la perspectiva de la superviviente ni los retos a los que se enfrenta”, asegura.

“Nadie está intentando averiguar por qué los hombres se comportan así. Siempre hay alguna excusa para culpar a las mujeres y justificar las acciones de los hombres”, añade.

Sharma decidió fotografiar a las víctimas y seguir sus casos para averiguar qué ocurre después de la traumática experiencia. Tras hablar con unas 30 víctimas, descubrió que más del 90% de los casos no se denuncian.

Esta fotógrafa de 35 años, con sede en Calcuta y Nueva York, ahora quiere rodar una película para proyectarla en pueblos de toda India. Su reciente campaña en la plataforma Kickstarter logró más de 400 patrocinadores que contribuirán con 30.000 USD para ayudarle a poner en marcha su proyecto.

“Dará voz a estas niñas y mujeres y obligará a la gente a pensar”, explica Sharma. “Quiero mostrarlas como luchadoras, como heroínas”.

También ha colaborado con la policía en Hyderabad, una ciudad india del sur, para apoyar al “She Team”. Fundado en octubre de 2014, este grupo está formado por agentes de policía que patrullan en secreto la ciudad, vestidos de paisano y con cámaras ocultas. Su misión es la de reducir el acoso sexual a las mujeres en los espacios públicos.

Como parte del proyecto, Sharma quiere regalar bicicletas a las niñas para evitar que abandonen la escuela debido a las agresiones sexuales. A muchas de ellas las violan cuando regresan a casa a pie.

 

Las Brigadas Rojas

En los últimos años han surgido cada vez más campañas para ayudar a las víctimas de la violencia en India, para luchar contra el estigma social y para exigir al gobierno que aplique leyes más estrictas, así como para fomentar la igualdad entre hombres y mujeres.

La campaña Right to Pee(Derecho a Orinar) es una colaboración entre activistas y organizaciones benéficas que luchan para que las mujeres tengan un mejor acceso a unos aseos públicos gratuitos y limpios.

También existen iniciativas como las Brigadas Rojas, en las afueras de la ciudad norteña de Lucknow. Este colectivo formado solo por mujeres enseña autodefensa a otras mujeres y niñas y se encarga de los hombres que han cometido agresiones sexuales.

“Primero hablamos directamente con el agresor. Luego hablamos con sus padres. El tercer paso consiste en acudir a la comisaría de policía”, explica a Equal Times Usha Vishwakarma, de 27 años y fundadora de las Brigadas Rojas. “Si el agresor sigue sin admitir que lo que hizo estuvo mal, entonces entramos en la fase de acción”.

La ‘fase de acción’ consiste en grupos de cuatro o cinco brigadistas rojas que golpean y humillan públicamente a los agresores.

Muchas de las jóvenes de las brigadas son supervivientes de violaciones y episodios de violencia de género, entre ellas la misma Usha. Un profesor compañero de trabajo casi la violó; Usha consiguió escapar únicamente porque los vaqueros que llevaba eran demasiado difíciles de quitar. Esta terrorífica experiencia quizá fue lo que la motivó para intentar luchar contra la violencia sexual a una escala mucho mayor.

Según Usha, las Brigadas Rojas, fundadas en 2011 por 15 miembros, ahora están formadas por 55 ‘adolescentes activas’ y más de 8.000 miembros en toda India. Una parte importante del apoyo que ofrecen tiene que ver con ayudar a las víctimas a darse cuenta de que la violencia que sufrieron no fue culpa suya.

Purnima Nagaraja, una famosa psiquiatra con sede en Hyderabad que ha trabajado con miles de víctimas de violaciones desde 1992, asegura que la mayoría de las mujeres que trata ignoran el hecho de que las violaron y a veces incluso no reconocen la violencia que han sufrido.

“Vienen por otras cosas, como trastornos alimentarios o depresión. Luego indagamos y descubrimos que las han violado y han abusado de ellas”, explica Nagaraja.

Aunque reconoce que ahora India tiene leyes más duras, Nagaraja advierte que el país debe centrarse más en la “sensibilización en materia de género”.

Según explicó a Equal Times: “Lo que hacemos aquí [en Dhrithi Psychiatric Care, la clínica que ella fundó] es empoderar a las mujeres, proporcionarles conocimientos y hacerles entender que es algo que no tienen que tolerar”.

Shazneen Limjerwala, psicoterapeuta y autora del libro Aftermath of Rape in Gujarat: The Dialectics of Voice and Silence (Las secuelas de las violaciones en Gujarat: la dialéctica de la voz y el silencio), opina que India tiene que hacer más accesibles los sistemas médicos, jurídicos y sociales, así como los posibles aliados.

“El sistema jurídico repite la violencia debido a la lentitud de los seguimientos y la laxitud con la que aborda el asunto”, denuncia. “La gente tiene que conocer las leyes. Hoy en día, recurrir al representante legal es un proceso lleno de miedo y estigmas”.

 


Puedes ver una selección de imágenes del ensayo fotográfico "Crónicas de valentía" de Smita Sharma aquí, en Equal Times.