La nueva Constitución de Nepal se pone a prueba

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El 20 de septiembre de 2015 la Asamblea Constituyente (AC) de Nepal aprobó por muy amplia mayoría la tan debatida y tan esperada Constitución democrática del país. De los 598 miembros, 507 votaron a favor de la nueva Constitución, 25 votaron en contra y 66 se abstuvieron. Los defensores de la democracia y de los trabajadores, tanto en Nepal como en el resto del mundo, acogieron favorablemente la votación como forma de garantizar una paz duradera tras la guerra civil de diez años que se libró en el país de 1996 a 2006 y en la que aproximadamente 17.000 personas perdieron la vida.

Además, se espera que la nueva Constitución abra el camino para retomar las iniciativas de recuperación después del terremoto del pasado mes de abril, iniciativas que se encuentran estancadas debido a la falta de un Gobierno representativo.

A principios de mes, Nepal eligió al líder del Partido Comunista Khadga Prasad Sharma Oli como Primer Ministro del país, y él será responsable de la aplicación de la nueva Constitución.

“Nepal ha estado soñando durante 65 años con tener una Constitución, pero nunca lo habíamos conseguido”, declaró a Equal Times Bishnu Ramal, Presidente del Joint Trade Union Coordination Centre de Nepal (JTUCC), Presidente de la central sindical General Federation of Nepalese Trade Unions (GEFONT) y antiguo miembro de la AC.

Los partidarios aclamaron el proceso inclusivo de elaboración y consulta, así como los diversos derechos humanos y sociales que se garantizan en la Constitución. Además del derecho al empleo, la prohibición de todas las formas de esclavitud y la garantía de cuotas de empleo para las minorías y los nepalíes socialmente excluidos, la nueva Constitución consagra los derechos de las personas LGBTI. Así pues, Nepal se ha convertido en el tercer país del mundo, después de Nueva Zelandia y Australia, que expide pasaportes donde se contempla específicamente un tercer género.

Pero no todo el mundo está satisfecho con la nueva Constitución. Los defensores de los derechos de la mujer temen que se siga manteniendo la tradición patriarcal del país, mientras que, por su parte, muchos ciudadanos de las regiones meridionales pobres de Nepal, cuyos representantes se opusieron o se abstuvieron en la votación de la Constitución, piensan que el nuevo sistema federal no hará sino infrarrepresentarlos y marginarlos [nota del editor: Nepal está ahora compuesto por siete estados recientemente establecidos y cuyos nombres están por determinarse].

“La nueva Constitución ha ignorado por completo el movimiento feminista”, afirma Manjushree Thapa, escritora y defensora de los derechos de las mujeres nepalíes. “No sólo las mujeres no pueden conferir la ciudadanía a sus hijos independientemente de los hombres, sino que los niños de madre nepalí y padre extranjero no tendrán la posibilidad de ocupar altos cargos”.

También resulta preocupante el hecho de que el gigante vecino y principal socio comercial de Nepal, la India, esté interfiriendo en el proceso al tratar de ejercer su poder sobre esta pequeña nación interior.

“La India tiene unas expectativas indebidas”, dice Ramal. “Quiere microgestionar la vida política nepalí. Quiere decidir quién controla qué”.

Los actuales bloqueos a lo largo de la frontera sur con la India le han supuesto a Nepal pérdidas que se calcula rondan los 1.000 millones de USD, y las reservas de combustibles se han reducido a unos niveles tan bajos que muchos temen que los bosques del país – unos de los mejor conservados del mundo – terminen sufriendo las consecuencias de que se tenga que recurrir a la leña como fuente de energía.

 

Un largo proceso

A pesar de ser un país pequeño, con una población de 24 millones de habitantes, Nepal goza de una diversidad increíble, con decenas de idiomas, religiones y grupos étnicos en el interior de sus fronteras.

“Nepal es un país de minorías. Tenemos 125 grupos étnicos y hablamos 123 dialectos e idiomas”, explica Ramal. “Ninguno de los grupos constituye una mayoría – el grupo más grande [Khas/Chhetri] no representa más que el 17% de la población”.

Su historia es tan compleja como su composición. Nepal nunca fue directamente colonizado, y estuvo gobernado por una monarquía absoluta de reyes de la dinastía Shah hasta el año 1950. Incluso entonces, por medio de una serie de constituciones, elecciones y parlamentos, la monarquía pudo mantenerse en el poder hasta el nuevo milenio.

En 1996 estalló una insurgencia maoísta en las regiones montañosas y rurales del país, cuyo objetivo era reemplazar la monarquía parlamentaria de Nepal por una república popular, en respuesta a la centralización del poder y los recursos en la capital, Katmandú. Esto desató una guerra civil que se prolongó hasta 2005, año en que se estableció un acuerdo de paz. En 2007, por medio de una Constitución provisional, se dio el drástico paso de abolir la monarquía del país y establecer una Asamblea Constituyente encargada de redactar una Constitución permanente e inclusiva.

“Desde el acuerdo general con los insurgentes, los trabajadores y la sociedad civil se han movilizado para elaborar la nueva Constitución a través de la Asamblea Constituyente”, indica Ramal.

El proceso no debería haberse demorado tanto. La primera AC se disolvió en 2012 tras no conseguir ponerse de acuerdo en lo relativo a la Constitución, y después de las elecciones de 2013 se convocó una segunda AC. Por eso Ramal considera que la actual Constitución es tan importante para el país.

“Nepal ha soñado con tener una Constitución desde 1950, cuando obtuvimos ciertos derechos democráticos, pero nunca lo conseguimos”, dice Ramal. “Este es un momento muy histórico porque estamos cumpliendo los sueños de nuestros antepasados de hace 65 años”.

 

Desafíos

Redactar una Constitución que complaciera a todo el mundo era un desafío imposible, según indica Binda Pandey, miembro nepalí del Consejo de Administración de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

“Al tener una sociedad tan variada, no todo el mundo puede estar completamente satisfecho, pero aún así tenemos que garantizar nuestros derechos como ciudadanos, mujeres, trabajadores y diferentes etnias”.

Además, si bien la Constitución incluye varias cláusulas estrictas sobre cuestiones como la seguridad social y los derechos de los trabajadores y trabajadoras, lo que todavía está por ver es cómo el Primer Ministro Prasad Oli y su Gobierno entrante van a aplicarlas. “En la Constitución se han garantizado muchos derechos, pero nuestra pregunta es si los van a implementar adecuadamente o no”, señala Pandey.

La otra gran preocupación es la India. Según Pandey y Ramal, la India se opone a varias cláusulas de la Constitución y ha expresado su frustración aplicando un bloqueo no oficial del país. Nepal, que obtiene todo su combustible y muchos otros productos básicos de la India, está sufriendo en consecuencia.

“Pensamos que nuestros compañeros indios están actuando en contra nuestra, conociendo bien nuestras limitaciones”, dice Ramal. “El 35% de la economía de Nepal depende de la India”.

“La Constitución es un asunto interno”, recalca Pandey. “La India no debería interferir”.

Luego está, por supuesto, la evidencia imposible de ignorar: el enorme terremoto de magnitud 7,8 que devastó numerosas ciudades del centro de Nepal el pasado mes de abril. Más de 9.000 personas murieron y cientos de miles perdieron sus casas, y sin embargo las labores de reconstrucción han sido más bien limitadas.

“Debido al proceso constitucional en curso, no pudimos aplicar rápidamente las medidas de reconstrucción, ni elaborar un plan de recuperación hasta ahora”, dice Ramal. “Esperamos que con la creación de un Gobierno nacional se pueda iniciar el proceso”.

Pandey piensa que esto significa garantizar que la mano de obra nepalí participe en la labor de reconstrucción. De implementarse satisfactoriamente, esto brindaría oportunidades económicas para que los trabajadores y trabajadoras permanezcan en Nepal en lugar de marcharse al extranjero, tal y como lo hacen cada año 500.000 personas.

“Deberíamos dar preferencia a la movilización de nuestra mano de obra en el interior del país en lugar de enviarlos fuera”, dice Pandey. Las remesas de dinero de los migrantes representan el 30% del PIB de Nepal, y la inestabilidad del país y la falta de una gobernanza sólida han sido factores importantes para muchos nepalíes a la hora de decidir marcharse a trabajar, a menudo en condiciones peligrosas de trabajo forzoso, a países del Golfo y a la India.

Panday considera que la Constitución es sólo el primer paso hacia la garantía de los derechos de los trabajadores migrantes y el desarrollo de una economía nacional más fuerte para los trabajadores.

“Es preciso que se protejan los derechos de los trabajadores y las trabajadoras migrantes”, explica. “Pero aparte de eso, las iniciativas del Gobierno deberían utilizarse para crear empleo en Nepal”. El proceso de recuperación después del terremoto será la primera prueba que determinará si la Constitución puede ser un catalizador para transformar la economía.

 

Este artículo ha sido traducido del inglés.