Los derechos de los trabajadores de la industria cárnica brasileña, pasados por la trituradora

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La multinacional brasileña JBS es la principal empresa de producción y transformación de carne del mundo. Creada en los años cincuenta, en el centro de Brasil, hoy está presente en cerca de 150 países. No obstante, detrás de este éxito se esconde una vulneración sistemática de los derechos y la seguridad de sus trabajadores, denunciada por la Inspección de Trabajo y los sindicatos del país.

En enero de 2015, el Ministerio Público de Trabajo del Estado de Mato Grosso inició una acción civil pública contra JBS por permitir las horas de trabajo extraordinarias en un medio insalubre como los mataderos. El personal se quejaba de las condiciones higiénicas que se derivan de trabajar en contacto con grandes cantidades de sangre y vísceras, que pueden propagar enfermedades.

En varios de sus centros ya ha se han producido intoxicaciones por amoníaco, un fluido refrigerante potencialmente mortal: en 2015, hubo 66 personas afectadas en Santo Iniacio (Paraná) y, en septiembre de 2016, setenta personas se intoxicaron en un centro cercano a Goiânia (Goiás).

“Sintieron náuseas, vómitos, migrañas y dos personas perdieron el conocimiento”, explicó, tras el incidente, un médico de urgencias a la cadena Globo. El matadero en cuestión había recibido numerosos requerimientos de la Inspección de Trabajo. La empresa niega toda vinculación con las deficiencias constatadas anteriormente.

Estos ejemplos no son más que una ínfima muestra de los casos en los que se ha visto implicada JBS por vulnerar los derechos de sus 45.000 empleados en Brasil. A pesar de que sus competidoras, BRF (antigua Brasil Foods) o Marfrig, no son ejemplares en este sentido, JBS se lleva la palma en número de demandas judiciales.

La justicia impone sanciones a JBS con mucha frecuencia, pero sus infracciones se repiten de un estado a otro. El sector de los mataderos es conocido por el elevado número de accidentes laborales que se producen por incumplimiento de la normativa.

Según un reportaje publicado en la agencia de periodismo de investigación Agência Pública, que tuvo acceso a los datos de la Seguridad Social, cerca de 7.822 empleados de JBS se dieron de baja por enfermedad profesional o incapacidad laboral entre 2011 y 2014.

Los sindicatos denuncian la falta de capacitación del personal encargado de la limpieza de las máquinas, como las trituradoras. Y, más grave aún, para mantener el ritmo de trabajo, ponen en riesgo la seguridad del operario.

“Se encargó al operario que limpiara la máquina mientras ésta estaba en marcha, para no retrasar la producción”, explica Wagner Rodrigues, secretario general del Sindicato da Alimentação de Carambeí, a la revista Repórter Brasil, luego de un accidente en el que un joven de 28 años perdió la mano, amputada por la trituradora.

Entre otras infracciones registradas por los inspectores de trabajo y recopiladas por los periodistas de Repórter Brasil y Agência Pública, destacan el exceso de peso manipulado por los operarios (50 toneladas al día, a pesar de que el límite legal es de diez toneladas por persona).

Nunca se respetan las horas reglamentarias para los “medios extremos”, como los lugares a muy alta o muy baja temperatura, ni la duración legal de la jornada laboral —hay casos registrados de personas que trabajan cerca de 16 horas al día—. Todos estos factores aumentan el riesgo de accidentes, según los sindicatos.

 

Una enorme precariedad laboral

Según el periodista Carlos Juliano Barros, que ha investigado las prácticas de JBS y realizó un documental en 2011, “es frecuente que los responsables de las fábricas culpen a los empleados de haberse arriesgado por voluntad propia”.

En 2010, con objeto de reducir accidentes, el Ministerio Público de Trabajo puso en marcha un “programa de adecuación de las condiciones laborales en los mataderos”.
Su coordinador nacional, Sandro Eduardo Sardá, es un fiscal que instruye periódicamente causas contra JBS. “La empresa tiene una política deliberada de precarización de los derechos de los trabajadores”, asegura a Equal Times.

Y no es que la multinacional atraviese dificultades. De hecho, encabeza a las empresas privadas del país, con una cifra de negocio de 120.000 millones de reales en 2014 (37.000 millones de USD). Además, se beneficia de los fondos públicos que recibe a través de la banca nacional de desarrollo, BNDES.

“El ritmo de trabajo es incompatible con la protección de la salud de los trabajadores”, lamenta el fiscal.

Las visitas de inspección a los mataderos, a las que proceden conjuntamente inspectores, médicos de trabajo y sindicatos, condujeron al cierre judicial de varios centros de empresas del sector, entre ellos JBS. En otros casos, se firman con ellas acuerdos en los que se comprometen a adoptar las medidas precisas.

“BRF cambió hace dos años su discurso, reconoció ciertos problemas y procedió a firmar acuerdos con nosotros; pero JBS continúa negándolos”, manifiesta Sardá, que acusa a esta última de continuar practicando dumping social.

JBS, siglas de su fundador, José Bastista Sobrinho, tiene, no obstante, publicado en su página web un Manual de conducta ética, en el que proclama que “su activo más estimado es el capital humano” (pág. 17).

Contactada por Equal Times, la responsable de comunicaciones de JBS afirma que “la mejora del entorno laboral” es una de las “preocupaciones constantes” del grupo.
Sin embargo, el fiscal habla de ritmos de trabajo tres veces superiores a la media en las cadenas de determinados mataderos. E incluso de la falta de equipos de seguridad o equipos de mala calidad adquiridos por estar de oferta.

Además, en una serie de testimonios recogidos por Repórter Brasil, las víctimas de accidentes se quejan de que la empresa les deja después en la estacada.

Para concluir la entrevista, el fiscal quiere subrayar que “es preciso que la gente sepa que la carne producida en Brasil y exportada a Europa es elaborada al precio de grandes sufrimientos humanos”.

 

Este artículo ha sido traducido del francés.