Los londinenses en pie de guerra frente a la crisis de la vivienda

En un país en el que más de 200.000 viviendas permanecen desocupadas durante periodos de larga duración y en el que una morada cuesta de media siete veces más que los ingresos medios, algunas de las víctimas de la penuria de viviendas en Gran Bretaña se han movilizado para conseguir un lugar digno y más asequible donde vivir.

“Estamos aquí todas las semanas, ofreciendo nuestro apoyo y enseñando a la gente cómo contraatacar’’, explica a Equal Times la activista Jasmin Stone desde un puesto callejero en Stratford (en el distrito londinense oriental de Newham), donde el plan de remodelación que se llevó a cabo en la zona para los Juegos Olímpicos de Londres de 2012 y que costó millones de libras no benefició a mucha gente.

“Nosotros les aconsejamos: ‘Organicen manifestaciones, ocupen los ayuntamientos, nosotros les apoyaremos. Hablen con los cargos electos del municipio, con los concejales, con los diputados... Pero no les supliquen. No les pidan consejo. Presiónenles para que hagan el trabajo que se supone que deberían estar haciendo’”, afirma.

Y según Stone, la presión está funcionando: “Todas las semanas conocemos a gente a la que llevan años diciéndole que no hay viviendas. En cuanto han empezado a mostrar resistencia y a contraatacar, de repente les realojan. El ayuntamiento les encuentra algo, aunque siempre les habían dicho que no había nada”.

Esto mismo es lo que le sucedió a Stone hace tres años, cuando se convirtió en una activista de la vivienda. Tenía 19 años y junto a otras 28 jóvenes madres solteras recibió una notificación de desalojo de un hostal en Stratford llamado Focus E15.

El ayuntamiento se ofreció a realojar a las mujeres a cientos de kilómetros de Londres, donde no contaban con una red familiar ni de apoyo. Sin embargo, tras una campaña de sensibilización de gran difusión, las ‘madres del Focus E15’ fueron realojadas en el distrito londinense de Newham.

 

Una crisis compleja

La crisis de la vivienda en Londres se puede apreciar por todas partes. En las obras para construir pisos de lujo, como los que se construyeron en el solar del hostal Focus E15. En las calles, donde el número de personas que duermen en la vía pública ha aumentado en más del doble en los últimos cinco años. Asimismo, afecta a los arrendatarios londinenses, pues ahora se gastan de media dos tercios de sus ingresos en el alquiler (hace seis años suponía la mitad de sus ingresos).

A principios de este año, el gobierno conservador de Gran Bretaña aprobó una nueva Ley de Vivienda y Planificación. Sus defensores aseguran que impulsará la adquisición y estimulará la construcción de viviendas. Sin embargo, los críticos (como Unite the Union, el mayor sindicato de Reino Unido e Irlanda) la consideran un ataque que “destruirá las viviendas sociales para siempre”.

Las viviendas sociales, entregadas por los ayuntamientos, solían ser la principal forma de vivienda asequible en Reino Unido. Pero debido a la constante reducción de las viviendas del ayuntamiento, ahora las cooperativas de viviendas gestionan la mayor parte de las llamadas viviendas “asequibles”.

El anterior gobierno redujo el presupuesto para viviendas asequibles de las cooperativas en un 60% y les permitió compensar la pérdida de ingresos mediante el cobro de un “alquiler asequible”. Dicho alquiler se define como el 80% del precio en el mercado, lo que en Londres puede significar hasta 2.400 GBP (2.680 USD) al mes. Por tanto, "no es de ninguna manera asequible para la gente de clase trabajadora”, sostiene Stone.

El sindicato Unite asegura que la nueva ley obligará a los ayuntamientos a vender las viviendas sociales sin sustituirlas por nuevos inmuebles. Además, permitirá a la gente vender a precio del mercado las “primeras viviendas” que adquirieron con una rebaja financiada por los contribuyentes tan solo cinco años después de haberlas comprado.

Asimismo, las familias que ganan 30.000 GBP (33.600 USD) al año (40.000 GBP o 44.800 USD en Londres) se verán obligadas a pagar el alquiler total al precio del mercado, aunque sus ingresos equivalen a menos de lo que ganaría una pareja con el salario mínimo.

La solución del sindicato Unite, tal y como aparece expuesta en su campaña La vivienda es un derecho humano (A Home Is A Human Right), consiste en construir un millón de viviendas nuevas para “crear más alojamientos asequibles”. Además, propone que se aplique una “regulación de los arrendadores, haciendo especial hincapié en los controles de los alquileres, que tan buen resultado han dado en Alemania y Suecia”.

Existen varias razones que pueden explicar el aumento astronómico del precio de la vivienda en Reino Unido. Debido al enorme descenso en el número de viviendas sociales que se han construido desde la década de 1980 y a una población en continuo crecimiento, el sector privado no ha sido capaz de satisfacer la demanda de viviendas. Así, los precios de la vivienda en Inglaterra se han triplicado entre 1997 y 2007.

Según la ONG Shelter, que ayuda a los sin techo, otros factores que provocaron el aumento de los precios son un largo período de crecimiento económico, un incremento de las personas que compran una segunda vivienda y los bajos tipos de interés.

Dichos tipos de interés tuvieron como consecuencia una mayor disponibilidad de los créditos hipotecarios y unos criterios de préstamo más relajados. También destacan las nuevas formas de préstamos, como las hipotecas en las que solo se pagan los intereses y las hipotecas a 50 años, así como la introducción de la hipoteca de compra para alquilar a partir de 1996.

Por tanto, “la proporción de viviendas alquiladas en el sector privado ha experimentado un progresivo aumento, mientras que la de viviendas sociales alquiladas por las autoridades locales y ocupadas por los propietarios ha experimentado su correspondiente descenso”, explica Shelter.

Actualmente hay nueve millones de arrendatarios en el sector privado. Según Shelter, una de cada tres viviendas alquiladas en el sector privado no cumple con los requisitos mínimos de una vivienda digna.

 

Incluso peor en Londres

Esta crisis es especialmente grave en Londres, donde la posición de la capital como centro mundial ha contribuido al fenómeno de la adquisición de viviendas que quedan vacías. Muchas viviendas acaban siendo compradas por residentes extranjeros, quienes, rara vez, se instalan en ellas.

Entre 2010 y 2014, una quinta parte de todas las ventas inmobiliarias en uno de los mejores distritos de la ciudad, Kensington y Chelsea, fueron llevadas a cabo por compradores extranjeros (en el caso de los inmuebles nuevos, esta cifra aumentó al 75%). El año pasado, la agencia inmobiliaria Savills calculó para el periódico The Guardian que dos tercios de los compradores extranjeros son inversores.

La organización Focus E15 (actualmente compuesta por decenas de personas y no solamente por madres solteras) cree en la acción directa para protestar por la crisis de la vivienda.

Stone nos habló de la ocupación de varias viviendas vacías del ayuntamiento que se llevó a cabo hace dos años en una urbanización. Las casas llevaban años desocupadas, supuestamente por el amianto, pero durante los Juegos Olímpicos se utilizaron para alojar a periodistas, lo cual indignó a los residentes.

“Las casas eran preciosas. Todas tenían dos dormitorios y dos de ellas disponían de acceso para discapacitados. Estaban mucho mejor que cualquiera de las viviendas en las que he visto al ayuntamiento realojar a la gente”, explica Stone.

El ayuntamiento de Newham llevó a los ocupas a juicio, pero luego se ofreció a abrir 40 de las viviendas si el grupo ponía fin a la ocupación.

“Obviamente no desperdiciamos la oportunidad”, nos cuenta. “Hasta la fecha sabemos que se han abierto 28 de las viviendas, lo cual constituye una victoria increíble. Sin embargo, todas están sujetas a contratos privados de alquiler a corto plazo”.

Según explica, una gran parte del éxito se debió a los meses de organización llevada a cabo en la urbanización para garantizar que los residentes se sintieran cómodos con la ocupación y la apoyaran.

 

Recuperación de la huelga de alquileres

Otra victoria a nivel local se logró este verano en las residencias universitarias del centro de Londres.

Tras una huelga de alquileres de cinco meses, los estudiantes del University College London (UCL) lograron una congelación de los mismos para el año académico 2016/2017, así como 350.000 GBP (391.800 USD) para financiar las becas de alojamiento destinadas a los estudiantes más necesitados.

Aunque el alojamiento estudiantil en Londres es caro de forma generalizada, las residencias de estudiantes del UCL son de las más costosas, con alquileres semanales que alcanzan las 258,90 GBP (289 USD).

Los activistas de la vivienda en la universidad calculan que los precios del alojamiento han aumentado en un 56% desde 2009 y que la universidad ha obtenido unos pingües beneficios de hasta el 40%.

David Dahlborn, activista estudiantil y organizador de la huelga de alquileres en el UCL, asegura que la clave del éxito fue la cantidad de estudiantes que secundaron la huelga.

“Basamos nuestra organización en ir de puerta en puerta por las residencias para hablar sobre los alquileres, planteando que si un número suficiente de estudiantes dejaba de pagar el alquiler, la universidad no podría desalojarlos a todos’’, explica a Equal Times.

“Solo lo íbamos a hacer si no implicaba un gran riesgo de que alguno acabara victimizado. Hicimos una referencia explícita a la solidaridad”.

Muchos estudiantes del UCL pagan su alquiler a plazos trimestrales. Cuando llegó el plazo de enero de 2016, 150 de los 5.000 estudiantes alojados en las residencias no lo cumplieron.

Según explica Dahlborn, a medida que la huelga siguió avanzando, la universidad intentó “en varias ocasiones intimidar a los estudiantes por correo electrónico”, pero como los estudiantes de otras residencias vieron que no hubo grandes repercusiones, decidieron unirse a la huelga.

En mayo, cuando tocaba pagar la siguiente cuota, la huelga ya la secundaban 800 estudiantes del UCL y varios cientos más de otras universidades londinenses.

“Es más fácil si se hacen huelgas semanales o mensuales”, destaca Dahlborn. Sin embargo, los organizadores también eran conscientes de que si la primera huelga de alquileres en ser secundada en Londres en una generación se daba en una universidad, tendrían que convencer a la gente de que esa misma táctica podría funcionar en el caso de los arrendatarios más individualizados del sector privado.

Dahlborn ofrece ejemplos de otros países y del ámbito histórico, como la huelga de alquileres de St Pancras (Londres) en la década de 1960.

“No es una coincidencia que las grandes ciudades estadounidenses donde existe un control de los alquileres también tengan fuertes sindicatos de arrendatarios y hayan experimentado huelgas de alquileres”, advierte.

El nuevo alcalde de Londres, Sadiq Khan, propuso recientemente un plan sobre alquileres en Londres, en el que el precio de los mismos se basaría en un tercio de los ingresos medios de la ciudad. Este constituye el primer intento de superar la crisis mediante la regulación.

Sin embargo, tanto para Jasmin Stone como para David Dahlborn dicha medida no es suficiente. “Exigimos viviendas dignas y garantizadas para todos, lo que para nosotros significa más viviendas municipales”, alega Stone.

“En mi opinión, la solución tiene que venir de abajo. A medida que vayamos ganando, el movimiento crecerá. Espero que la gente vea la huelga de alquileres en el UCL y diga: ‘Si ellos pueden, nosotros también’”, concluye Dahlborn.

 

Este artículo ha sido traducido del inglés.