Los municipios belgas se movilizan contra el TTIP

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Una primicia cuyo impacto podría ser considerable: desde hace algunos meses, una treintena de municipios belgas han aprobado, o están preparando, una moción exigiendo que se ponga fin a las negociaciones sobre el acuerdo de Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión, el TTIP.

La movilización viene desde abajo. Ciudadanas y ciudadanos, preocupados ante la opacidad de las negociaciones y las consecuencias potencialmente explosivas del tratado en lo que atañe a las normas sociales, medioambientales o para la salud en Bélgica, ejercen presión sobre sus representantes locales para oponerse al ambicioso proyecto de libre cambio.

Así, a raíz de una demanda ciudadana, el municipio de Watermael-Boitsfort votó “la moción más enérgica de todas en Bélgica” asegura Hugo Périlleux Sánchez, concejal municipal ecologista, en una entrevista telefónica con Equal Times.

Además de la suspensión “definitiva e inmediata” de las negociaciones, los residentes de esta pequeña zona urbana de Bruselas exigen que también se ponga fin a las discusiones sobre el acuerdo comercial ya negociado con Canadá (Acuerdo Económico y Comercial Global- AECG), así como a las negociaciones encaminadas a establecer un acuerdo comercial sobre servicios (Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios- TiSA).

La moción de Watermael-Boitsfort también tiene previsto recurrir al Tribunal de Justicia Europeo si el tratado fuera aprobado a pesar de todo por los Estados miembros de la Unión Europea.

Ante lo que consideraban como una ausencia de cobertura de los medios, Karine Wathelet y Julie Moors, las dos jóvenes de 32 años que originaron esta iniciativa, crearon un sitio web lúdico e informativo, treatthetreaty.org, para informar a los ciudadanos sobre los efectos de estos acuerdos comerciales negociados prácticamente en secreto.

De un suceso a otro, redactaron una petición y obtuvieron diez veces más firmas de las necesarias para recurrir al concejo municipal.

“Exigimos el cese inmediato de las negociaciones sobre estos tratados y tampoco queremos los tribunales de arbitraje privado. Esperamos que nuestra movilización inspire a otras ciudades, y no solamente a Bruselas”, afirman.

La misma animadversión contra el TTIP se deja escuchar en Molenbeek, un municipio más al norte de la ciudad, donde todos los partidos presentes en el concejo municipal, menos los liberales, exigen también “que se ponga fin definitivamente” a las negociaciones sobre el TTIP, el cual “constituye una grave amenaza en el ámbito económico, social, sanitario, medioambiental y cultural para nuestras democracias municipales”.

Los ciudadanos y los concejales esperan poder ejercer presión sobre las diversas asambleas parlamentarias, siete en toda Bélgica, en el momento en que el acuerdo TTIP deba ser eventualmente ratificado. Sin embargo, todo depende de la naturaleza del tratado.

En efecto, si se declara “mixto”, es decir, que afecta a otros ámbitos además del comercio, deberán ratificarlo los parlamentos nacionales.

La actual movilización ciudadana parece indicar entonces que el tratado TTIP podría ser rechazado por Bélgica, donde la oposición de algunos partidos políticos es cada vez más manifiesta. Y ello pese al compromiso del Gobierno en su acuerdo (pág. 191) de aprobar la asociación transatlántica.

Por el contrario, si el tratado se considera únicamente comercial, deberá ratificarlo solamente el Parlamento Europeo. La movilización de los municipios belgas, en caso de extenderse a otros países europeos, podría convertirse en una cuestión política importante también para los eurodiputados.

 

“Acabar con el TTIP es posible”

Es la idea que sostiene Philippe Lamberts, eurodiputado de los Verdes en el Parlamento Europeo.

A su juicio, las “posibilidades de acabar con el TTIP son reales”.

“El ACTA (Acuerdo Comercial de Lucha contra la Falsificación) ya ha sentado un precedente, pese a la mayoría con que contaba en el Parlamento. Sin embargo, era tan negativo desde el punto de vista electoral que, incluso los que estaban a favor, acabaron por votar en contra. La envergadura del TTIP es mucho mayor. Con el ACTA, salvo alguna comunidad friki, eran pocas las personas que sabían que existía. El TTIP, en cambio, yo diría que el 10% de la población está al corriente de lo que se trata. El nivel de sensibilización de la población ya es muy alto y el potencial de presión de la sociedad civil es enorme”.

Lamberts sostiene que sus “fuentes en la Comisión Europea” apuestan ahora por un cambio de estrategia centrada en “más pedagogía” con miras a que los ciudadanos acepten el tratado, ya que, afirma, la Comisión Europea “se da cuenta de que lleva las de perder”

Esta sería también la razón por la que el ejecutivo de la Unión Europea retrasaría la conclusión del tratado, anunciada para finales de año, pero que parece que se verá prologada debido a que aún no se han puesto sobre la mesa los “temas sensibles”, tales como los organismos modificados genéticamente (OMG) o los mecanismos de solución de diferencia entre Estados e inversores (Investor-State Dispute Settlement - ISDS).

Los activistas anti-TTIP, por su parte, preparan nuevas acciones cívicas, así como una ofensiva en los medios de comunicación de varios Estados miembros con el fin de extender la movilización más allá de las fronteras belgas y convertirla en un movimiento civil paneuropeo.

 

Este artículo ha sido traducido del francés.