Los refugiados encaran nuevos riesgos en las fronteras de Europa

Artículos

Construcción de vallas, expulsiones y la externalización de los controles fronterizos se han convertido en herramientas clave en la respuesta de Europa a la peor crisis de refugiados experimentada desde la Segunda Guerra Mundial, según un nuevo informe de Amnistía Internacional

Basado en profundos análisis y datos de las prácticas fronterizas europeas en Miedo y vallas: Los planteamientos de Europa para contener a las personas refugiadas, afirma que los dirigentes de la Unión Europea han intentado cerrar la entrada de refugiados, solicitantes de asilo y migrantes en el bloque de países más ricos del mundo “levantando vallas en las fronteras terrestres, desplegando cada vez más guardias de fronteras, invirtiendo en tecnología de vigilancia....”, al tiempo que intentan que los países vecinos que ya acogen a un gran número de refugiados actúen de “guardabarreras”.

“Lo único que ha conseguido la proliferación de muros a lo largo de las fronteras de Europa es incrementar las violaciones de los derechos y exacerbar las dificultades que plantea la gestión de los flujos de personas refugiadas de manera humana y ordenada”, señaló John Dalhuisen, director de Amnistía Internacional para Europa y Asia Central.

“La Unión Europea y sus Estados miembros situados en primera línea necesitan con urgencia repensar la forma de garantizar un acceso seguro y legal a la Unión Europea, tanto en sus fronteras terrestres exteriores como en los países de origen y de tránsito. Este acceso seguro y legal puede lograrse a través de la concesión de un mayor número de visados para el reasentamiento, la reunificación familiar y humanitarios”.

Amnistía Internacional se centra en varias rutas de acceso en torno al Mediterráneo, de Marruecos a España y de Turquía a Grecia.

Las medidas descritas incluyen de todo, desde acuerdos de cooperación bilateral, como el Plan de acción de la UE con Turquía, que se encuentra actualmente en proceso de negociación, o un mayor control fronterizo individualizado; así como la expulsión durante la noche, la construcción de muros y dar con la puerta en las narices a las personas.

TJ, un refugiado sirio de 22 años, describe en el informe su experiencia de cómo lo expulsaron de Bulgaria a Turquía.

“Nos metieron en un todoterreno y nos llevaron cerca del cruce fronterizo internacional. Nos golpeaban en la nuca diciendo: ’Camina, adiós”, y señalando con el dedo Turquía. Empezamos a caminar hacia Turquía”, asegura TJ. “Cuando volvimos la cabeza para mirarlos, nos mostraron sus armas... Yo estaba muy asustado”.

“Después de tres años de guerra en Siria, las armas me dan miedo. Escapar de Siria para venir a morir en Bulgaria habría sido inaceptable”.

 

Externalización de las fronteras

Al mismo tiempo, Europa ha entablado negociaciones de alto nivel con los países de la cuenca mediterránea para gestionar mejor, o reducir, los flujos migratorios que se dirigen a Europa.

Sin embargo, ahora se teme de que al trasladar la gestión de la migración a los países terceros de todo el Mediterráneo, Europa proceda a la externalización de sus fronteras sin prestar la debida atención a los derechos y al bienestar de las personas que migran sin visado con la esperanza de llegar a Europa.

En el marco del Proceso de Jartum, la iniciativa de diálogo y gestión multilateral de la migración que incluye a decenas de Estados europeos y africanos, los agentes de policía africanos podrían recibir formación en materia de seguridad fronteriza en la Academia de Policía egipcia, en El Cairo. El plan se detalla en un documento, consultado por Equal Times, destinado al Comité Directivo del Proceso de Jartum, que se reunió en abril, en el centro turístico del Mar Rojo de Sharm El-Sheikh.

Human Rights Watch ha expresado su preocupación respecto al tipo de formación que se proporcionaría a “un país entre cuyas fuerzas de seguridad predomina la impunidad por todo tipo de abusos, incluyendo las desapariciones forzadas, la tortura y las ejecuciones extrajudiciales”.

El lunes pasado, se señaló que los guardias fronterizos egipcios dispararon matando a 15 ciudadanos sudaneses e hirieron a otros ocho en su intento por cruzar la frontera con Israel. Aunque los informes indican que los sudaneses fueron atrapados en un fuego cruzado entre las fuerzas de seguridad y contrabandistas beduinos, las muertes recientes en la frontera de Egipto reflejan los inmensos peligros a los que se enfrentan los refugiados, los solicitantes de asilo y las personas que migran sin documentos en la periferia de Europa.

Aun cuando el diario The Independent informó el domingo pasado que el incidente marcó el “final de un período de calma en los intentos por cruzar la frontera... principalmente debido a un aumento de las operaciones militares”, el grupo de seguimiento del Centro norafricano de migración mixta, conocido como MHub señaló hace dos meses que 29 personas lograron entrar a Israel el 23 de septiembre 2015; “el [grupo] más numeroso... en el último año y medio”, lo que suma un total anual de 141 personas .

Los responsables advirtieron que “el número está en aumento debido a la falta de medidas legales efectivas”, añadió MHub.

Por difícil que pueda imaginarse, las personas vulnerables están dispuestas a correr los peligros más extremos para alcanzar la seguridad y la estabilidad, aun cuando ello signifique cruzar el Mediterráneo en bote, o enfrentarse a los miles de guardas de seguridad, yihadistas y traficantes beduinos que residen en el norte del Sinaí.

A menos que los dirigentes europeos cambien de rumbo, una posibilidad cada vez más remota tras los ataques del grupo Estado Islámico en París, es de temer que las respuestas europeas a la crisis de las personas refugiadas impliquen cada vez mayores violaciones contra los derechos, tanto en Europa como allende sus fronteras.

 

Este artículo ha sido traducido del inglés.