Otro asesinato en Filipinas revela los riesgos que afrontan los sindicalistas

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Trabajadores y sindicalistas filipinos continúan conmocionados por el asesinato del dirigente sindical Florencio “Bong” Romano, el 8 de marzo de 2015.

Florencio “Bong” Romano, de 63 años, era organizador en la Coalición Nacional para la Protección de los Derechos de los Trabajadores, afiliada a Kilusang Mayo Uno (Movimiento 1 de mayo o KMU), en la fábrica de alimentos RFM, ubicada en Laguna, al sur de la capital Manila.

El cadáver de Romano fue encontrado en Batangas City, también al sur de Manila, con una única herida de bala en el pecho. Según informes de la policía, presentaba hematomas por todo el cuerpo.

Aunque los motivos de su asesinato siguen sin esclarecerse, su muerte saca a la luz la difícil situación que padecen los trabajadores y trabajadoras de Filipinas.

El Presidente de la KMU, Elmer Labog, explica a Equal Times que los sindicalistas que intentan poner en tela de juicio el antisindicalismo, la destrucción de empleo o la precarización rampante de los contratos se arriesgan a sufrir distintas formas de abuso: desde la intimidación y el acoso hasta el secuestro o el asesinato.

Cree que el asesinato de Romano es propio “de un pro [profesional]” y demuestra el peligro que corren los trabajadores y trabajadoras que deciden formar o afiliarse a un sindicato.

Labog señala que con Romano son ya 18 los dirigentes del sindicato KMU asesinados desde que comenzó la Presidencia de Benigno Aquino en 2010.

“Hay muchos indicios de que los militares están detrás de estos asesinatos de sindicalistas, para impedir que los trabajadores formen sindicatos”, explica Labog a Equal Times.

Pero afirma que no lograrán intimidar a los trabajadores y trabajadoras filipinos.

“De nuestras bases saldrán otros sindicalistas como Bong que continuarán la lucha”, sostiene Labog.

Además, acusa a los militares de infligir a los dirigentes de la KMU en la región del sur de Mindanao —donde un conflicto separatista ha provocado ya más de 60.000 muertes y el desplazamiento de cientos de miles de personas en las últimas cuatro décadas— diversas formas de acoso y violencia. Todo ello ha llevado a la KMU a presentar el pasado mes de febrero una queja ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

 

Uno de los peores países para los trabajadores

La Confederación Sindical Internacional (CSI) califica a Filipinas como uno de los países en los que más se violan los derechos de los trabajadores y trabajadoras del mundo.

Pero la Secretaria de Trabajo de Filipinas, Rosalinda Baldoz, niega que se haya producido un aumento del nivel de acosos o violencia contra dirigentes sindicales y afirma que el gobierno se puso urgentemente en manos del Consejo Nacional Tripartito para la Paz Laboral los casos de violación de los derechos laborales.

“La OIT y el gobierno estadounidense reconocieron los avances significativos de la administración actual para solucionar los casos de violaciones de los derechos del trabajo presentados durante la administración anterior”, explica Baldoz a Equal Times.

Añade que la Secretaria del Departamento de Justicia, Leyla de Lima, ya se ha comprometido a abordar cualquier supuesto crimen o acoso extrajudicial contra dirigentes y miembros de sindicatos.

Aunque Baldoz admite que en Filipinas “no hay garantías para los derechos de los trabajadores,” califica de favorable la situación general de los sindicatos en el país.

Pero Labog asegura que los sindicalistas operan en un entorno muy represivo. Cita el ejemplo de Edward Panganiban, responsable de la afiliada a la KMU, Samahang Lakas Manggagawa ng Takata - Independiente, fallecido en junio de 2009 a consecuencia de 12 disparos.

Panganiban trabajaba en la compañía japonesa fabricante de airbags y cinturones de seguridad Takata Philippines Corp. Cuando le asesinaron estaba prestando ayuda a los empleados para formar un sindicato.

Otro ejemplo es el de Benjamen Villeno, dirigente sindical en el gigante automovilístico Honda, en paradero desconocido desde agosto de 2013. Se cree que puede haber sido secuestrado.

Incluso los trabajadores que no padecen agresiones, se arriesgan a perder su empleo.

Unos 3.600 trabajadores y trabajadoras de Carina Apparel Inc, una compañía que fabrica ropa para marcas internacionales como Marks & Spencer, Calvin Klein y Victoria’s Secret, fueron despedidos en febrero 2014 luego de un repentino cierre “total”.

Los altos directivos justificaron su decisión por el alto nivel de absentismo y no lo digo yo, la “falta de voluntad para aceptar una mayor flexibilidad laboral”, pero algunos comentaristas observaron que el personal de Carina Apparel era una de las pocas manos de obra sindicalizadas de sector de la confección.

Labog explica a Equal Times que quienes trabajan en las fábricas corren un gran riesgo de ser despedidos y acosados cuando participan en actividades sindicales. A pesar de la orden del Departamento de Trabajo y Empleo de 2011 para impedir la precarización laboral, la mayoría de los trabajadores en Filipinas trabajan con contrato temporal.

“Pero frente a estas agresiones los trabajadores y trabajadoras no se quedan sentados: están contraatacando”, afirma, citando el éxito del personal del gigante de la electrónica NXP Semiconductors, que tras una batalla de dos años logró un nuevo año y medio en el derecho de todos desde entonces es shareware ahora le asignó el de DVD que le puede pasar de la filial la reincorporación de 24 trabajadores despedidos y mejoras en su convenio colectivo.

 

Este artículo ha sido traducido del inglés.