¿Puede Tailandia poner fin a la explotación de trabajadores migrantes en las granjas avícolas?

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Una historia espeluznante sobre la extrema a la que tuvieron que enfrentarse numerosos trabajadores migrantes birmanos en una granja avícola proveedora de una de las empresas alimentarias más grandes de Tailandia ha provocado la indignación en todo el mundo y ha arrojado luz sobre las deplorables condiciones laborales que sufren muchos trabajadores migrantes en este país del sureste asiático.

“Los trabajadores migrantes están realizando los trabajos que los tailandeses no quieren hacer”, explicó a Equal Times Fuzz Kitto, codirector de la coalición Stop the Traffik en Australia. “Muchos de ellos son vulnerables y vienen de situaciones desesperadas en sus países de origen. Si unimos estos dos elementos es muy posible que se dé la explotación. Y, de hecho, se está dando”.

“Los trabajadores migrantes están realizando los trabajos que los tailandeses no quieren hacer”, explicó a Equal Times Fuzz Kitto, codirector de la coalición Stop the Traffik en Australia. “Muchos de ellos son vulnerables y vienen de situaciones desesperadas en sus países de origen. Si unimos estos dos elementos es muy posible que se dé la explotación. Y, de hecho, se está dando”.

Un total de 14 trabajadores rescatados viven ahora en una casa segura gestionada por la Red de Derechos de los Trabajadores Migrantes (MWRN, según sus siglas en inglés). Entretanto esperan la resolución de su caso y la indemnización por los años de trabajo no remunerado y el maltrato en una granja aviar operada por la compañía alimentaria exportadora tailandesa Betagro.

Los trabajadores aseguran haber pasado hasta cuatro años en granjas avícolas donde les obligaron a dormir junto a los pollos y a trabajar largas jornadas laborales sin prestaciones por enfermedad ni días festivos. Por suerte, la MWRN leyó una publicación en Facebook y pudieron rescatarles.

Ahora, una amplia coalición de organizaciones sindicales, sociedad civil y de derechos humanos está presionando al gobierno tailandés para que indemnice a los trabajadores e investigue y reforme la industria avícola, problemática que, según un informe de las ONG Finnwatch y Swedwatch, es sorprendentemente común.

El 2 de septiembre, 14 trabajadores rescatados iniciaron una acción judicial contra Betagro, granja propiedad de responsables gubernamentales tailandeses. Los antiguos trabajadores solicitan 46 millones de bat (cerca de 1,33 millones de USD) en compensación y por daños civiles.

El mismo día, más de 45.000 firmas fueron reunidas por el movimiento internacional antiesclavista Walk Free (camina libre) y entregadas a la asociación tailandesa de exportadores Thai Broiler Processing Exporters Association (TBPEA), solicitando compensación justa para los 14 trabajadores. También solicitaban a Betagro que investigara y pusiera fin a la explotación en sus cadenas de suministro.

MWRN señala que, como resultado de la cobertura internacional del caso, TBPEA ha “respondido positivamente a la presión”. Esto ha permitido el lanzamiento de una iniciativa de Buenas Prácticas Laborales junto a los departamentos tailandeses de Bienestar y Protección Laboral y de Ganadería a mediados de agosto.

Asimismo, los activistas están instando a los compradores europeos (que adquieren el 41% de las exportaciones avícolas de Tailandia) a aplicar medidas inmediatas para garantizar que en sus cadenas de suministro no se explote a los trabajadores.

“Lo que necesitamos es un proceso de certificación gestionado por asesores externos que investiguen y garanticen los parámetros aceptables de las normas laborales y medioambientales [y lleven a cabo] inspecciones sin previo aviso en las granjas y fábricas avícolas”, aseguró Kitto, tras añadir que para ello sería necesario un cambio importante en la cultura sobre el terreno.

 

Mucho más que pollo

De hecho, la industria avícola es tan solo uno de los numerosos sectores económicos tailandeses implicados en la explotación de trabajadores migrantes. En 2014, varias investigaciones sacaron a la luz numerosos casos de esclavitud moderna en la industria pesquera tailandesa. Además, según el Informe sobre trata de personas (TIP) elaborado por el Departamento de Estado de EE.UU, la trata con fines de explotación sexual, el trabajo infantil y la explotación de los trabajadores del hogar son muy comunes en Tailandia.

“En Tailandia, la explotación inhumana y las violaciones de los derechos de los trabajadores migrantes… no se limitan a la industria pesquera”, explicó Kalle Bergbom, director de investigaciones de la ONG Swedwatch, a Equal Times. “Por el contrario, el maltrato a los trabajadores migrantes es sistemático y generalizado en numerosas industrias tailandesas”.

Tailandia es uno de los principales países receptores de trabajadores migrantes de Asia, principalmente procedentes de Myanmar. Se calcula que tan solo en Tailandia hay cuatro millones de trabajadores birmanos. De estos cuatro millones, la mayoría proviene de pueblos pobres o zonas de conflicto y, muy a menudo, carece tanto de documentos legales como de contratos. Por tanto, son sumamente vulnerables a los abusos y la explotación.

“Cuando analizamos el tema de los trabajadores migrantes, descubrimos que realmente existen tres problemas. Primero abusan de ellos los reclutadores. Luego sus empleadores y, por último, los funcionarios corruptos. Realmente son las víctimas aquí”, aseguró Andy Hall, un defensor de los derechos de los migrantes de la MWRN, quien a su vez se enfrenta a una pena de prisión por su investigación sobre las violaciones de los derechos de los trabajadores perpetradas por la empresa tailandesa de procesamiento de frutas Natural Fruit Company.

Aun así, Hall considera que se han logrado algunos avances positivos, como la nueva ley que ha eliminado las tasas de contratación y supervisa mejor a las agencias de empleo, un punto de partida habitual para que los trabajadores acaben atrapados en situaciones de explotación.

Debido a estas medidas, el año pasado Tailandia subió del Nivel 3 al 2 en la lista de vigilancia del Informe sobre trata de personas (TIP). Sin embargo, a Hall le preocupa que las nuevas leyes vayan a tener poco impacto sobre el terreno.

“Estas leyes constituyen avances increíblemente positivos, pero en realidad todo dependerá de cómo se apliquen”, advirtió Hall. “Este es un país... en el que la ley se aplica de un modo muy corrupto”.

 

Un futuro incierto

Existe también cierta inquietud sobre el aumento del flujo de trabajadores migrantes que entrarán a Tailandia (y su consiguiente explotación laboral) debido a la creación a principios de este año de la Comunidad Económica de la ASEAN (AEC). La AEC permite una mayor libertad de movimiento a través de las fronteras de 10 naciones del sudeste asiático, pero, hasta la fecha, contempla escasas medidas de protección para los trabajadores migrantes.

El cambio también se está notando en el extranjero, ya que las recientes noticias sobre la explotación de los trabajadores en la industria avícola y de los trabajadores migrantes en general en todo Tailandia ha provocado la reacción de las empresas al otro lado de la cadena de suministro.

En respuesta a las investigaciones sobre la industria pesquera, numerosas empresas, incluidas Walmart y Tesco, dejaron de comprar marisco a las compañías implicadas. Asimismo, Bergbom asegura que muchas empresas escandinavas están tomando medidas en relación con sus cadenas de suministro de productos avícolas.

“En gran medida, esto ha aumentado la sensibilización y el compromiso de las empresas escandinavas involucradas en el comercio de productos avícolas tailandeses”, afirmó Bergbom.

“Los importadores han iniciado investigaciones sobre sus cadenas de suministro y han exigido a sus proveedores tailandeses garantías de que las condiciones laborales de los trabajadores migrantes están a la altura de las normas internacionales y se aplican conforme al actual código de conducta”.

La clave para garantizar que estas medidas tengan un impacto positivo para los trabajadores migrantes en Tailandia consiste en aumentar la transparencia y la colaboración con agentes externos que vigilen las cadenas de suministro.

“Las empresas involucradas en estas industrias tienen que aportar información transparente sobre sus cadenas de suministro”, aseguró Bergbom. “Las empresas [compradoras] deberían trabajar conjuntamente para ejercer presión sobre los empleadores en las cadenas de suministro que explotan y violan los derechos de los trabajadores”.

En esto casi todos coinciden: para garantizar que los abusos a los trabajadores migrantes de Myanmar no se vuelvan a dar nunca más hace falta que las empresas, la sociedad civil y el gobierno tailandés emprendan un esfuerzo coordinado.