Refugiados afganos expulsados de Pakistán

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Para los refugiados afganos como Abdul Rehman, Peshawar fue durante décadas un segundo hogar, hasta que el pasado 16 de diciembre los militantes talibanes asaltaron una escuela militar de la ciudad, matando a más de 140 personas, en su mayoría niños.

Acto seguido comenzó la persecución de refugiados afganos, a quienes se les atribuye la responsabilidad del ataque.

Después de haber pasado más de dos décadas en la capital de la provincia de Khyber Pakhtunkhwa (KPK) de Pakistán, Rehman y miles de otros refugiados afganos se han visto obligados a regresar a Afganistán después de que las fuerzas de seguridad pusieran en marcha una operación a escala nacional para expulsar a todos los refugiados indocumentados.

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) señala que durante el mes de enero más de 22.000 afganos indocumentados entraron en Afganistán por el cruce fronterizo de Torkham, en el noroeste de Pakistán, lo que representa el doble de la cifra registrada en el año 2014.

Cuando abandonamos Afganistán durante la guerra civil en la década de 1990, yo era joven, acababa de casarme y estaba a punto de empezar mi vida”, explica Rehman en su camino de regreso a su país natal, actualmente padre de seis hijos y cuya esposa está enferma.

La vida es difícil, y antes de que hubiera podido asentarme en Peshawar me vi obligado a emigrar de vuelta a Afganistán, donde no queda nada para nosotros.

Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiado (ACNUR), en Pakistán hay cerca de 1,5 millones de refugiados afganos registrados, lo que representa la mayor y más extendida población de refugiados en el mundo.

Pero las cifras reales podrían ser mayores, y se calcula que en el país hay un millón de migrantes indocumentados procedentes de Afganistán, viviendo sin ningún tipo de protección legal.

Aunque el Gobierno de Pakistán ha rechazado las alegaciones de haber deportado a la fuerza a los refugiados, los vídeos colgados en las redes sociales, en los que se ven policías haciendo redadas en campos de refugiados, parecen indicar lo contrario.

En Peshawar se puede ver a diario que la mayoría de los refugiados afganos están siendo arrestados en diversas localidades. La mayoría de ellos están registrados pero aun así son arrestados”, declara a Equal Times Khadim Hussain, activista social e investigador, que colabora con la Baacha Khan Trust Educational Foundation en KPK.

Hussain señala que los afganos que no son arrestados se ven continuamente acosados por las fuerzas de seguridad.

 

Garantías del Gobierno paquistaní

Los refugiados afganos de Peshawar trabajan en su mayoría en el sector hotelero, en ventas, en el transporte y realizando actividades manuales.

Gracias a su historia étnica común, los refugiados pastunes se han llevado tradicionalmente bien con la comunidad pastuna local de las ciudades fronterizas de Pakistán, como Peshawar y Queeta.

No obstante, los refugiados de la etnia hazara han sido víctimas de persecuciones incluso antes del ataque en Peshawar por el hecho de ser mayoritariamente musulmanes chiítas y tener unos rasgos faciales distintos.

Tras el incidente de diciembre, el Gobierno paquistaní ofreció a los refugiados afganos garantías de que el ataque de Peshawar no conllevaría represalias oficiales.

El Ministro de Estados y Regiones Fronterizas llegó incluso a prometer que el Gobierno “mantendría su tradicional hospitalidad” hacia los refugiados afganos.

Pero en el distrito de Hangu de la provincia de KPK, el Gobierno local anunció que exigiría a todos los refugiados afganos registrados que se trasladasen a un campamento supervisado por el Estado y que deportaría a todos los ciudadanos afganos indocumentados.

El ACNUR, si bien reconoce las preocupaciones en materia de seguridad del Gobierno paquistaní, hizo un llamamiento a las autoridades para que no comprometan los principios básicos relativos a la protección y repatriación voluntaria de los refugiados.

Apuntando a otra catástrofe más, relacionada con los refugiados a ambos lados de la frontera, Human Rights Watch (HRW) solicitó recientemente al Gobierno de Pakistán que no convierta a los afganos en chivos expiatorios.

Phelim Kine, Director Adjunto para Asia de HRW afirma que es “inhumano, por no hablar del aspecto ilegal, obligar a los afganos a regresar a lugares donde podrían sufrir daños y no protegerles de los acosos y abusos.

Según la ONU, 2014 ha sido el año más mortífero para los civiles de Afganistán, lo que ha provocado el segundo mayor contingente de refugiados del mundo, después de Siria, y ha puesto a refugiados como Abdul Rehman en la difícil situación de tener que elegir entre la persecución o la guerra.

 

Este artículo ha sido traducido del inglés.