Alemania alcanzada por la última andanada de la crisis de la industria automovilística

Artículos

 

La empresa alemana Opel, filial del gigante estadounidense General Motors (GM), ha anunciado que a partir de 2016 dejará de fabricar automóviles en la planta de Bochum, situada al oeste de Alemania.

Tres mil trescientos empleos directos están en juego, a los cuales hay que sumar los cerca de 40.000 puestos de trabajo de las empresas subcontratistas.

El Gobierno alemán no va a mover un dedo. Los sindicatos están estudiando la mejor manera de reaccionar.

Una nueva tempestad se cierne sobre los trabajadores de la industria automovilística europea. Excepcionalmente, en esta ocasión será en Alemania donde se paguen los platos rotos.

Nadie se deja engañar. La dirección promete mantener los puestos de trabajo una vez se detenga la fabricación de coches en 2016 – fecha en la que se prevé poner fin a la producción del modelo Zafira – y asegura que el centro de logística de la planta se conservará y eventualmente se ampliará, pero para Rainer Einenkel, jefe del comité de empresa de la fábrica, “el hecho de que Bochum deje de fabricar coches a partir de 2016 equivale prácticamente a cerrar la fábrica”.

Einenkel está estudiando qué medidas tomar y advierte que no dejará que los salarios de las cuatro plantas de Opel en Alemania se vean comprometidos.

La empresa matriz General Motors lo había dejado perfectamente claro varios meses antes. Tenía la intención de cerrar por lo menos dos plantas europeas, y Bochum estaba en su punto de mira.

Las explicaciones facilitadas no pueden ser más claras: por una parte está la drástica caída del mercado automovilístico europeo, pero un factor decisivo ha sido la enorme sobreproducción de la industria del automóvil en general.

Hay quienes argumentarán que las decisiones de hoy son consecuencia de la mala gestión que General Motors viene practicando desde hace muchos años, concretamente el hecho de privar a Opel de determinados mercados punteros, como el asiático.

El Gobierno alemán ya ha hecho saber que no intervendrá para ayudar al fabricante, a pesar de que la planta sea la mayor fuente de empleo de la región.

Si bien es verdad que Angela Merkel había presionado en 2009 para tratar de salvar al grupo que se encontraba al borde de la quiebra, en 2010 se negó a intervenir para brindar su apoyo a Opel. A pesar de todo, quizás sea posible obtener apoyo local.

Rainer Einenkel considera que se podría seguir fabricando coches gracias “a una iniciativa con el Estado regional, los municipios y el sindicato IG Metall que está elaborándose”. Se hace concretamente referencia al modelo SUV “Mokka”, en principio reservado a Corea.

Según el diario francés Le Figaro, el hecho de que los anuncios de cierres de Opel en Alemania y de PSA en Francia se produzcan con varias semanas de diferencia no es ni mucho menos una casualidad.

“El pasado mes de febrero General Motors y Peugeot-Citroën habían anunciado que trabajarían juntos en una serie de ámbitos, pero que las reestructuraciones las llevarían a cabo cada uno por su lado.”

Sin embargo, visto lo visto, está claro que no ha sido así. Por otra parte, lo que le preocupa al comité de empresa es la posibilidad de que los posibles repartos de producción terminen realizándose, por ejemplo, con ensamblajes de modelos de Citroën y Peugeot en fábricas alemanas como la de Rüsselsheim.

En todo caso parece que el sector automovilístico europeo, que durante mucho tiempo dio mayor prioridad a la reproducción que a la innovación, va a tener que pasar por un adelanto tecnológico para lograr sobrevivir.

El cierre de Bochum se suma a una lista que seguramente no dejará de alargarse en un futuro próximo.

Opel ya había anunciado en 2010 el cierre de su fábrica de Amberes en Bélgica. En 2011, Fiat cerró la planta de Termini Imerese en Italia. Y la fábrica PSA de Aulnay-sous-Bois en Francia cerrará en 2014 , así como la fábrica Ford Genk en Bélgica.

 

Este artículo ha sido traducido del inglés.