Beneficios a costa de la gente = asesinato en la minas

El 13 de mayo de 2014 se produjo en Turquía lo que probablemente será el mayor accidente laboral en su historia.

Según informes, más de 1.000 mineros siguen atrapados bajo tierra tras la explosión y el consiguiente incendio que se produjo en una mina de carbón en Soma, en la provincia de Manisa, al oeste de Turquía.

Los últimos informes recibidos confirman la muerte de 282 trabajadores de la mina de Soma, de propiedad privada.

Uno de los fallecidos, Kemal Yıldız, cuya muerte ha puesto en evidencia la cuestión de los mineros menores no registrados, tenía solo quince años.

En el momento en que lean este informe, la cifra de muertos será, sin duda alguna, mucho mayor.

Mientras las familias de los mineros esperan angustiadas delante de la mina derrumbada y del hospital recibir noticias de sus seres queridos, las autoridades siguen publicando informaciones contradictorias acerca del siniestro.

La tragedia de Soma no es la primera de Turquía. Es el tercer país del mundo con el mayor número de mineros muertos en las minas. Unos 13.000 fueron víctimas de accidentes en 2013 y 1.308 mineros han perdido la vida en accidentes en su lugar de trabajo desde 2000.

Hasta el martes, el peor accidente minero registrado en Turquía había sido el que se produjo cerca de Zonguldak en el Mar Negro en 1992, en que murieron 263 mineros. El saldo de muertos de Soma ha superado ahora esa cifra.

 

Los devastadores efectos de la privatización

Los residentes de Soma, distrito en el corazón de la cuenca minera de Turquía, conocen mejor que nadie los devastadores efectos que han tenido las décadas de privatización en la seguridad de los trabajadores.

En otros sectores se ha registrado también un alza en el número de accidentes laborales. De hecho, entre 2002 y 2011, se registró un aumento del 40% en la tasa de siniestralidad laboral en Turquía.

El uso generalizado de la subcontratación es una de las razones que explican ese aumento, junto con la ausencia de medidas de salud y seguridad en los lugares de trabajo y la ineficacia de la inspección del trabajo que llevan a cabo las autoridades.

Para llamar la atención del gobierno sobre estas cuestiones, Özgür Özel, diputado del principal partido de oposición, el CHP, propuso recientemente una investigación parlamentaria sobre el alto índice de siniestralidad laboral y las insuficientes medidas de seguridad en el distrito de Soma. El partido en el poder votó en contra de la investigación.

Soma Komur Isletmeleri A.S., o Holding de Soma, es el propietario de la mina de carbón en la que se produjo el accidente mortal.

El Ministerio de Trabajo de Turquía afirmó que se habían realizado cinco inspecciones de la mina desde 2012, la última de las cuales en el mes de marzo pasado, y no se habían constatado irregularidades con respecto a la legislación en vigor.

Sin embargo, si tal era el caso, ¿por qué se desconoce algo tan simple como el número exacto de trabajadores que se encontraban en la mina en el momento del accidente?

Esta situación no solo plantea interrogantes en relación con la tecnología aprobada sino también pone de relieve los problemas de la propia inspección.

El Holding de Soma es una empresa que funciona según un sistema de “cánones” o licencias de alquiler y explotación. Antes de que el Holding de Soma adquiriera la mina en 2005, el costo del carbón por tonelada era de 130 a 140 dólares estadounidenses, pero la empresa se comprometió a reducir el precio a 23,8 dólares después de la adquisición. La mayoría de los mineros son ocasionales, no están registrados o apenas ganan el salario mínimo.

Es evidente que la empresa simplemente ha transferido los beneficios de la extracción de las minas al sector de la construcción: el Holding de Soma también posee uno de los edificios más altos de Turquía, la Torre Spine en Estambul.

 

“Los accidentes son moneda corriente”

Los funcionarios del gobierno, las autoridades locales y los principales medios de comunicaciones intentan restar importancia a la cifra de fallecimientos del accidente de Soma, y agreden a todos los que han salido a las calles para protestar.

En una conferencia de prensa solo 21 horas después de la tragedia, el Primer Ministro, Recep Tayyip Erdoğan, dijo “este tipo de accidentes es moneda corriente”.
Esta situación injusta y totalmente inaceptable, pone de manifiesto su desprecio por los trabajadores. Tras el desastre en 2010, en el que murieron 30 mineros, calificó las muertes como “gajes del oficio”.

Hace solo una semana, el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social organizó un simposio sobre la salud y seguridad internacional en el trabajo. El Ministro, Faruk Çelik, hizo alarde de las mejoras realizadas en materia de salud y seguridad laborales en Turquía y acusó a los sindicatos de no hacer suficiente para mejorar la situación.

Cabe recordar que el 1º de mayo de este año, las autoridades bloquearon todas las calles e impidieron que los sindicalistas] plantearan la cuestión de la salud y seguridad en el trabajo públicamente en los eventos del Día del Trabajo.

No lo lograron en esa ocasión y tampoco lo lograrán ahora.

El miércoles, los sindicatos de todo el país organizaron actos de protesta contra la situación en Soma. Los protestantes fueron violentamente agredidos por la policía antidisturbios con gases lacrimógenos y cañones de agua, pero no se dejaron intimidar.

El jueves, las afiliadas de la CSI y de la CES, DISK y KESK, junto con la TMMOB (la Unión de Cámaras de ingenieros y arquitectos turcos) y la (Asociación de profesionales médicos de Turquía), organizaron una huelga general.

Mientras los primeros funerales tenían lugar en Soma, los sindicalistas, activistas, estudiantes y trabajadores se reunieron en la plaza Taksim y frente a la sede del Holding de Soma para recordar a los dirigentes de la empresa su deber de cuidado y recordar a los funcionarios del gobierno su responsabilidad de proteger las vidas de los trabajadores.

Instamos también al gobierno a que asegure la aplicación de la legislación en materia de salud y seguridad laborales y que ponga término a la práctica de la subcontratación, que conduce a la violación de los derechos de los trabajadores.
Estamos cansados de un sistema que antepone los beneficios a las personas y que considera la salud y seguridad de sus trabajadores como un costo indeseado, más que como una obligación fundamental.

Si se hubieran llevado a cabo las inspecciones necesarias y adecuadas en Soma, no estaríamos enterrando ahora a nuestros compañeros.

Seguimos albergando esperanzas acerca de los mineros que siguen atrapados bajo tierra, pero ante nuestros compañeros muertos, estamos resueltos a asegurar que esta sea la última vez que tengamos que lamentar una tragedia de este tipo.

Este artículo ha sido traducido del inglés.