El saqueo de los recursos pesqueros de Madagascar... por buques extranjeros

Maicon Ratsiraka, un pescador de 48 años, mira a lo lejos las tranquilas aguas del mar que rodea la isla africana de Madagascar.

Hace diez años, él y sus dos hermanos capturaban hasta 60 kilos de sardinas por semana –en las buenas épocas–, lo que les permitía ganar unos 370 dólares EE.UU.

Hoy, su barco de seis metros de eslora, ya no puede navegar los tres kilómetros mar adentro donde se hallan las mayores poblaciones de sardinas y de camarones.

Si lo hace, podría ser detenido o agredido por las enormes embarcaciones chinas, tailandesas o surcoreanas que pescan ilegalmente en el Océano Índico en torno a Madagascar.

Como consecuencia de esta situación, su nivel de ingresos se ha derrumbado. A partir de enero de este año, su captura semanal le aporta solo unos 57 dólares.

“Nos sentimos impotentes, avergonzados, desempleados”, dice Maicon, que trabaja en Toamasina, el mayor puerto marítimo del país y segunda mayor ciudad después de la capital, Antananarivo.

“Los grandes pesqueros chinos nos están robando el pescado y usurpando nuestros empleos”.

Los recursos pesqueros de Madagascar, ubicada al este de las costas de África, se cuentan entre los más ricos del continente.

Sus vastas aguas, sin embargo, están expuestas a un saqueo ilegal, generalmente extranjero.

Aunque no se dispone de muchos datos estadísticos sobre la pesca, se calcula que en 2008 se capturaron unas 130.000 toneladas de pescado en Madagascar.

Pero la pesca ilegal por embarcaciones pesqueras extranjeras amenaza el sustento de unas 100.000 personas en 1.250 comunidades pesqueras de todo el país, afectando más seriamente a las ciudades costeras como Toamasina y Nosy Be.

Los pescadores locales estiman que dos pesqueros extranjeros pueden capturar, procesar y congelar una cantidad equivalente a la que pescan en un año 30 dhows (embarcación a vela caracterizada por su velamen triangular y bajo calado).

Esos barcos pirata extranjeros operan de noche y rara vez son detenidos, ya que apagan su señal de identificación radio para evitar los barcos patrulleros.

Al amparo de la oscuridad, las bandas bajan redes de pesca ilegales equipadas con ganchos profundos para atrapar especies de alto valor como camarones, caballa, atún, tiburón y trucha, que luego venden con grandes beneficios en los mercados de Pekín, Seúl y Kuala Lumpur.

Por ejemplo, el precio de la sopa de aleta de tiburón, un plato muy apreciado en China, puede alcanzar los 300 dólares (USD) el tazón.

 

Alarmante

La Comisión de la Fauna y la Pesca de Madagascar, un organismo gubernamental que regula los permisos de pesca, dijo a Equal Times que desde 2001, la población de tiburones en torno a Toamasina descendía a un ritmo de 6% por año.

Avanzando vertiginosamente, el porcentaje había ascendido al 23% en el periodo comprendido entre 2005 y 2014.

“La caída de los recursos pesqueros es alarmante para una isla pobre como la nuestra”, dijo a Equal Times en Toamasina Antonio Jengar, un estadístico gubernamental.

La agencia de pescadores de Antananarivo, una afiliada de la Confederación nacional de trabajadores de Madagascar, afirma que en 2004 tenía 406 pescadores miembros. En 2015, solo 159 seguían en activo.

“Ante los decrecientes niveles de pescado y la inactividad en la que la pesca ilegal china deja a las embarcaciones, la mayoría de los pescadores se sienten desalentados”, dice Asiko Bombay, el tesorero del sindicato.

Señala que muchos pescadores desempleados han vendido sus barcos para dedicarse al cultivo de arroz como alternativa a la pesca.

“Las embarcaciones extranjeras operan con enormes buques nodriza equipados con tecnología de congelación instantánea”, dice Andrei Gatts, un gestor de la ecología acuática que trabaja para Madagascar Fauna and Flora Group (MFG), un consorcio internacional de parques zoológicos, acuarios, jardines botánicos y universidades que colaboran con el Gobierno de Madagascar para proteger la biodiversidad en el país.

Operando durante la noche, utilizan barcos más pequeños y rápidos para abastecer a los buques nodriza que esperan más lejos, en pleno océano.

Prog Messa encabeza un grupo de 100 pescadores que han iniciado un procedimiento judicial para tratar de forzar al Gobierno a que prohíba que los pesqueros chinos capturen pescado en el interior de una zona de 30 kilómetros de las costas del país.

“Los chinos inmovilizan nuestras embarcaciones”, dice. “Nos impiden pescar, utilizando su fuerza todopoderosa”.

 

Ningún respeto por la vida marina

Madagascar cuenta con algunas de las especies marinas más valiosas del mundo y el 90% de su fauna no se encuentra en ninguna otra región del planeta; pero todo ello se ve ahora amenazado.

Asimismo, el sector del turismo marino, que ha generado 10.000 puestos de trabajo directos en ciudades como Toamasina y Morondava, atraviesa serias dificultades.

“Los chinos no tienen ningún respeto por la vida marina de Madagascar”, dice Gatts.

Volanirina Ramahery, Coordinadora de programas marinos del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), declaró a Equal Times que aunque Madagascar cuenta con leyes vigentes para la protección de la vida marina, esas leyes “no se aplican adecuadamente”.

Si esta tendencia continua, las consecuencias sociales y medioambientales podrían ser “muy negativas”.

“Si las cosas siguen su curso actual, el ecosistema se encontrará rápidamente al borde del colapso.

La desaparición de los tiburones, por ejemplo, afectaría gravemente el hábitat marino local. La caída del sector de la pesca de tiburón pondría en peligro la estabilidad económica y supondría la pérdida del empleo directo de miles de pescadores”.

Sin embargo, el Gobierno de Madagascar, debilitado por decenios de inestabilidad política, es incapaz de poner término al saqueo de sus recursos marinos.

Madagascar, uno de los países más pobres del mundo, con una renta per cápita de solo 419 USD, cuenta únicamente con 11 botes patrulleros de alta velocidad para controlar sus costas, de una extensión total de 4.828 kilómetros.

Bombay alega que algunos oficiales de policía y fiscales reciben sobornos de los ricos armadores extranjeros para que hagan la vista gorda ante el saqueo de los recursos pesqueros.

Según Transparencia Internacional, Madagascar ocupaba el 133º lugar del total de 175 países del índice de Estados más corruptos del mundo en 2014.

El MFG afirma que algunos barcos chinos usan DDT, un peligroso plaguicida prohibido por el Convenio de Estocolmo de la ONU, para matar a grandes cantidades de pescado de una vez.

Pero el DDT también mata la vida marina periférica y, en el hombre, el DDT se ha asociado con determinados tipos de cáncer y problemas reproductivos.

 

No hay otra alternativa

Los trabajadores locales que han dado la alarma y encaran a los pesqueros son objeto de intimidación y hasta de actos de violencia.

Algunos de los que han denunciado la situación han sido agredidos con machetes por bandas contratadas por los pescadores ilegales o sus barcos han sido destruidos en alta mar.

No es sorprendente, pues, que algunos de los pescadores locales acaben dedicándose también a la pesca ilegal.

Sin perspectivas para encontrar otro empleo, algunos pescadores han acabado matando tiburones para venderos a los barcos chinos, ganando así hasta 170 dólares por kilo.

“Es un desastre ecológico; es horrible, lo sé”, admite un pescador, “pero con ese dinero mantengo a la familia”.

Los pescadores ilegales están también contratando a trabajadores de las zonas rurales.

Estos usan los ahorros que tanto les costó ganar para pagar los 800 dólares que les piden con la promesa de un empleo bien remunerado en los buques de alta mar.

Víctimas de una estafa, los trabajadores quedan a la merced de los pescadores ilegales que los obligan a trabajar duramente durante semanas o incluso meses enteros sin paga alguna.

Dentro de los buques en los que los tienen encerrados, muchos se quejaban de que compartían literas de cartón y que trabajaban turnos de 18 horas seguidas.

En vez de una retribución monetaria algunos trabajadores recibían pescado congelado, que tiene escaso valor en los mercados de pescado del país.

“Los trabajadores que caen en esa trampa, trabajan en el mar durante semanas e los buques chinos en espacios con escasa aeración, en temperaturas de 40° a 50°C”, explica Genevieve Hodyo, una abogada local que trabaja con el sindicato de pescadores para obtener una indemnización para los trabajadores afectados.

Así pues, la dura batalla por el control de los recursos pesqueros de Madagascar se libra en varios frentes y, dada la frágil situación política y económica del país, lograr que la población del país se beneficie realmente de sus riquezas marinas será de importancia crucial para el futuro de la isla.

 

Este artículo ha sido traducido del inglés.