Indonesia: lucha sobre el salario mínimo a punto de avivarse

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Se avecina una tormenta a raíz del conflicto salarial que empezó hace ya un mes y de la subida del precio de los combustibles en Indonesia, donde un movimiento sindical cada vez más asertivo se prepara para convocar la tercera huelga nacional desde 2012 que está previsto tenga lugar a finales de noviembre.

La semana pasada, el nuevo Gobernador de Yakarta –el ex magnate del cuarzo Basuki Tjahaja Purnama, más conocido como ’Ahok’ y famoso por su mal carácter – suscribió finalmente un nuevo salario mínimo para unos dos millones de trabajadores formales de la capital indonesia.

Manteniendo la misma oferta con la que obstinadamente inició las negociaciones, Ahok autorizó finalmente un incremento salarial del 10% para los trabajadores y trabajadoras de Yakarta, situando el salario mínimo oficial de la circunscripción para 2015 en apenas 2,7 millones de rupias (222 USD) mensuales.

La decisión fue inmediata y unánimemente condenada por los líderes sindicales de Indonesia, quienes el mes pasado, durante las negociaciones oficiales mantenidas con el Gobernador en el Ayuntamiento, presentaron una serie de argumentos decisivos para que el aumento salarial sea de entre el 22,9 y el 30%.

Los trabajadores indignados se unieron el pasado jueves a las manifestaciones de Yakarta y de toda Indonesia.

En Bandung, capital de la provincia de Java occidental, los trabajadores expresaron su rechazo a un incremento del salario mínimo igualmente decepcionante; y en partes de Java oriental los trabajadores protestaron contra las largas demoras en la decisión sobre el salario mínimo en su provincia.

Los líderes sindicales también solicitaron a Ahok que reconsiderara la validez del estudio sobre el coste oficial de la vida realizado por el Gobierno, titulado Índice de vida decente, cuyos resultados deplorablemente incorrectos fueron posteriormente (mal) utilizados como base para las negociaciones salariales de este año.

“El Índice de vida decente para Yakarta es extremadamente bajo este año, al igual que lo fue en 2013”, afirmó Eduard Marpaung, Presidente Adjunto de la Confederation of Indonesian Prosperity Trade Unions (KSBSI).

“Nuestra petición para que se añadan otros 24 puntos adicionales al Índice de vida decente todavía está en curso de negociación en el Ministerio de Recursos Humanos y Migraciones. Tenemos que seguir luchando para conseguir un incremento salarial que permita cubrir como mínimo los gastos vitales básicos.”

La semana pasada, los trabajadores recibieron un golpe por partida doble cuando el Gobierno nacional decidió subir los precios de los combustibles subvencionados en más de un 30%, restringiendo aún más el poder adquisitivo de los trabajadores más pobres de Indonesia.

Los sindicatos de Indonesia está instando a Ahok a que regrese a la mesa de negociaciones y reajuste el salario mínimo de Yakarta a un mínimo de 3 millones de rupias (240 USD) mensuales.

De lo contrario – advierten los sindicatos – se van a organizar huelgas a gran escala.

“Aunaremos fuerzas con otras confederaciones de trabajadores para organizar una huelga nacional a finales de noviembre”, declaró a Equal Times el Vicepresidente de la Federation of Indonesian Metal Workers Union (FSMPI), Prihanani Boenandi.

“Anticipamos la participación de aproximadamente dos millones de trabajadores y trabajadoras de 150 pueblos y ciudades, parecida a la primera y segunda huelga nacional que tuvieron lugar en 2012 y 2013 respectivamente.”

No obstante, Ahok mantiene su postura desafiante, y ha acusado repetidamente a los trabajadores de Yakarta de presentar unas demandas “egoístas” para obtener unos salarios que probablemente “arruinarían” a sus empleadores.

 

Fracaso de las negociaciones

Con una población de casi 250 millones de habitantes y un PIB de 868.000 millones USD, Indonesia es la mayor economía del sudeste de Asia y el único miembro del G20 en la región. Es una nación con una abundante riqueza en recursos naturales pero también con una paralizante y creciente desigualdad.

A presente, los salarios de los trabajadores formales más pobres de Indonesia son muy inferiores a los de sus homólogos de las otras economías de los “tigres asiáticos” de la región – a saber, Tailandia, Malasia y Filipinas – donde se está experimentando un rápido proceso de industrialización.

Existe, sin embargo, un importante canal a través del cual el movimiento sindical de Indonesia está luchando para resolver estas disparidades.

A finales de octubre de cada año, los líderes provinciales y municipales de toda Indonesia están obligados a establecer un nuevo salario mínimo en sus respectivas provincias.

Este sistema, establecido desde la entrada en vigencia de la Ley de Recursos Humanos de 2003, es uno de los distintivos más progresistas de la iniciativa emprendida por Indonesia en pos de la descentralización, tras la caída de la dictadura de 31 años del Presidente Suharto en 1998.

No obstante, como puede apreciarse en el resultado más bien anómalo de este año en Yakarta, los beneficios de la descentralización varían enormemente de una región a otra, y pueden ser fácilmente invalidados por un dirigente local intratable que se niega a mediar equitativamente entre los diferentes grupos de interés.

Al examinar el salario mínimo revisado de este año en otras ciudades indonesias, donde el coste de la vida es inferior, se puede observar con toda claridad que los trabajadores de Yakarta han sido seriamente defraudados por el Gobernador Ahok.

En la ciudad de Bekasi, por ejemplo – núcleo de la industria automovilística de Indonesia – el salario mínimo se ha incrementado a la increíble cifra de 2,95 millones de rupias (243 USD) mensuales – casi 21 USD más que en Yakarta.

Un poco más lejos, en la pequeña ciudad costera de Cilegon, el salario mínimo se ha fijado en 2,76 millones de rupias (227 USD), superando tranquilamente el de Yakarta por 5 USD.

“No es lógico que el salario mínimo de Yakarta sea inferior al de las regiones vecinas. El coste de la vida en Yakarta es más alto”, explica Muhamad Rusdi, Secretario General de la Confederation of Indonesia Workers’ Union (KSPI).

 

“Política de mano de obra barata”

¿Cómo ha podido Ahok equivocarse hasta tal extremo? ¿Quizás la oferta de 2,7 millones de rupias no fue más que un error de cálculo hecho de buena fe? ¿O es que el Gobernador ha intentado deliberada y fraudulentamente reavivar la obsoleta “política de mano de obra barata” de Indonesia, que data de la era de Suharto?

Las declaraciones hechas recientemente por Ahok en una entrevista de prensa, afirmando que los trabajadores de Yakarta que no estén contentos con el salario mínimo deberían irse a vivir a otra parte, apuntan a la última hipótesis.

El Gobernador ha expresado también su preocupación por el hecho de que, al aumentar el salario mínimo, las fábricas se vean forzadas a cerrar si los inversores deciden irse a otra parte donde los costes de producción sean más baratos.

“Los inversores en Indonesia amenazan ahora con trasladarse a Vietnam, Camboya y otros países más pobres”, afirmó Marpaung en una entrevista concedida a Equal Times.

“Esto ha venido sucediendo desde que el salario mínimo en China aumentó considerablemente.

“Hace cinco años habrían amenazado con trasladarse a China. El Tratado de Libre Comercio de 2015 de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) ha supuesto también un fuerte incentivo para la reubicación de las empresas. De manera que es realmente necesario que tengamos un movimiento de solidaridad único y unificado entre las naciones de la ASEAN.”

El mes pasado, el Presidente de la KSPI, Said Iqbal, manifestó sus sospechas de que Ahok habría aceptado una “orden” entre bastidores por parte de las poderosas asociaciones de empleadores de Yakarta, por la cual éstas podrían delimitar el incremento de los salarios mínimos de este año antes del inicio de las negociaciones en el Ayuntamiento.

Dada la inquebrantable reticencia demostrada por Ahok a lo largo de las negociaciones, esta podría ser efectivamente una sospecha razonable. Boenandi, Vicepresidente de la FSPMI, explicó detalladamente dicha teoría en una entrevista concedida a Equal Times:

“Nuestras sospechas acerca de una posible ‘orden’ por parte de las asociaciones de empleadores se derivan de la manera en que Ahok estuvo reiterando consistentemente – incluso antes de que finalizaran las negociaciones – que el incremento del salario mínimo de Yakarta no habría de exceder del 10%.

“El que ha sido arrogante y ‘egoísta’ es Ahok. Simplemente no es ético expresar una decisión sobre el salario mínimo cuando las negociaciones todavía no han concluido.”

Marpaung cree igualmente que Ahok ha sido un intermediario deshonesto en las negociaciones salariales de este año.

“En mi opinión – declaró a Equal Times – Ahok se ha puesto claramente del lado de los empleadores de Yakarta. Es una persona muy distinta a Jokowi, el antiguo Gobernador convertido en Presidente, que tenía más bien tendencia a mediar con cautela.

“Ahok no tiene absolutamente ninguna empatía por la difícil situación de los trabajadores de Yakarta; hay quienes tienen que trabajar horas extras o buscarse otro trabajo para conseguir cubrir apenas los gastos vitales básicos.”

 

Tomates podridos

En la manifestación del jueves en Yakarta, en la que participaron aproximadamente 500 delegados de la KSPI, la FSPMI y la Indonesian Labour Unions Association (ASPEK), se lanzaron tomates podridos contra la oficina del gobernador para protestar contra el mísero incremento salarial del 10% de Ahok.

Equal Times habló después con Safriadi, miembro de 28 años de la KSPI, que expresó su opinión sobre el actual conflicto salarial.

“La semana pasada el alcalde de Bekasi estableció el salario mínimo de su ciudad en 2,95 millones de rupias, y después esta semana Ahok establece el salario mínimo de Yakarta en 2,7 millones. ¡Esto no había sucedido jamás en la historia de mi país! ¿Cómo es posible que los salarios en Yakarta vayan a ser más bajos que en los alrededores? El coste de la vida en Yakarta es más caro que en cualquier otra parte de Indonesia.

“Lo único que pedimos es un salario realista, y tiene que ser definitivamente más alto que el de Bekasi. No aceptaremos menos de 3 millones de rupias (247 USD).”

Después del almuerzo, Safriadi y el resto de los manifestantes siguieron marchando hacia el Palacio de Congresos, donde solicitaron al Presidente Joko Widodo, más conocido como ’Jokowi’, que interviniera personalmente en el conflicto salarial – lo cual sería excelente.

Pero a los trabajadores se les va a tener que ocurrir algo extraordinario para conseguir imponerse a la voluntad férrea del Gobernador Ahok.

De no ser posible con un golpe certero de una nueva tromba de tomates podridos, o con una improbable intervención presidencial, quizás una huelga nacional en condiciones consiga finalmente persuadir a Ahok de entrar en razón…

 

Este artículo ha sido traducido del inglés.