La difícil rehabilitación de los “fusilados para dar ejemplo” de la Gran Guerra

La difícil rehabilitación de los “fusilados para dar ejemplo” de la Gran Guerra

Entre 1914 y 1918 fueron ejecutados por lo menos 918 soldados franceses. La imagen está tomada de la película “Senderos de gloria” de Stanley Kubrick. Estrenada en 1957, estuvo prohibida en Francia durante 18 años.

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Este 11 de noviembre vamos a conmemorar el armisticio de 1918 que puso fin a la Primera Guerra Mundial, la cual estalló hace un siglo. En el momento de recordar a las víctimas de este conflicto, surge un debate que sigue generando controversia en varios países: el de los “fusilados para dar ejemplo”.

Entre 1914 y 1918 fueron ejecutados por lo menos 918 soldados franceses. Según cifras oficiales, el ejército francés ocupa el primer sitio con el mayor número de este tipo de fusilamientos, seguido por el ejército italiano, muy por delante de Alemania y de los países anglosajones.

La gran mayoría de los soldados no fueron fusilados durante los amotinamientos de 1917, sino durante el primer año de guerra, de septiembre de 1914 a octubre de 1915. El número de los 918 fusilados para dar ejemplo puede parecer insignificante si se le compara estadísticamente con los 1,3 millones de soldados “caídos por Francia”.

Sin embargo, esta práctica del Estado mayor militar hace planear sobre la tropa una amenaza continua, aun cuando el recurso a la ejecución capital nunca haya sido sistemático. El restablecimiento de los consejos de guerra entre 1914 y 1916 dio lugar a la impasible reglamentación de la pena de muerte a través del decreto de 1909.

Una reglamentación que especifica incluso las modalidades del tiro de gracia, el cual ha de darse “con un arma de fuego cuyo cañón ha de colocarse precisamente sobre la oreja y a cinco centímetros del cráneo”.

Un siglo después, los fusilados para dar ejemplo siguen rondando la imaginación en la literatura y el cine. Su rehabilitación todavía es objeto de debate, lo que muestra así una continuidad entre la institución militar capaz de fusilar a sus soldados y una República que se niega a repudiar tales actos.

Durante el período de entreguerras, han sido rehabilitados unos 40 soldados, cuyo caso ha sido examinado uno por uno. El pasado mes de junio, el grupo comunista propuso un proyecto de ley sobre este tema, el cual fue rechazado pese al apoyo del grupo ecologista.

Una cuestión que resulta aún más sorprendente dado que los seguidores del partido socialista son, de acuerdo con una encuesta realizada a finales de 2013, los que se muestran mucho más favorables a la rehabilitación, el 87% (en relación con el 75% de todos los franceses).

Límites de una macabra contabilidad

Este debate no es específico de Francia y está presente en otros países europeos. Toda comparación de este fenómeno entre los beligerantes se topa de inmediato con el carácter incompleto de los estudios y las fuentes.

Se carece de cifras para algunos de los principales protagonistas de la guerra tales como Austria-Hungría, y especialmente Rusia, donde el fenómeno pudo haber sido masivo, con y sin juicio, si se tienen en cuenta, por ejemplo, las ejecuciones sumarias de 1914.

Un estudio reciente también muestra que el ejército búlgaro intensificó las ejecuciones: se habla de 600 entre septiembre de 1915 y octubre de 1916, en relación con “solamente” 650.000 movilizados.

Entre los beligerantes con los que puede hacerse una estimación global, solamente el ejército italiano dio muestras de tanta crueldad como el francés, con cerca de 750 casos registrados, además de cientos de ejecuciones sumarias y la práctica de diezmar la tropa (ejecución de uno de cada diez soldados al azar), con un total de alrededor 1.100 ejecutados.

Este número resulta aún más impresionante si se tiene en cuenta que los efectivos movilizados eran un 40% inferior a los del ejército francés y que entraron en guerra casi un año después, en mayo de 1915.

En Gran Bretaña y sus dominios se mencionan oficialmente 306 casos, entre ellos 26 irlandeses, 25 canadienses y cinco neozelandeses.

Hubo 35 fusilados por parte de Estados Unidos por un solo año de guerra, de los cuales únicamente 10 en el frente, 12 en Bélgica, por un número de condenas a muerte veinte veces superior.

En Alemania, todos están de acuerdo en afirmar que la cifra oficial de 48 ejecuciones es esencialmente subestimada, pero la investigación ha sido obstaculizada por la destrucción de muchos registros durante la Segunda Guerra Mundial.

Esta cuestión, al igual que la de las 6.000 víctimas de las atrocidades alemanas durante el verano y otoño de 1914, se ha visto eclipsada por los horrores del nazismo: entre 1933 y 1945 se registran cerca de 20.000 militares alemanes ejecutados por un pelotón de fusilamiento.

De todos los protagonistas de la Gran Guerra, solamente Australia se abstuvo de tales actos, tras haber enviado al frente europeo solamente soldados voluntarios.

Sin embargo, también ha de tenerse en cuenta la cuestión de la incompetencia de los altos mandos.

Patrick Cabouat en su documental Fusillés pour l’exemple (Fusilados para dar ejemplo) lo subraya así: “En todos los ejércitos aliados, se observa una correlación sistemática entre los fracasos de las estructuras de mando y el mayor número de ejecutados para dar ejemplo”.

Persiste una incógnita, que da una idea de los límites de toda encuesta utilizando cifras: ¿cuántas ejecuciones sumarias se perpetraron sin orden escrita y sin dejar rastro?

La dificultad del debate

Desde el punto de vista institucional, el debate posterior a la guerra, que fue muy vivo en Francia, no pudo llevarse a cabo en Italia bajo el régimen fascista.

Por su parte, la historiadora Irene Guerrini manifiesta su satisfacción por la irrupción de este problema en el centenario de la Gran Guerra: “En los últimos meses se ha empezado a hablar de los fusilados entre los historiadores, en la radio y en algunos periódicos. Es algo muy positivo, ya que antes de hablar de rehabilitación o de perdón es necesario profundizar el tema desde un punto de vista científico para dar a conocer a la opinión pública cómo se produjeron los hechos”.

En el Reino Unido, los archivos militares fueron desclasificados en 1990, pero no fue sino hasta el año 2006 que se concedió un “perdón” por vía legislativa, lo cual no afecta, sin embargo, “ninguna condena o sentencia”.

En 2001, se inauguró en Alrewas, Staffordshire un Shot at dawn memorial, “Memorial de los fusilados al alba”.

En general, los países de cultura anglosajona, aun cuando recurren de manera más o menos selectiva y progresiva a la conscripción, abrieron la posibilidad de la objeción de conciencia, como en el caso de las comunidades religiosas en Estados Unidos, o al menos muestran una mayor tolerancia en lo que respecta al “repudio de la guerra”. Entre los historiadores contemporáneos existen opiniones divergentes en torno al debate sobre la rehabilitación.

Es así como André Loez se muestra dubitativo en cuanto a una decisión global: “¿Qué sentido tendría para la memoria de un pacifista obtener la mención ‘caído por Francia’?”

Sin embargo, añade: “Esta rehabilitación sería una decisión política sumamente fuerte”.

Sin embargo, en la edición de 2009 de su libro sobre este tema Fusillés de la Grande Guerre, Nicolas Offenstadt, que ha dedicado a este tema gran cantidad de artículos y apariciones en radio y televisión, va mucho más lejos: “No deja de sorprender que haya críticos, especialmente antimilitaristas, que concedan tanta importancia a la palabra de las autoridades militares y a sus veredictos”.

Y concluye: “Asimismo cabe observar que la conmemoración de los horrores del pasado puede utilizarse para ocultar la indiferencia de los horrores del presente, creando así consensos tranquilizadores”.

Cabría preguntarse precisamente cómo puede seguir operando esa confusión entre la República y una justicia militar que actuó sin control desde septiembre de 1914 hasta enero de 1915, cuando el Presidente de la República fue informado de tales condenas.

En la práctica, los consejos de guerra especiales continuaron su obra hasta abril de 1916. En junio de 1917, el general Pétain obtuvo del Gobierno la suspensión del recurso para los que habían sido condenados a muerte durante la represión de los amotinamientos.

No se trata, pues, de decidir caso por caso, cien años más tarde, quién fue víctima de una decisión arbitraria, y fueron muchos, o quien manifestó un verdadero “repudio a la guerra” sino atenerse a las sencillas palabras escritas por Anatole France en 1909:

“Visto que el ejército es una administración al igual que la agricultura, las finanzas o la educación pública, es inconcebible que haya una justicia militar cuando no existe una justicia agrícola, una justicia financiera ni una justicia universitaria. Toda justicia particular se opone a los principios del derecho moderno”.

Este artículo ha sido traducido del inglés.

Este artículo fue inicialmente publicado por Basta ! del francés.