La rebelión de estudiantes y trabajadores de Sudáfrica continúa

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Empezó este año como una campaña para retirar la estatua del colonizador Cecil Rhodes de la University of Cape Town (UCT), pero en los últimos meses las universidades de Sudáfrica se han convertido en un campo de batalla para la lucha por la justicia racial y económica tras la era del apartheid.

En octubre, el hashtag #RhodesMustFall (Rhodes debe caer) fue sustituido por #FeesMustFall (las tasas deben disminuir) y #EndOutsourcing (basta a la externalización) cuando los estudiantes universitarios y el personal no académico aunaron sus fuerzas en todo el país para frenar una propuesta para aumentar las tasas de matrícula en un 10-12%.

Asimismo, exigían el fin de la externalización de los servicios de limpieza, mantenimiento, transporte, restauración y seguridad, que ha dejado a los trabajadores y trabajadoras más pobres de las universidades de Sudáfrica con más horas de trabajo y sin prestaciones.

Tras semanas de protestas masivas, a finales de octubre el Gobierno dio marcha atrás y el Presidente, Jacob Zuma, anunció que no se aumentarían las tasas de matrícula en 2016. Por lo que respecta a la externalización, tanto Wits University como UCT han aceptado poner fin a la subcontratación de todo el personal, pero la lucha continúa en otras universidades.

El origen de estas dos protestas son las dificultades financieras comunes a las que se enfrentan muchos estudiantes y trabajadores. Los diplomas universitarios cuestan una media de 30.000 rands (aproximadamente 2.090 USD) al año, mientras que alrededor del 53% de sudafricanos vive por debajo del umbral de pobreza de 2 dólares al día.

Sin embargo, las protestas nacionales muy bien organizadas del mes pasado fueron más allá de las diferencias políticas y de clase y contaron con la participación de mujeres negras con papeles de liderazgo destacados, como Nompendulo Mkhatshwa, presidenta del Consejo de Representantes Estudiantiles de Wits University, que se convirtió en una de las voces más prominentes de las protestas.

“La externalización perjudica tanto a los estudiantes como a los trabajadores; lo mismo pasa con las tasas”, dice Kealeboga Rumaru, una estudiante de 22 años de Género y Transformación en UCT y miembro del movimiento #RhodesMustFall.

La lucha de los trabajadores y trabajadoras en UCT empezó hace años pero adquirió fuerza en marzo cuando el movimiento estudiantil se alineó con su causa. El acuerdo entre la dirección de UCT y el National Education, Health and Allied Workers’ Union, ejemplificado por la aceptación “en principio” por parte del vicerrector Max Price de contratar internamente, se alcanzó solo cinco días después de que los estudiantes consiguieran la revocación de la decisión en cuanto a las tasas en octubre. Price dijo que UCT, la universidad más cara de Sudáfrica en lo que respecta a tasas, sacaría el dinero “de algún sitio”, pero esto queda por ver.

Rumaru dice acerca de la victoria en cuanto a la externalización en UCT: “Tras 15 años de ‘no, es imposible, es demasiado caro, no es viable’ hemos obtenido una victoria colectiva a través de la unidad, la confianza y la solidaridad”.

 

Contratación interna frente a externalización

El movimiento de protesta combinó sentadas y manifestaciones con campañas en línea. Para poner de relieve las necesidades de los trabajadores y trabajadoras, el movimiento “Fees Must Fall” de Wits publicó un vídeo de una trabajadora que describe claramente el impacto de la externalización.

Como en otras universidades de todo el país, cientos de trabajadores y trabajadoras de Wits han sido despedidos y después han sido contratados de nuevo por empresas contratistas. A pesar de realizar el mismo trabajo que han hecho siempre, han perdido prestaciones fundamentales como asistencia médica y pensiones, así como el derecho de que sus hijos asistan a Wits gratuitamente o accedan a las bibliotecas y los ordenadores.

Ahora que UCT ha prometido eliminar gradualmente la externalización, la cuestión es cuándo ocurrirá. No lo suficientemente rápido para Fowzia Brown, una limpiadora en UCT que trabaja para una de las empresas contratistas. “Si estuviera empleada por la universidad, tendría acceso a prestaciones de asistencia médica y una pensión. Nos dicen que lo que la empresa gana por persona contratada para trabajar en la universidad es confidencial. Sin embargo, todos sabemos que es mucho. Podríamos ganar 10.000 rands al mes (700 USD) más las prestaciones”.

Audrey Groenewaldt, otra limpiadora subcontratada por la misma empresa, lleva trabajando en UCT 14 años. “Gano 4.700 rands (330 USD) tras las deducciones. Solamente tenemos 15 días de vacaciones al año”.

“Nos llevó muchos años solamente luchar por recursos. Con esta empresa utilizamos productos químicos más baratos, no tenemos asistencia médica y si llegas tarde te lo descuentan del salario. No hay protección para los trabajadores”, dice.

“Me sumé a esta protesta porque la pobreza duele. Me siento atrapada”, dice una limpiadora que desea guardar el anonimato. “¿Cómo es posible que lleve trabajando tantos años y que no reciba un salario digno? Mi hija terminó sus estudios en 2010 y tiene 23 años, pero solo trabaja a tiempo parcial. Me gustaría que fuera a la universidad, pero no puedo permitírmelo. Hay muchas cosas que no puedo permitirme con estos ingresos”.

En la University of Johannesburg (UJ), donde la lucha contra la externalización continúa, los estudiantes y los trabajadores se han encontrado con la oposición férrea de los empleadores y también ha habido enfrentamientos con la policía.

Se han producido manifestaciones violentas en varias universidades recientemente. Por ejemplo, una vigilia nocturna en la que participaron estudiantes de Wits, UJ y Tshwane University of Technology terminó cuando la policía disparó balas de goma y efectuó numerosas detenciones. Se han producido escenas similares en la University of the Western Cape y la Cape Peninsula University of Technology durante semanas; la ruptura de las negociaciones ha llevado al cierre de ambas instituciones.

 

Este artículo ha sido traducido del inglés.