La valla fronteriza de Hungría deja a los migrantes atrapados en el limbo

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Aftab Habib es una de las decenas de personas sentadas en el suelo de la estación de tren de Keleti en Budapest, que ha sido su vivienda durante las dos últimas noches. Hace cinco meses abandonó su hogar en Afganistán en búsqueda de una vida mejor.

Hoy, después de haber viajado a través de Irán, Grecia, Macedonia y Serbia, la vida con la que sueña está a un paso de hacerse realidad y, al mismo tiempo, se encuentra casi fuera de su alcance. Aftab tiene un billete de ida para Alemania, pero la policía le ha impedido subirse al tren porque no tiene pasaporte.

Aftab dice que se fue de Afganistán debido al desempleo crónico y por miedo a los talibanes, pero gran parte de los 100.000 inmigrantes que han entrado en Hungría este año están solicitando asilo político como consecuencia de la guerra y la represión en países como Siria, Irak y Eritrea.

“Ha sido muy, muy difícil”, declara Aftab a Equal Times.

“Ahora estoy muy nervioso, y no tengo ningún plan porque he perdido mi dinero”, dice apretando su billete de tren.

Sin embargo, a partir de finales de agosto, los migrantes que sigan sus mismos pasos podrían encontrarse con más obstáculos todavía.

Hungría está construyendo una valla de acero de 4 m de altura y 175 km de longitud en su frontera con Serbia para impedir la entrada ilegal de migrantes indocumentados al país.

Zoltán Kovács, portavoz del Gobierno, explica a Equal Times que la valla se está construyendo para forzar a los migrantes a utilizar los canales oficiales.

“A nosotros no nos gusta construir vallas ni tener que tomar medidas de seguridad, pero la naturaleza del problema es tal que no hay ninguna otra manera práctica de detener el flujo de inmigrantes ilegales”, recalca.

Además de la valla, que está siendo construida por presos y soldados húngaros, el Gobierno ha introducido una nueva normativa más estricta para detener a los solicitantes de asilo político durante períodos de tiempo más largos.

El Gobierno húngaro también ha intensificado su retórica contra los inmigrantes. El Primer Ministro Viktor Orbán dijo en julio que la inmigración ilegal estaba claramente vinculada a un creciente riesgo de terrorismo.

El Gobierno ha colocado carteles, en húngaro, con declaraciones controvertidas como por ejemplo: “Si usted viene a Hungría, no puede quitarnos nuestros puestos de trabajo”.

 

Progresión hacia el autoritarismo

Los críticos aducen que la retórica nacionalista del Gobierno es en parte una reacción a la popularidad del partido de extrema derecha Jobbik, el tercer partido más importante de la Asamblea Nacional de Hungría, así como una indicación del creciente clima antidemocrático que se respira en el país.

“En el marco de una democracia eficaz, es inapropiado que se lleven a cabo campañas de odio”, afirma Andras Pap, profesor invitado en la Universidad Central Europea de Budapest, especializado en estudios sobre nacionalismo.

Desde que llegó al poder en 2010, el Primer Ministro Orbán ha tomado una serie de medidas para centralizar el poder en Hungría, generando temores de que el país se esté aproximando cada vez más al autoritarismo.

Su Gobierno introdujo rápidamente amplias reformas constitucionales, así como nuevas leyes sobre los medios de comunicación y el sistema judicial que, según las críticas, han socavado el sistema democrático de control y equilibrio de poderes.

El profesor Pap dice que el trato que está dando el Gobierno a los migrantes, como por ejemplo cerrando baños públicos y negándose a proporcionarles agua, va en contra del derecho internacional.

Sin embargo la construcción de la valla – añade Pap – y enviar a los migrantes de vuelta a un país como Serbia donde es improbable que se enfrenten a la persecución, es legal.

Hungría no está sola en el pulso que está manteniendo con el creciente número de migrantes y de solicitantes de asilo de los últimos tiempos.

Sólo en lo que va de año, más de 2.000 personas han perdido la vida en el Mediterráneo, de camino a Europa.

Según las estadísticas del Gobierno, el año pasado Alemania acogió a una cifra récord de inmigrantes, y se anticipa que la cantidad de refugiados se duplique este año.

Durante el primer semestre de 2015 se produjeron también 150 ataques que provocaron daños a viviendas de refugiados en el país, según informa Reuters.

La semana pasada la Comisión Europea asignó 2.400 millones de EUR (2.690 millones de USD) para países que, como Grecia e Italia, están teniendo dificultades con el influjo de inmigrantes. Pero establecer un plan concreto sobre cómo reubicar a los solicitantes de asilo político ha sido más difícil.

Hacia finales de julio la Unión Europea pospuso para diciembre una decisión sobre el reasentamiento de 40.000 solicitantes de asilo entre los Estados miembros.

Al parecer Hungría ha sido uno de los países que más reticentes se ha mostrado a la hora de aceptar migrantes; Kovács considera que la carga es ya demasiado grande.

“¿Por qué debería a Europa a aceptar el hecho de que cientos de miles de personas estén introduciéndose en el continente de manera ilegal e indisciplinada? Ese es el problema fundamental. Europa no puede asumir el peso de todo el sufrimiento que hay en el mundo”.

De vuelta a Keleti, Aftab está tratando desesperadamente de navegar a través de los confusos canales de inmigración a Europa. Junto con algunos amigos, acudió a las autoridades competentes para rellenar los formularios necesarios, pero sólo les proporcionaron documentos en húngaro, idioma que no entienden.

Mientras tanto no tiene ningún sitio a donde ir y se quedará viviendo en la estación de tren.

“Es muy difícil. Esto no es vida”, dice.

 

Este artículo ha sido traducido del inglés.