La vida como “perpetrador del mal”: ser homosexual en Uganda

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El mes pasado, Uganda fue noticia en todo el mundo al convertirse en el 76º país en el mundo que ilegaliza la homosexualidad.

A raíz de la nueva “ley antihomosexual”, firmada el 24 de febrero 2014 por el ya desde hace mucho tiempo presidente del país, Yoweri Museveni, la pena incurrida por mantener relaciones sexuales homosexuales, o casarse entre personas del mismo sexo, es de cadena perpetua para los hombres y de siete años para las mujeres.

Cualquier “intento de cometer actos de homosexualidad” puede dar lugar a una condena de siete años, al igual que ayudar o ser cómplice de una relación homosexual.

Si la situación ya era difícil para la comunidad lesbiana, gay, bisexual, transgénero e intersexual (LGBTI) en Uganda, un país conservador enclavado en África Oriental, de 36 millones de habitantes, cristianos en su mayoría, el proyecto de ley antihomosexual la ha hecho mucho más difícil.

“Tuve que cambiar las cerraduras de mi casa, recibo llamadas telefónicas amenazantes por la noche y hace un par de días, cuando circulaba en un boda boda (un taxi motocicleta ugandés) alguien me apedreó”, dice Pepe Julian Onziema, uno de los activistas LGBTI más conocidos de Uganda.

Señala que la organización con la que trabaja, Minorías Sexuales de Uganda (SMUG, por sus siglas en inglés), ya ha registrado un aumento del número de agresiones violentas sufridas por miembros de la comunidad LGBTI desde que se firmó la ley.

Tomará aproximadamente un mes para que la ley aparezca en el “boletín oficial” y entre plenamente en vigor. Activistas de derechos humanos están solicitando actualmente al Tribunal Constitucional que pare la aprobación de la ley, pero mientras tanto, Onziema se muestra preocupado.

“La gente no va a esperar a que la ley entre en vigor para empezar a actuar. Me temo que el odio va a intensificarse”, afirma. Los demás también tienen miedo. SMUG tiene pruebas de ocho intentos de suicidio relacionados con el proyecto de ley de febrero.

¿“Muerte a los homosexuales”?

La Ley ugandesa contra la homosexualidad de 2014 comenzó en realidad como un proyecto de ley presentado por un solo diputado, David Bahati. en 2009.

En los medios de comunicación se le conoce como el proyecto de ley “Muerte a los homosexuales” porque proponía inicialmente la pena de muerte por actos de “homosexualidad agravada”.

Según Bahati, el proyecto de ley se presentó como un medio para “fortalecer la capacidad del país para hacer frente a nuevas amenazas internas y externas a la familia heterosexual tradicional”.

El propio presidente Museveni dijo haber consultado un equipo de “expertos” que lo convenció de que las personas no nacen homosexuales; que la homosexualidad es un “comportamiento social” indeseable.

Sin embargo, no es Uganda el único país que no acepta la homosexualidad. Las relaciones sexuales homosexuales son ilegales en 38 de los 54 países de África, y Nigeria acaba de aprobar recientemente su propia legislación represiva antihomosexuales.

Fuera del continente, India y Rusia son dos países que han dado pasos similares.

A la vista de problemas más acuciantes como el desempleo, la pobreza y la corrupción, son muchos los que se preguntan por qué tantos países centran tanta importancia en las leyes antihomosexuales.

Según parece, las explicaciones son varias. En primer lugar, puede explicarse desde un ángulo político. Tanto Nigeria como Uganda se están preparando para las elecciones y la retórica antihomosexual ha demostrado ser un muy popular, además de resultar una gran distracción.

Los cristianos evangélicos de EEUU también han desempeñado un papel importante en la difusión de la idea de que la homosexualidad es “impía” y “antinatural” conceptos que han sido retomados con entusiasmo por los evangelistas de todo el continente africano.

La idea de “preservar la cultura africana” de la interferencia occidental también juega un papel.

De acuerdo con una reciente encuesta mundial sobre los valores, World Values Survey, el proyecto de ley antihomosexual de Uganda refleja el sentimiento popular del país, donde el 90% de los entrevistados afirmó que la homosexualidad “no se justifica nunca”.

El discurso popular también ha vinculado la homosexualidad con la pedofilia. En 2010 un conocido diario sensacionalista, ahora desaparecido, publicó una lista de los ugandeses homosexuales con el subtítulo ¡Que los cuelguen; vienen en busca de nuestros hijos!.

El nombre del activista de los derechos de los homosexuales, David Kato, amigo cercano de Onziema, fue uno de los que aparecieron en la lista. Poco después, fue asesinado.

De hecho, los sectores más populistas de los medios de comunicación de Uganda han sido un elemento clave en la creación de un clima de miedo e histeria, publicando listas de homosexuales ugandeses reales o percibidos como tales.

Contraataque

Sin embargo, más allá de la histeria y el alarmismo, la población está empezando a denunciar tanto las leyes homofóbicas como las cínicas políticas que se encuentran detrás de ellas.

El escritor y comentarista social keniano Binyavanga Waianana dio a conocer su homosexualidad recientemente en respuesta a las leyes antihomosexuales de Nigeria y Uganda y arremetió contra la idea de que la homofobia es de alguna manera “africana”.

Otra conocida escritora africana, Chimamanda Ngozi Adichie, también se alzó enérgicamente contra las leyes antihomosexuales de Nigeria.

“Un delito es delito por una razón. Un delito tiene víctimas. Un delito perjudica a la sociedad. ¿Sobre qué base la homosexualidad es un delito? Los adultos no hacen daño a la sociedad debido a la forma en que aman o a la persona que aman”, escribió en un ensayo ampliamente difundido.

Un portavoz de la Iniciativa de Apoyo Trans (TSI, por sus siglas en inglés), que solició el anonimato, está de acuerdo: “Creo que nuestra cultura nos enseña a ser hipócritas”. “La homosexualidad existía en este continente mucho antes de que llegaran los blancos”, señala.

Los gobiernos occidentales han condenado enérgicamente el proyecto de ley. El presidente estadounidense Barack Obama advirtió a Uganda de que los EEUU retirarán su ayuda, mientras que Suecia, Noruega, Holanda y Dinamarca ya lo han hecho.

Uganda depende de los donantes en torno a un 20% de su presupuesto. Aunque el presidente Museveni ha dicho que esta retirada de la ayuda no tiene ninguna importancia (“Somos un país rico”, declaró a los medios de comunicación), los ugandeses de a pie están preocupados por el impacto que esta situación tendrá en su vida diaria.

Este hecho, según el portavoz de TSI, ha dado lugar a que la población culpe a la comunidad homosexual de “causar problemas”.

Reacción

Hablando con varias personas en las calles de Kampala, Equal Times constató que la mayoría de la población está de parte del gobierno en lo relativo al proyecto de ley.

“Nunca he visto a un homosexual en mi vida, se esconden”, afirmó Julius, un conductor de taxi. “Me doy cuenta de que están en peligro, pero, o dejan de hacer lo que hacen, o tienen que irse del país”.

Otros dicen que Uganda tiene derecho a aprobar las leyes que considere oportunas.

“Los países occidentales han estado exagerando un pequeño problema que incumbe solamente al presidente Museveni y a su pueblo”, señala Roger, un empresario local. “Cada país tiene su propia cultura y sus propias normas”.

No obstante, el proyecto también tiene sus detractores. “Es un proyecto equivocado y viola nuestros derechos humanos”, asevera Pío, un estudiante de ciencias políticas.

Las organizaciones internacionales de derechos humanos también han manifestado su profunda preocupación por el proyecto de ley.

“Los recientes incidentes de personas que son ‘descubiertas’ en los medios de comunicación, y de otras que son agredidas en sus comunidades, hacen pensar que se ha desatado una inquietante caza de brujas contra las personas, basada únicamente en la percepción que se tiene de su orientación sexual”, indicó Gemma Houldey, investigadora de Amnistía Internacional Uganda, a Equal Times.

Uno de los aspectos más preocupantes de la nueva ley es convertir en delito la “promoción” de la homosexualidad. Esto significa que una persona podría ir a la cárcel por hasta siete años, simplemente por expresar una opinión positiva sobre la homosexualidad.

Esta situación pone a las ONG locales e internacionales, que realizan la labor de promoción de los derechos humanos, en peligro de caer fuera de la ley.

En una entrevista con Equal Times, el ministro de Ética e Integridad de Uganda, Simon Lokodo llamó a estos organismos “perpetradores del mal. Nadie debería ir a Uganda y luchar por los derechos LGBT. Por el contrario,” afirmó, “deberían ayudarnos a ayudar a las personas a ser normales”.

Asimismo, añadió que con frecuencia había celebrado reuniones con padres cuyos hijos habían sido forzados a tener relaciones homosexuales con el fin de ganar dinero para sus familias, y que son esas personas a las que la ley pretende ayudar.

Ante esta actitud, ¿qué van a hacer los defensores de los LGBTI de Uganda?

Escocia ha anunciado planes para ofrecer asilo a homosexuales ugandeses, pero cuando se le preguntó si iban a dejar Uganda, tanto Onziema como el portavoz de TSI respondieron que no.

“Estoy dispuesto a morir por esta causa”, afirmó este último.

Onziema también dijo que no cejaría. “No puedo parar. Tengo que velar por que algún día se nos haga justicia”.

Este artículo ha sido traducido del inglés.