Un fallo judicial entreabre una puerta para los refugiados desesperados de Calais

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Algunos de los residentes más vulnerable de “La Jungla” – un extenso campamento de refugiados situado a las afueras de la ciudad francesa de Calais – podrían disponer en breve de una ruta para salir del campamento, tras el fallo de un tribunal británico que ordena que tres niños y un adulto dependiente procedentes de Siria sean autorizados a reunirse con sus familias en el Reino Unido mientras sus solicitudes de asilo son examinadas.

Una pequeña proporción de los entre 4.000 y 6.000 refugiados y migrantes que se calcula viven en unas condiciones miserables en el campamento de Calais, tienen familia cercana en el Reino Unido. La actual normativa europea estipula que los demandantes de Calais tienen que solicitar previamente asilo en Francia para que el Reino Unido pueda hacerse cargo de sus solicitudes, pero los abogados representantes de los solicitantes han argumentado, con éxito, que la presión actual ha terminado por quebrar el sistema vigente.

George Gabriel, de la red de comunidades de base Citizens UK, explica a Equal Times: “La sentencia también está teñida de tristeza. Sabemos que Masud, un muchacho de 15 años que, días antes del fallo judicial, murió por asfixia en la parte trasera de un camión cuando trataba de reunirse con su hermana aquí, en el Reino Unido, podría haber recibido asilo por medio de esta ruta segura.

“Ahora es preciso que el Gobierno del Reino Unido y las autoridades francesas tomen medidas para garantizar que no haya más niños que terminen en manos de los traficantes de personas, ni niños en situaciones tan desesperadas que opten por asumir riesgos extremos para alcanzar la seguridad del Reino Unido”.

Después de un comienzo de año complicado, con un invierno que se recrudece y unas condiciones ya de por sí “diabólicas” que siguen empeorando, el fallo ha levantado la moral de quienes viven y trabajan en el campamento. Las tiendas de campaña provisionales están rodeadas de charcos y barrizales, y algunos de los residentes padecen enfermedades como la tuberculosis, la sarna e incluso el sarampión.

Voluntarios y refugiados trasladaron hace poco a más de 1.000 residentes de una gran extensión del campamento, que fue posteriormente desmantelada y derribada por las autoridades locales. Un documento publicado por la prefectura de Pas-de-Calais y consultado por Equal Times indica que el desmantelamiento pretendía impedir que los refugiados accedieran a una autopista cercana, situada a escasamente una milla de la entrada a la terminal de ferries.

Las autoridades han expresado también el deseo de reducir considerablemente el tamaño del campamento en vista de las condiciones que el líder del Partido Laborista británico, Jeremy Corbyn, calificó de “una vergüenza” durante su visita a La Jungla la semana pasada. Sin embargo no está muy claro cómo van a lograr llevar a cabo esa reducción.

Tom Radcliffe, fundador de Help Refugees y voluntario en Calais desde hace bastante tiempo, cuenta en Jungala Radio, la estación de radio del campamento, cómo transcurrió la reunión sobre los desalojos mantenida con las autoridades de Calais: “Al principio nos dijeron que tendrían que ser trasladados en un plazo de tres días – estamos hablando de entre 1.000 y 2.000 personas... Incluso si nos hubieran dado un mes para hacerlo, habría sido difícil”.

Dice que las autoridades actuaron “sin ninguna compasión en absoluto”.

Algunos líderes comunitarios de La Jungla optaron inicialmente por “declinar respetuosamente las demandas del Gobierno francés de reducir el tamaño de La Jungla. Nosotros hemos decidido quedarnos donde estamos y oponernos pacíficamente a los planes del Gobierno de destruir nuestros hogares”.

La prefectura transmitió posteriormente una “respuesta ligeramente más abierta y ambigua”, según Radcliffe, y finalmente pospuso el plazo establecido, dando a diversas ONG, como L’Auberge des Migrants, Help Refugees, Acted y Care4Calais, la oportunidad de construir nuevos refugios y ayudar con los traslados.

Philli Boyle, otro voluntario experimentado, describió la manera en que muchos refugiados se trasladaron por sí solos, “recogiendo sus hogares y llevándoselos”.

 

Un centro parecido a una cárcel

El desalojo se ha producido tras las tensiones que se desataron en el campamento a raíz de la apertura de un nuevo centro para albergar a 1.500 refugiados, supervisado por la ONG francesa La Vie Active. Si bien el centro ofrece seguridad y electricidad gratuita en el interior de unos contenedores marítimos con calefacción, muchos refugiados se han sentido desengañados por la falta de espacios comunitarios en el centro, y por el hecho de que “se parece mucho a una cárcel”, como explica a Equal Times Hamid, un joven afgano que lleva dos meses viviendo en Calais.

Aunque las autoridades todavía no han confirmado que haya alguna conexión entre el desmantelamiento de la zona y la apertura del nuevo centro de acogida, Gregory dice que sí que se ha “dicho oficialmente que las personas que vivan en la zona afectada por los desalojos tendrán prioridad para alojarse en el nuevo centro”. Esto contradice lo expresado en informes anteriores, según los cuales el centro ofrecería prioritariamente espacio a las mujeres, niños y familias vulnerables.

Esta confusión no ha hecho sino avivar las sospechas respecto al centro, cercado con alambrado de púas y al cual los voluntarios tienen prohibido entrar. Muchos refugiados se sienten recelosos por los escáneres biométricos que hay instalados a la entrada, y se muestran reacios a abandonar sus comunidades, que están adquiriendo un carácter cada vez más permanente.

Help Refugees anunció a principios de esta semana que en el campamento sólo quedaban 230 tiendas de campaña ocupadas– una cifra difícil de comprobar si se tiene en cuenta el ritmo sostenido de 50 nuevas personas, como mínimo, que van llegando a diario al campamento. Pero sí que indica que por lo menos 4.000 refugiados se encuentran ahora alojados en caravanas donadas o en los refugios de madera revestidos con lona que enfilan cada una de las calles del campamento.

Desde la semana pasada, la mayor parte del centro de contenedores permanece desocupado, y el periódico The Telegraph informó que apenas 173 refugiados se habían instalado allí.

La prefectura no ha respondido a nuestra petición de comentarios, pero el Ministerio del Interior británico ha confirmado que seguirá aportando 5 millones GBP al año para fomentar “el desplazamiento de los migrantes lejos de Calais proporcionando apoyo e instalaciones en otras partes de Francia”.

Paralelamente, a principios de este mes, Médicos Sin Fronteras comenzó la construcción de un centro de tiendas de campaña con calefacción y “resistentes al invierno”, situado a las afueras de Grande-Synthe, cerca de Dunkirk, donde más de 2.000 refugiados, en su mayoría del Kurdistán iraquí, se encuentran acampando en terrenos y bosques, en unas condiciones que Vickie Hawkins, Directora Ejecutiva de Médicos Sin Fronteras en el Reino Unido, ha descrito como “de las peores que he visto en mis 20 años de labor humanitaria”.

 

Este artículo ha sido traducido del inglés.