Un siglo después de las masacres, la diáspora siria inicia su regreso a Turquía

Unas 30 personas viven todo el año en el pueblo de Kafro, en Tur Abdin: una región de paisajes salvajes con rocas y hierba seca, parecidos al Lejano Oeste, pero en el sur de Turquía - a menos de 100 kilómetros de Siria.

Esta es la tierra originaria de los sirios (también denominados arameos o asirios) de Mesopotamia, popularmente denominados cristianos de Oriente, que huyeron con los armenios víctimas de las matanzas masivas que se produjeron a partir de 1915.

(Nota de la redacción: los abusos contra los armenios fueron calificados de “genocidio” por diversos países e historiadores, pero este término ha sido rechazado por Turquía.)

Después, a finales de siglo, tuvieron que afrontar nuevas manifestaciones de violencia cuando se produjeron los enfrentamientos entre el Estado turco y el PKK (Partido de Trabajadores del Kurdistán), la guerrilla kurda.

“A partir de los años 1980, nos encontramos atrapados entre el fuego de ambos bandos, a pesar de que muchos de nosotros deseábamos permanecer neutrales. Esa fue la principal razón por la que nos vimos obligados a emigrar”.

Aziz Demir, con chaleco azul marino y gafas pequeñas, es alcalde de Kafro y precursor del regreso de la diáspora siria en 2006. Siendo adolescente huyó de la violencia en su región y pasó gran parte de su vida expatriado en Suiza, trabajando en el sector de la hostelería.

En 1994 su padre fue el último habitante que abandonó definitivamente el pueblo familiar y su iglesia del siglo VI.

Veinte años después, en 2015, Aziz Demir recibe a sus huéspedes en una casa nueva de tres plantas, parecida a la otra veintena de casas alineadas al borde de una carretera solitaria.

Tras el llamamiento a los sirios realizado por varios primeros ministros turcos, entre ellos Bülent Ecevit en 2000, la idea del regreso caló en la diáspora.

“Nos reunimos para discutir la estrategia que íbamos a adoptar – prosigue Aziz Demir. Quince familias instaladas en Alemania, en Suiza y en Suecia decidieron que estaban preparadas para trasladarse a Turquía y, a partir de 2002, empezamos la construcción de las casas, aquí en Kafro.

"El 1 de septiembre de 2006 inauguramos oficialmente el pueblo. Ahora queremos convertirnos en un puente entre el Estado y la diáspora”.

 

“Ya no tenemos necesidad de huir”

Cada verano el pueblo se llena de amigos y familiares que vienen de Europa. Pero sólo un joven ha tenido el valor de permanecer allí todo el año, a pesar de la falta de comercios y de la soledad que rodea el lugar.

“Mis padres me han dicho varias veces que, si no me gusta estar aquí, no estoy obligado a quedarme, que puedo regresar a Europa. Pero este sitio me gusta”, cuenta Ishok Demir, de 25 años, nacido en Suiza y que habla con su padre en sirio.

“En 1915 los habitantes de Kafro fueron asesinados. Había más de 50 familias – prosigue el joven. Para mí es muy positivo estar aquí de nuevo y plantearme un futuro”.

Hace poco nació un bebé en el pueblo. Su madre, Sonia, exiliada hasta 2006 en Stuttgart, Alemania, parecen desconfiar de los visitantes.

El padre de su marido fue asesinado en Kafro en 1972, al igual que su bisabuelo, ejecutado durante las masacres de 1915.

“Hoy en día ya no tenemos necesidad de huir, y por eso hemos vuelto. Yo quería que mis hijos conocieran nuestra patria”, explica una mujer de 46 años que trabaja como profesora de inglés en la ciudad, a varios kilómetros de distancia.

El año pasado, una candidata del partido pro-minorías BDP se convirtió en la primera mujer de origen sirio en ocupar la alcaldía de una gran ciudad turca, Mardin, situada a menos de 100 km al sur de Kafro, cerca de la frontera siria.

La comunidad ha conseguido bastante visibilidad. “Lo que nos preocupa, no obstante, es el Estado Islámico y sus prácticas genocidas”, comenta la elegida, de 26 años, Februniye Akyol.

En febrero, más de un centenar de sirios fueron blanco de secuestros y asesinatos en Siria.

Pocos días después los yihadistas arremetían contra su patrimonio histórico en Irak.

Aziz Demir, alcalde de Kafro, reconoce las dificultades, dada la situación actual en Oriente Medio. “Todo el mundo tiene que asumir sus responsabilidades. El Estado turco tiene que facilitar las condiciones de nuestro regreso.

"Y si Europa se sienta a la mesa de negociaciones, habrá más sirios que regresen”.

 

Este artículo ha sido traducido del francés.