Analizando las políticas contra el ‘hiyab’

Opinión

 

En el segundo de sus cuatro artículos sobre el estado de la Europa multicultural, Joel Schalit nos revela la histeria en torno a los velos islámicos en Francia.

Estaba de acuerdo con Chirac. “Yo hubiera tomado la misma decisión si hubiera estado en su lugar”, afirmó el presentador del programa.

“Después de todo, ellos quieren imponer su ley islámica a todo el mundo. Tenemos que empezar por alguna parte. Y, ¿qué mejor lugar que nuestras aulas?”.

 

 

Hubiera sido diferente si este debate se hubiera transmitido en Francia, donde el tema de los ‘hiyabs’ (velos islámicos) en las aulas vuelve a ocupar los titulares de prensa.

Sin embargo, estaba en California, hace casi una década, y escuchaba por casualidad una estación de radio cristiana en la que debatían sobre este tema mientras volvía a casa del trabajo.

Para los oyentes de los programas evangélicos, el debate no era sorprendente.

Los atentados del 11 de septiembre habían desatado en los estadounidenses el miedo al islam.

Como apoyaban la guerra contra el terrorismo de la administración de Bush, los medios de comunicación fundamentalistas acostumbraban a demonizar a los musulmanes, debatiendo con frecuencia temas de actualidad (como la aprobación en Francia de una ley en 2003 que prohibía llevar el velo islámico), como para manifestar su apoyo a la xenofobia.

Aunque la llamaban “la ley del velo”, pues su objetivo eran las estudiantes musulmanas que llevaban el ‘hiyab’, la ley francesa estaba redactada de tal manera que podía evitar que la acusaran de estar llena de prejuicios.

Así, prohibía todo tipo de expresiones religiosas en las escuelas, no solo los velos islámicos.

Por supuesto, la excusa fue que intentaba preservar el laicismo sin discriminar a ninguna fe en concreto. Como muchos musulmanes franceses, el predicador radiofónico estadounidense no se tragó eso de la neutralidad.

“Francia es una nación cristiana, como Estados Unidos.

Tienen que proteger las escuelas del proselitismo musulmán”, declaró, fomentando la teoría, tan común hoy en día en los círculos conservadores de habla inglesa, de que la expresión pública del islam no tiene tanto que ver con ser piadoso, como con ser ‘evangélico’ o promover un punto de vista ‘mahometano’.

Adoptar esta postura era lógico para el presentador del programa, pues era protestante y su país estaba inmerso en una guerra que se interpretaba con frecuencia como un conflicto cultural.

En nombre de la neutralidad religiosa, los franceses estaban haciendo lo que no podían hacer los estadounidenses, pues estos tenían un concepto de laicismo más limitado.

Estaban prohibiendo expresiones externas de devoción, no defendiendo las libertades religiosas.

Aunque de hecho era más laico, este aspecto de la política francesa resultaba atractivo.

 

 

La prohibición del velo

Por tanto, al leer un nuevo informe francés, publicado por el Alto Consejo para la Integración (de nombre tan orwelliano), que insta a prohibir el velo en las universidades, me vino el pasado a la memoria.

Mientras que la ley original (que los autores de este informe defienden y amplían a la educación superior) es más general, las recomendaciones publicadas por este consejo están centradas más específicamente en el velo y las actividades religiosas islámicas en los recintos universitarios.

El informe sostiene que el velo musulmán está fomentando tensiones en las universidades e insiste en que el Gobierno tome medidas para prohibirlo.

Es probable que el ministro de Interior Manuel Valls, famoso por su aversión hacia los musulmanes franceses, apoye estas recomendaciones.

Sin embargo, los docentes franceses no están tan seguros de las afirmaciones del informe.

Raphael Liogier, que es el Director de Estudios Religiosos de la Universidad de la Sorbona, advirtió al periódico The Local que éstas son más los reflejos de la ansiedad frente al islam, que la documentación de un problema real en los recintos universitarios.

“En Francia y otros países, como Gran Bretaña, estamos inmersos en una época en que sufrimos una crisis de identidad. A los franceses les preocupa que las cosas ya no sean como antes y sienten la necesidad de defenderse de este peligro, que consideran que es el islam”, explicó.

“Por eso surgen este tipo de informes. Es espantoso”.

De hecho, según una encuesta publicada el 6 de agosto en el diario Le Figaro, el 78% de los franceses encuestados creen que el ‘hiyab’ no debe llevarse en las aulas universitarias.

No resulta sorprendente que el 86% de los que se opusieron al velo fueran jubilados, mientras que los menores de 35 años manifestaron más tolerancia, como haciendo hincapié en la afirmación del señor Liogier de que este deseo no tiene tanto que ver con las políticas universitarias como con las preocupaciones sociales de los franceses.

 

 

Origen étnico

Puede que crear una crisis artificial en las universidades sea el modo más oportuno de forzar este tema.

Pero aun así, ¿es realmente el islam lo que les preocupa?

¿Es el laicismo una prioridad para los conservadores franceses, quienes, aunque no sean exclusivamente religiosos, sí suelen ser católicos?

Como el antisemitismo, la islamofobia no solo tiene que ver con las costumbres culturales en conflicto. También tiene que ver con el origen étnico, en este caso el que plasma la ropa tradicional de las mujeres francesas originarias principalmente de Oriente Medio.

Mientras el tema a tratar sean los velos, es más fácil pretender que la crisis tiene que ver con la religión y no con los rasgos africanos o árabes ni con el color de la piel.

Esto no quiere decir que la fe no tenga importancia, porque sí que la tiene.

La fe sigue siendo un elemento identitario de las minorías en Europa, así como del Estado, aunque, como en el caso francés, sea para definir su neutralidad.

Sin embargo, las razones siguen siendo poco claras, pues en los asuntos relativos a la religión (o a su ausencia requerida) seguimos olvidando que sus ideas reflejan quiénes somos.

De ahí la ilegitimidad de los debates sobre asuntos como el velo islámico.

Si pudiéramos encontrar el modo de elevar el discurso, para descubrir qué hay detrás del mismo, sería más fácil dilucidar sus intereses esencialmente discriminatorios.

 

 

Este artículo ha sido traducido del inglés.