Metedura de pata de la histeria mediática de Italia sobre los “ciegos falsos”

Opinión

 

Italia, como todo el mundo sabe, está pasando en estos momentos por más de una crisis.

En el plano político estamos luchando para formar un nuevo Gobierno y, en el económico, la crisis financiera de Europa nos ha afectado mucho.

 

Si bien el nivel general de desempleo es del 10,7%, la cifra asciende al 35,3% entre los jóvenes.

El ambiente en Italia es una mezcla de caos y decadencia.

Y en unos tiempos en los que hasta el último céntimo cuenta, la gente empieza a espiar a sus vecinos, ansiosa por encontrar a alguien que haya falsificado un título que no posee, alguien que esté recibiendo prestaciones que no le corresponden o que esté disfrutando de cualquier tipo de privilegio inmerecido.

Los periodistas tampoco se salvan a la hora de querer hacer de Gran Hermano.

Años atrás, un invidente llamado Ivano estuvo bajo el foco de una tempestad mediática.

La policía le estuvo siguiendo porque sospechaba que en realidad podía ver y que estaba fingiendo ser ciego para recibir un subsidio por discapacidad.

Se mencionó que podía entrar en un tranvía sin necesidad de palpar los laterales de la puerta y que el hecho de acercarse el reloj a los ojos era prueba de que era un “ciego falso”.

Finalmente, tras una investigación exhaustiva, Ivano consiguió demostrar que no estaba fingiendo ser ciego, pero tardó muchos años en demostrar su inocencia.

Ivano se tuvo que gastar miles de euros en abogados, y su hija fue el hazmerreír de su escuela debido a que los medios lo habían pintado como un estafador.

Esto repercutió enormemente en la autoestima de Ivano – sobre todo porque, cuando por fin fue declarado inocente, los medios de comunicación prestaron muy poca o ninguna atención a la historia de verdad.

 

¡Indignaos!

Pero la historia de Ivano es sólo una de las muchas historias de este tipo que se dan en Italia.

Hace poco, los medios de comunicación informaron de tres personas en Sicilia que, según las autoridades fiscales, estaban fingiendo ser ciegas – y cito: “Tenían un perfil de Facebook, eran propietarias de un coche, podían ir de compras solas... y llevaban una vida social normal y activa”.

Cuando leí esos artículos me quedé de piedra. Yo soy ciego desde bebé y, sin embargo, según la lista de verificación que esos artículos recopilaron, yo también estoy fingiendo ser ciego.

Tengo un perfil de Facebook – e incluso cuenta en Twitter.

Tengo coche, puesto que es completamente legal – y en Italia se puede desgravar por ser ciego y propietario de un coche (sobra decir que no lo conduzco).

Yo hago todo lo que esos “ciegos falsos” hacen, y más. Así que me dije, recordando un famoso panfleto, ¡indignaos!

Escribí a los autores de los artículos y a los programas de televisión, y animé a otras personas a que hicieran lo mismo.

Se extendió por toda la red una protesta por parte de la comunidad de personas con dificultades y minusvalías visuales de Italia.

Nuestro eslogan era: “¡Todos fingimos ser ciegos!”

Se señaló a la atención de los periodistas que, aunque no podamos ver, podemos utilizar las redes sociales, navegar por la red y hacer deporte – incluso los deportes más extremos.

Podemos viajar, incluso a lugares incómodos como el desierto del Sahara o el Polo Sur. Podemos tener una vida social muy gratificante, arreglar electrodomésticos, podemos cocinar, planchar la ropa, hacer el amor y, después, podemos hasta hacernos la cama. ¿Sigo?

Algunos de los medios de comunicación lo tuvieron en cuenta y decidieron informar sobre las protestas, pero mentiría si dijera que eso me satisfizo.

 

Una caza de brujas

Las palabras son muy importantes para los periodistas y deberían utilizarse con cuidado.

Una cosa es decir que alguien está fingiendo ser ciego por el hecho de tener un perfil de Facebook, y otra es examinar su perfil y deducir que, efectivamente, en realidad puede ver.

Aún así, a veces no es fácil distinguir a una persona con visión normal de una con visión parcial, por eso hay que tomar muchas precauciones a la hora de informar sobre este tipo de investigaciones.

Todos sabemos que a los periodistas les gustan las grandes historias. Pero los relatos sobre el descubrimiento de supuestos fraudes son a menudo engañosos y excesivamente simplistas.

Lo más preocupante de todo es que, en tiempos de crisis financiera, se tiene una sensación de verdadera satisfacción cuando se descubre a personas que al parecer están robando el dinero de los contribuyentes.

Pero los periodistas tienen que ser muy prudentes y asegurarse de que las historias sean verdad.

La Unione Italiana Ciechi (la principal asociación italiana que representa a las personas con minusvalías visuales) fue hace poco acusada de estar implicada en actividades relativas a fondos de inversiones en paraísos fiscales.

Pero a pesar de toda la atención que los medios de comunicación dedicaron a la historia cuando salió por primera vez a la luz, más tarde se supo que la historia no era verdad.

Sin embargo a los medios les trae sin cuidado que el 70% de las personas que en los últimos años han sido acusadas de ser “ciegos falsos” sean realmente ciegas.

A estos periodistas no les importa la vergüenza y el ridículo que esa información incorrecta haya podido ocasionar a esas personas.

Se está llevando a cabo una caza de brujas, y no sólo contra los discapacitados visuales sino contra todas las personas con discapacidades.

Contra los migrantes, contra Roma, contra los homosexuales, contra las mujeres y contra todos los grupos vulnerables.

Es esencial que los medios terminen con estas campañas peligrosas y difamatorias.

Y es aún más importante que los medios informen correctamente sobre la auténtica vida de las personas con discapacidad visual.

Hay mucha ignorancia y los medios no deberían hacerla mayor.

Si alguien está fingiendo ser ciego, los verdaderos invidentes son los primeras interesados en que los farsantes sean condenados.

Pero tenemos que terminar con esta nueva forma de macarthismo.

 

Este artículo ha sido traducido del inglés.