Subcontratación y malas condiciones para trabajadores de la industria cárnica alemana

Es de allí de donde provienen, en gran medida, los millones de toneladas de carne y aves de corral que Alemania consume y exporta. Cada año pasan por los mataderos de Baja Sajonia, región agrícola en el noroeste del país, 350 millones de aves de corral, 19 millones de cerdos y 500.000 bovinos.

En los últimos años, la zona se ha convertido en el centro de la industria cárnica alemana. Y también en el lugar donde se dan todos los abusos y violaciones en lo que se refiere a las condiciones de trabajo y de salarios de los trabajadores que sacrifican y despiezan a los animales y empacan su carne.

La situación desastrosa de los trabajadores empezó a salir a la luz poco a poco hace algunos años: salarios de 5 euros (5,20 USD) brutos por hora, a veces menos, para trabajadores migrantes procedentes de Europa del Este hacinados en infraviviendas por las que se veían obligados a pagar varios cientos de euros, jornadas de 12 a 14 horas, así como condiciones de trabajo extremadamente peligrosas para su salud.

“Esclavos asalariados en los mataderos alemanes”, tituló uno de sus artículos el diario alemán Süddeustche Zeitung en junio de 2013. “La industria de la carne explota sistemáticamente a los trabajadores de Europa del Este”, recalcó el Die Zeit el año siguiente.

De acuerdo con el sindicato del sector, el Nahrung-Genuss-Gaststätten (NGG), un tercio de los aproximadamente 30.000 trabajadores que se ocupan del sacrificio y despiece de los animales en Alemania proviene de Europa del Este y del Sur. Sin contar con los que trabajan en las plantas de transformación y envasado.

En los últimos dos años, los sindicatos del sector han logrado imponer algunos cambios alertando a las autoridades locales y a la prensa y mediante el establecimiento de estructuras de apoyo especiales para los trabajadores migrantes del sector.

“Para conseguir mejorar la situación, es necesario escandalizar a la opinión pública, y eso es precisamente lo que hemos hecho en la región. Es así como la iglesia comenzó a intervenir y los medios de comunicación a interesarse en el tema. Hoy día, estos trabajadores migrantes se alojan en viviendas mejores y menos costosas”, afirma Thomas Bernhard, responsable regional de NGG.

En 2014, unas cincuenta empresas del sector firmaron un código de conducta en relación con el alojamiento de sus trabajadores migrantes. No es legalmente vinculante, pero proporciona líneas directrices que se comprometen a seguir para evitarles condiciones de vida degradantes. Normas que las empresas subcontratistas de las empresas firmantes deben, en principio, también respetar.

“Sin embargo, sigue habiendo trabajadores cuyos empleadores les retiran 250 (263 USD), 350 (368 USD) o hasta 400 euros (418 USD) de su salario para pagar un alojamiento con cuatro a seis personas por habitación”, asegura Piotr Mazurek, concejal municipal de la ciudad de Oldenburg para los trabajadores polacos del sector, a través del programa Faire Mobilität, promovido por la central sindical alemana Deutscher Gewerkschaftsbund (DGB).

Semejante cantidad sería perfectamente suficiente para alquilar una habitación individual en un simple piso compartido, o incluso un pequeño apartamento. “Sin embargo, los trabajadores lo aceptan porque dependen doblemente de su empleador, tanto en lo que respecta al trabajo como al alojamiento. Si llegaran a reclamar, corren el riesgo de acabar en la calle”.

 

Subcontratación a gran escala

En general, las mejoras prometidas siguen haciéndose esperar sobre el terreno.

Así, desde 2014 existe en la industria cárnica un salario mínimo sectorial. Los antes 7,75 euros (8,11 USD) brutos por hora han aumentado a 8,75 (9,15 USD), es decir, apenas el nivel del salario mínimo nacional interprofesional introducido en Alemania en 2015.

“No obstante, los trabajadores se ven en dificultades para que se cumpla concretamente en las remuneraciones netas. Por ejemplo, los empleadores les hacen pagar por utilizar sus herramientas de trabajo, o por la limpieza de los uniformes de trabajo...” señala Mazurek.

Cuando los trabajadores migrantes se encuentran con este tipo de obstáculos para hacer valer sus derechos, se dirigen a él, porque es una de las pocas personas o instancias a las que pueden recurrir.

La mayoría trabaja para pequeñas empresas subcontratistas, cuyo domicilio legal suele situarse en el extranjero y que no cuentan con un representante del personal ni, con mayor razón, con un representante sindical.

De acuerdo con los propios datos de la agrupación de empleadores del sector, la Verband der Ernährungswirtschaft, más de la mitad de los trabajadores del ramo actualmente son empleados por subcontratistas o con puestos de trabajo temporales.

Mazurek señala que esta proporción asciende a más de tres cuartas partes en los cuatro grandes grupos que predominan en la región de Baja Sajonia.

“Estos últimos 15 años, la proporción de trabajadores empleados directamente por las empresas de la industria cárnica ha disminuido considerablemente, al tiempo que ha aumentado el número de trabajadores empleados por subcontratistas”, comenta el concejal.

“Les cuesta menos a las empresas y es más flexible en lo que se refiere a la legislación laboral. Los trabajadores de los subcontratistas reciben salarios que suelen ser un 60% más bajo que los asalariados directamente. Y cuando un determinado proveedor experimenta problemas de funcionamiento serios, las empresas contratantes principales pueden lavarse las manos y proteger su imagen cambiando simplemente de subcontratista. Antes se trataba esencialmente de empresas ficticias, meros buzones registrados en Eslovaquia o Polonia, con trabajadores supuestamente desplazados y, por lo tanto, con condiciones salariales y cotizaciones sociales de esos países”.

Afortunadamente, esta situación ha cambiado. En 2015, 18 empresas se comprometieron a contar únicamente con los asalariados de los subcontratistas que trabajaran bajo las condiciones de la legislación alemana. Sin embargo, no tienen previsto depender menos de sus subcontratistas, aun cuando este es precisamente el meollo del problema, según el sindicato NGG.

El sindicato exige que el convenio colectivo obligue a las empresas del sector a aumentar la proporción de asalariados directos en un 10% cada año. Esta reivindicación no hace, de hecho, más que pedir el cumplimiento de la ley.

“Normalmente, en Alemania, puede hacerse uso de contratos de externalización solamente para tareas auxiliares que no constituyan la actividad principal de una empresa. El sector de la carne no aplica estas las prácticas, ni mucho menos”, afirma Mazurek.

 

Este artículo ha sido traducido del francés.