El cambio es lento en Cuba

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En una nueva cafetería ubicada en Miramar, un ostentoso barrio de La Habana, los capuchinos y los cortados se sirven entre fuentes gorjeantes y plantas en macetas. El ambiente es mucho más europeo que caribeño y entre los clientes se encuentran algunos de los acaudalados expatriados que regresaron a la isla tras la renovación el 17 de diciembre de 2014 de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos.

Motivado por los viajes al extranjero de un pariente, Luis abrió esta cafetería tras años y años trabajando para el Estado. Antes ganaba unos 15 USD al mes; aunque ahora se niega a revelar cuánto gana, asegura que su estilo de vida ha mejorado notablemente.

“Nos está yendo bien porque tenemos clientes en la zona que trabajan para grandes empresas extranjeras”, explica a Equal Times mientras recoge una taza vacía. “La mayoría de los cubanos no pueden consumir aquí. El café lo beben al otro lado de la calle, donde pagan un peso. No pueden permitirse un buen café como este”.

Actualmente, a raíz de la aprobación hace cuatro años de una nueva ley que permite la empresa privada, más de medio millón de trabajadores/as cubanos son autónomos (de una población total de 11,2 millones).

Sin embargo, la esperanza de que unas mejores relaciones exteriores cambiaran la vida de los cubanos y cubanas de a pie se ha visto obstaculizada por la realidad sobre el terreno. La mayoría de los cubanos sigue confiando en el “papá Estado” o en las remesas de sus parientes en el extranjero para atender sus necesidades básicas.

“Para mí, las reformas no han cambiado nada”, afirma Ibelice, que trabaja de camarera en un hotel del centro de La Habana. Asegura que ha intentado salir por mar de Cuba en varias ocasiones, pero que las autoridades siempre le han atrapado y devuelto a la isla.

“Supuestamente, gracias a las reformas puedes comprarte una casa o un automóvil nuevo, pero yo gano 20 USD al mes. ¿Cómo puedo acceder yo a esas cosas?”.

El año pasado, en Cuba se empezaron a vender automóviles importados por primera vez desde la Revolución de 1959. Sin embargo, había trampa: el precio. En Australia, por ejemplo, un Peugeot 4008 de alta gama cuesta aproximadamente 38.490 AUD (27.000 USD); en Cuba, el mismo vehículo cuesta unos 190.000 USD.

 

El debate sobre el embargo

El embargo de Estados Unidos a Cuba ha cumplido 55 años y sigue siendo una dura realidad para los cubanos y las cubanas. Todavía no se sabe cuándo acabará. En diciembre se cumplió un año desde que Estados Unidos reanudó sus relaciones con Cuba, lo cual provocó un boom en el turismo y el comercio exterior. Estados Unidos y Cuba han vuelto a abrir sus embajadas en La Habana y Washington respectivamente y se han restablecido los vuelos comerciales a Cuba desde EE.UU.

Sin embargo, Cuba avanza con pies de plomo y el presidente de Estados Unidos Barack Obama, que ha pedido que se levante el embargo y se cierre la base militar estadounidense en la bahía de Guantánamo, se enfrenta a una fuerte resistencia.

El segundo y último mandato de Obama acabará en enero de 2017. Los candidatos republicanos que esperan sucederle insisten en que Guantánamo es vital para la lucha contra el terrorismo. Asimismo, opinan que levantar el infame embargo comercial solo sería una recompensa para Cuba por haber impuesto la censura y limitado la libertad de expresión.

La ONG Human Rights Watch (HRW) asegura que aunque el embargo fracasó al intentar traer la democracia y mejorar el ámbito de los derechos humanos en la isla, Cuba “ya no puede seguir haciéndose la víctima” ahora que se espera que el embargo se levante.

“El statu quo ha permitido al gobierno cubano aprovecharse de la política estadounidense para granjearse simpatías en el extranjero”, declaró José Miguel Vivanco, director ejecutivo del departamento latinoamericano de HRW, en un artículo de opinión publicado en 2014.

Cuba sigue teniendo uno de los entornos más restrictivos del mundo para la comunicación. Según la ONG Freedom House, tan solo alrededor del 5% de la población tiene acceso abierto a internet. En su informe de 2015 sobre Cuba, la isla obtuvo una calificación de 6,5 en libertad, siendo el 7 la puntuación más baja.

En marzo del año pasado, la empresa estatal cubana de telecomunicaciones ETECSA permitió que un centro cultural fundado por el famoso artista cubano Kcho abriera el primer punto de acceso WiFi de la isla.

Aunque los cubanos todavía tienen prohibido acceder a internet desde sus hogares, ahora ya hay más de 40 lugares en la capital donde la gente se puede conectar a la red. Sin embargo, internet sigue siendo un lujo para la mayoría de los cubanos/as debido al elevado coste de los dispositivos y la navegación. La conexión también es lenta y el gobierno sigue controlando la red.

ETECSA vende tarjetas para acceder a internet por 2 USD la hora y en los hoteles turísticos conectarse a la red cuesta alrededor de 5 USD.

Vitor, un técnico informático, recalca que las restricciones que se aplican al uso de internet constituyen un enorme obstáculo, especialmente para los profesionales de la informática. Según afirma, en cualquier otro lugar del mundo se podría beneficiar aprendiendo fácilmente sobre las nuevas tecnologías mediante tutoriales de vídeo y podría subir sus archivos a la nube, pero en Cuba lo tiene difícil debido a la censura.

“Antes el gobierno culpaba al embargo de la falta de internet. Pero el año pasado, Venezuela nos dio un cable submarino de fibra óptica, así que ya no tienen esa excusa”, asegura.

En cambio, algunos cubanos mayores desconfían de lo que traerá el restablecimiento de las relaciones con Estados Unidos.

“Las cosas tienen que cambiar, pero gradualmente. Tenemos que tener cuidado para que los estadounidenses no nos infiltren”, explica a Equal Times Vitoriano, un jubilado, con un libro sobre Fidel Castro al otro lado de la mesa del comedor. “Todavía no podemos confiar en ellos totalmente”.