Trabajadoras migrantes combaten la explotación en Australia

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Imagínese trabajar toda la noche por apenas cinco dólares australianos (AUD) la hora (unos 3,70 dólares de EEUU, USD), para producir una prenda bonita y elaborada, cuyo precio final de venta superará los 600 AUD (440 USD). Es solo un ejemplo del tipo de explotación que encontramos en Australia.

La organización de asistencia a las trabajadoras asiáticas, Asian Women at Work (AWAW), respaldada por la confederación sindical australiana Australian Council of Trade Unions (ACTU), está ayudando a combatir la explotación de miles de inmigrantes que trabajan en la industria de la confección, de la alimentación, de la construcción, en cafés, fábricas, granjas, peluquerías o tiendas.

Muchas inmigrantes llegan a Australia solas, asustadas y sin apenas saber inglés. Aceptan salarios miserables porque sienten que no tienen poder.

“Creemos en la dignidad del trabajo y en el derecho de cada individuo a tener un empleo”, afirma la Coordinadora de AWAW, Lina Cabaero. “Pero muchas mujeres migrantes no disfrutan de esa mínima dignidad”.

Su organización está contribuyendo a cambiar la situación, apoyando a las migrantes que trabajan en empleos precarios y mal pagados. AWAW, establecida con el respaldo de la ACTU, ayuda a combatir el acoso y la explotación que padecen muchas de estas mujeres en su lugar de trabajo.

“Ofrecemos numerosos servicios comunitarios a estas mujeres, a través de reuniones que organizamos por la tarde y los fines de semana, para facilitarles la asistencia”, explica Cabaero —veterana activista que llegó a Australia desde Filipinas hace diez años—. AWAW está estableciendo una red de apoyo a las trabajadoras migrantes a través de las ramas locales del sindicato.

“Partiendo de lo positivo, respondemos a las necesidades de estas mujeres y sus familias”, indica Cabaero. “Aunque tienen como elemento común su situación laboral, también las ayudamos en muchas otras facetas de su vida”.

 

Historias de migrantes

Se trata de una asistencia inestimable para trabajadoras como Coco, una joven madre soltera de origen chino que trabaja en la industria de la confección y cuya experiencia es típica. “Trabajo muchísimo: no tengo ni fines de semana ni vacaciones”, explica. “Nunca recibí dinero de la seguridad social ni tuve la oportunidad de ir a la escuela a aprender inglés”.

Thu, una mujer vietnamita de unos 40 años que trabaja cuidando ancianos se siente agradecida por su empleo, pero vive atemorizada por su empleadora. “Mi jefa es buena persona pero muy mandona con todos los trabajadores. Me gritó que aprendiera inglés porque no me entiende cuando hablo”.

El sistema propicia situaciones de explotación graves. “Nos cuentan casos que no puedes creer que estén sucediendo en Australia”, dice Cabaero. “Es frecuente que la gente trabaje toda la noche por apenas 5 AUD la hora”.

A pesar de las escasas estadísticas oficiales sobre el número de trabajadores temporales extranjeros y de estudiantes que trabajan en Australia —y menos aún sobre cuántos están ilegalmente mal pagados—, hay muchas webs en chino mandarín que publican ofertas de empleo por salarios que van desde los 8 AUD (5,90 USD) hasta los 13 AUD (9,60 USD), muy por debajo del salario mínimo legal en Australia, que se sitúa en 17,29 AUD (12,79 USD) la hora.

“Muchas migrantes están asustadas y tan agradecidas de estar aquí que les da miedo reclamar sus derechos laborales fundamentales”, señala Cabaero.
Animar a estas mujeres a que se afilien al sindicato y paguen las cuotas puede resultar una tarea complicada”, admite.

 
Artículo publicado originalmente en la revista australiana Working Life

 

Este artículo ha sido traducido del inglés.