Un año después del linchamiento de Farkhunda, ¿qué ha cambiado en la vida de las mujeres afganas?

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Un monumento blanco, brillante y de nueva construcción se erige a las orillas del río Kabul en Afganistán, en el lugar donde hace un año una muchedumbre linchó a una joven de 27 años, para, acto seguido, quemar su cuerpo.

Allí fue donde, el 19 de marzo de 2015, un grupo de hombres atacó a Farkhunda Malikzada tras escuchar que, supuestamente, había cometido una blasfemia en un templo cercano.

La mujer, que había criticado la venta de amuletos en la mezquita como una práctica no islámica, fue falsamente acusada de haber quemado un Corán.

Pocas fueron las personas de este país destrozado por la guerra que prestaron atención a las informaciones iniciales sobre el caso. Pero más tarde, las imágenes del linchamiento que se difundieron por las redes sociales, sí lograron impresionar al país y abrumar al resto del planeta.

Desde entonces Farkhunda se ha convertido en icono de los derechos de la mujer y de la resistencia en la conservadora sociedad afgana. Movidos por una gran indignación, los defensores de los derechos de las mujeres han protagonizado manifestaciones públicas de rebeldía.

Hace un año, numerosas mujeres afganas desafiaron las normas y tradiciones imperantes en el país al cargar a hombros el ataúd de Farkhunda. Con ocasión del primer aniversario de su muerte, algunas de aquellas mujeres, convertidas ahora en líderes de la defensa de los derechos de la mujer, inauguraron el monumento en su honor el pasado jueves 17 de marzo.

Ni un solo funcionario varón de alto rango del Gobierno asistió al evento, y no se ha comunicado tampoco ninguna razón por tal ausencia. Y es que los derechos de las mujeres siguen siendo, hoy por hoy, una cuestión delicada en Afganistán.

 

Aumento de la violencia

Tras la caída de los talibanes en 2001, la relativa paz que se respira en algunos centros urbanos animó a las mujeres a presionar a favor de sus derechos. El camino, no obstante, sigue siendo largo y escabroso. Los incidentes de violencia contra mujeres persisten en Afganistán, en particular en las zonas rurales remotas.

De hecho, la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA) ha señalado que las condiciones van a peor para las mujeres de este país de Asia Central, donde los ataques de los talibanes repuntaron en el segundo semestre de 2015.

“Las mujeres afganas siguen viéndose confrontadas a unos desafíos enormes que las excluyen de los procesos políticos vitales para la paz y la seguridad”, señaló UNAMA el 8 de marzo, con ocasión del Día Internacional de la Mujer.

“Además, la intensificación del conflicto sigue teniendo fuertes repercusiones en términos de vidas de civiles afganos, y en particular de mujeres afganas, y de 2014 a 2015 se ha registrado un aumento del 37% de víctimas mortales mujeres”, confirma.

La Misión de las Naciones Unidas ha dicho que, en la última década, se ha podido constatar en Afganistán un progreso considerable en cuanto a la promoción de la igualdad de género. Esto incluye garantías constitucionales contra la discriminación y una ley para la “Eliminación de la violencia contra las mujeres” (EVAW, por sus siglas en inglés) que criminaliza las prácticas tradicionales que sean perjudiciales.

El Gobierno afgano también adoptó un Plan de Acción Nacional sobre la Resolución 1325 (2000) del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, un compromiso para promover a las mujeres en las funciones de liderazgo así como su significativa participación en la prevención de conflictos, en las negociaciones de paz y en los procesos posteriores a un conflicto.

Pero la persistente violencia contra las mujeres, y las conductas dañinas derivadas de una “discriminación generalizada”, siguen siendo muy preocupantes. En 2015, las Naciones Unidas observaron incidentes cada vez más frecuentes de ataques, amenazas e intimidación contra mujeres de todo el país, en particular contra las activistas más destacadas que promueven los derechos de la mujer.

 

Rabia y determinación

¿Puede decirse que ha cambiado algo en Afganistán desde que Farkhunda fue asesinada?

Equal Times ha preguntado a destacadas activistas de los derechos de la mujer. La mayoría reconoce que los desafíos para hacer realidad su sueño de igualdad de derechos en Afganistán siguen siendo enormes.

Humira Saqib, responsable de la agencia de noticias de mujeres afganas Afghan Women News Agency, el principal medio de comunicación de este tipo, teme que, de no hacerse justicia en el caso de Farkhunda, las repercusiones negativas permanentes harán que las mujeres tengan miedo de incluso caminar por la calle.

“Nosotras hemos luchado y presionado por nuestros derechos y lo seguiremos haciendo; de hecho fue gracias a nuestra insistencia que las autoridades prosiguieron con el caso”, explica.

La presión de los medios de comunicación, de la sociedad civil y de la comunidad internacional condujo a un rápido veredicto inicial en el caso de Farkhunda: cuatro sospechosos fueron condenados a muerte el 5 de mayo del año pasado, y otras ocho personas fueron condenadas a 16 años de cárcel.

Pero a principios de este mes, el Presidente Mohammad Ashraf Ghani ordenó la reapertura del caso. Su portavoz, Syed Zafar Hashmi, declaró ante la prensa en Kabul que se le ha pedido al recién nombrado Fiscal General que su máxima prioridad sea hacer justicia en el caso Farkhunda.

Debido a la delicada naturaleza del caso (una cuestión religiosa), el desarrollo de los procedimientos legales se mantiene cerrado a los medios de comunicación. De los 46 individuos arrestados, 19 eran policías y 27 civiles.

De esos 46, 13 hombres han sido condenados por el Tribunal Supremo. Tres de ellos han recibido condenas de 20 años de cárcel, mientras que los otros 10 han sido condenados a 14 años de cárcel. Las condenas han sido tachadas de inapropiadas.

El adivinador, que según los investigadores instigó los ataques contra Farkhunda, ha sido declarado inocente en segunda instancia por el tribunal. Al guardián del templo, que en un primer momento se le condenó a muerte por ser el origen de la falsa acusación de que Farkhunda había quemado un Corán, se le ha conmutado la sentencia por 20 años de cárcel.

“Es una amarga ironía que el último revés a la justicia para Farkhunda Malikzada se haya producido la víspera del Día Internacional de la Mujer”, dice Patricia Gossman, Investigadora Principal para Human Rights Watch (HRW).

Fawzia Koofi es una de las figuras políticas más conocidas del país. Tampoco ella está satisfecha con los veredictos ni con los procedimientos interminables.

“El poder judicial es una institución independiente. Sus actividades deberían ser acordes con la ley, y los plazos de sus actividades deberían establecerse de manera clara”, expresa. Gossman considera que el límite legal para cerrar este tipo de casos debería ser de aproximadamente nueve meses.

De vuelta al lugar donde Farkhunda fue asesinada, las activistas presentes en la inauguración del monumento lamentan la falta de progresos, pero no están dispuestas a tirar la toalla.

Shahla Fareed, miembro principal de la red Afghanistan Women Network, hace hincapié en que la falta de justicia ha obligado a la familia de Farkhunda a abandonar el país.

“No queremos que se limiten a ahorcar a los jóvenes que golpearon a Farkhunda hasta la muerte. Queremos que la justicia prevalezca en todo el país para que este tipo de incidentes no vuelva a producirse en el futuro”.