“Una nueva forma de lucha”: Egipto y el movimiento del BDS

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Badwan Abbas tenía cinco años cuando la Nakba (“catástrofe”) palestina llegó a su hogar el 10 de julio de 1948.

Badwan pasó los primeros años de su vida en Innaba, un pueblo ubicado en lo que ahora es Kefar Shemauel, no muy lejos del aeropuerto Ben Gurion de Tel Aviv.

Después, vivió la diáspora, mudándose de Jericó a Jordania, de Jordania a Líbano y viceversa, huyendo de la Nakba y de la pobreza, los disturbios y la guerra que ésta provocó.

Hoy en día, los nietos de Abbas, Iyad y Mohamed, viven en el campamento de Al-Amari, situado en las afueras de Ramala en la Cisjordania palestina, junto con otros 10.500 refugiados y refugiadas registrados de 1948.

Mientras paseamos juntos por el campamento, nos detenemos en un tramo de carretera. Mohamed señala un asentamiento en lo alto de la colina: Psagot. En 2002, un tanque israelí disparó proyectiles al campamento desde la ladera de la colina, matando a la esposa y los tres hijos de Hassan Abu Qweik,, un dirigente de Hamás. Los proyectiles explotaron en el lugar en el que estamos de pie.

Hablamos sobre Europa y Palestina, Egipto y Palestina; sobre cómo están vinculados y cómo no.

Mucha gente me pregunta continuamente sobre la situación en Egipto, sobre Abdel Fattah al-Sisi y la Hermandad Musulmana. Luego, un coordinador de la comunidad local me lo explica: “Cuando a Egipto le va mal, a Palestina también le va mal”.

En los alrededores de Al-Amari se puede sentir la presencia de fuerzas amenazadoras: asentamientos, revoluciones, acuerdos de reconciliación, política, historia.

Iyad y Mohamed creen que el movimiento del Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) es el acontecimiento internacional más importante en apoyo al activismo en Palestina. “Ahora mismo, es lo que está desarrollándose con más actividad”, explica Iyad.

 

Los aspectos económicos de la ocupación

Los aspectos económicos de la ocupación israelí son poco transparentes. El presupuesto israelí de defensa es un secreto de Estado y las empresas suelen negarse a hablar de las consecuencias del movimiento de boicot. Asimismo, las empresas de los asentamientos alquilan oficinas dentro de Israel para proteger sus negocios promotores de la ocupación.

El economista israelí Shir Hever calculó el año pasado, en Generation Palestine: Voices from the Boycott, Divestment and Sanctions Movement (Generación Palestina: voces del movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones), que Israel desembolsó aproximadamente 3 mil millones USD en gastos civiles (apoyando a los asentamientos con “viviendas, infraestructuras, servicios e impuestos”) y otros 6 mil millones USD en gastos militares (“incluidos el despliegue de la policía fronteriza, el encarcelamiento de palestinos, la protección de las colonias, el muro de separación, etc.”). Según Hever, dichos gastos están aumentando anualmente en alrededor del 7%.

Resulta más difícil determinar cómo está afectando el movimiento del BDS a la economía israelí, porque poca gente dentro de Israel está dispuesta a hablar sobre el tema.

“De hecho”, nos explica Hever por teléfono, “tenía un amigo que trabajaba en una empresa de tecnología punta. Me contó que su empresa había perdido un contrato de 9 mil millones USD tras el caso del Mavi Marmara [el asalto a la Flotilla de la Libertad que dejó a nueve activistas turcos muertos en 2010]. De repente se dio cuenta de con quién estaba hablando y añadió: “Por favor, no se lo digas a nadie”.

“Tienen miedo de que este tipo de información salga a la luz. [Por tanto,] no resulta fácil determinar cuánto han disminuido las exportaciones o cuánto ha caído el mercado de valores, ya que si las empresas se niegan a proporcionarnos la información realmente no podemos realizar mediciones”.

 

Normalización económica y embargo político

En Egipto, las consecuencias de la normalización, el embargo o el boicot pueden resultar más fáciles de descifrar.

Se calcula que cada año Egipto obtiene millones de dólares gracias a la venta de gas natural, incluidos alrededor de 300 millones USD en 2012. Asimismo, al parecer está a punto de firmar un nuevo contrato de venta de gas.

En el pasado, estos acuerdos solían tener un precio. Dicho precio a veces se ha pagado con beneficios políticos a corto plazo.

Un reciente informe de la Iniciativa Egipcia para los Derechos de las Personas (EIPR) reveló que el país había perdido 10 mil millones USD al vender gas natural a precios rebajados de un modo “corrupto” a Israel, Jordania y España antes de la revolución. “Un periodista económico israelí ha calculado que el gas natural barato que [Hosni] Mubarak vendió a Israel por una mínima parte de su valor de mercado equivalió a conceder a Israel una subvención de 10 mil millones USD”, añade Hever.

Las Zonas Francas Industriales (ZFI) impuestas por EE.UU. también fomentan el comercio con Israel.

Creadas a mediados de la década de 2000, a las zonas francas designadas se les otorgó un acceso libre de impuestos a los mercados estadounidenses, siempre y cuando (y esto está enterrado en los documentos oficiales) todos sus productos tuvieran un 11,7% de componentes israelíes. Las últimas cifras (excepto las del 4º trimestre) revelan que el año pasado Egipto exportó alimentos y productos textiles por un valor de 621,7 millones USD mediante este sistema.

Asimismo, grandes empresas que han desempeñado un papel considerable en la ocupación israelí tienen importantes operaciones, incluidas Veolia y la empresa de seguridad privada G4S, que adjudican contratos a tiendas, complejos de apartamentos y negocios de todo Egipto..

Orange, la empresa francesa de telecomunicaciones acusada por los activistas de encabezar el expansionismo israelí en territorios palestinos suministrando infraestructura a asentamientos nuevos o poco desarrollados, es el propietario mayoritario de la empresa de telecomunicaciones Mobinil.

“Ahora mismo diría que la mayoría de los egipcios suponen que, aparte del gasoducto, no existe mucha cooperación empresarial entre los dos países”, sugiere el activista y cineasta británico-egipcio Omar Robert Hamilton.

“Hay que mirar bien para descubrir qué empresas están implicadas. A algunas podemos atacarlas y serán accesibles”, asegura mientras señala a empresas más grandes como Mobinil y G4S.

“Aunque estas son enormes multinacionales, también podemos centrarnos en empresas egipcias más pequeñas que utilizan sus servicios. Quizá no podamos cerrar Veolia, pero podemos ejercer presión sobre los negocios y ayuntamientos locales para que rompan sus relaciones con Veolia”.

Algunos observadores también han hecho hincapié en que es importante no exagerar los negocios que Egipto lleva a cabo con Israel, que suelen hacerse discretamente y sin que salgan a la luz.

Mientras tanto, varios sectores de la sociedad egipcia ya aplican embargos casi totales que recuerdan al Boicot Árabe, el cual duró desde la década de 1930 hasta aproximadamente la época de los Acuerdos de Oslo en 1993.

Todavía sigue en pie el decreto de la década de 1970 en virtud del cual la Iglesia Copta prohibió a sus fieles visitar Jerusalén, aunque está perdiendo seguidores. Según cifras del Ministerio de Turismo, el año pasado la economía israelí ganó 11,4 mil millones USD gracias al turismo, con 3,54 millones de visitantes que entraron al país hasta finales de 2013. Se sabe que cientos de coptos desobedecen la prohibición cada año.

Otros grupos se alinean más específicamente con la campaña del BDS. Los sindicatos independientes de Egipto suscribieron el BDS tras la revolución de 2011, rompiendo relaciones con el sindicato israelí Histradut.

Asimismo, el año pasado, varios grupos de la sociedad civil egipcia se unieron a otras organizaciones árabes para pedir el boicot a G4S por “su participación en la ocupación y la opresión por parte de Israel”.

 

Ganar dólares rápidos

Sin embargo, en general, cuando Iyad y Mohamed hablan sobre el BDS, hablan de Europa o Palestina y no tanto de los países árabes. ¿Es porque creen que países como Egipto están ayudando?

“Los países árabes solo buscan sacar provecho de la situación”, responde Mohamed. “Me refiero a los gobiernos. Muchos egipcios, la mayoría, nos apoyan y no están de acuerdo con lo que hace su gobierno”.

Robert Hamilton está de acuerdo: “Los gobiernos árabes solo quieren ganar dólares rápidos. “Y los dólares más rápidos y corruptos suelen venir de Israel. No existe ninguna duda de que hay un enorme abismo entre las acciones de los gobiernos y la voluntad de sus pueblos”.

Mohamed cree que mientras los activistas del BDS en Europa, por ejemplo, pueden distribuir folletos, formar piquetes o protestar en relativa libertad, en Egipto la dinámica es diferente. Una ley sobre protestas aprobada el año pasado prohíbe las reuniones de más de 10 personas sin el consentimiento del Ministerio del Interior. “[Los egipcios] dicen que apoyan a Palestina, pero que no pueden hacer nada”.

“Acciones como la campaña del BDS han sido muy eficaces para crear una narrativa que permite a la gente descubrir cómo están personalmente empoderados para actuar. Y en realidad eso no existe en Egipto”, explica Robert Hamilton. “Por tanto, la gente realmente no sabe cómo mostrar su solidaridad de un modo práctico o económico”. Sin embargo, añade, la situación en Egipto quizá pueda volver a sacar a la luz la situación en Palestina.

Mientras tanto, en Al-Amari, dos hermanos creen que el BDS está ayudando a luchar contra 66 años de historia.

“Queremos encontrar una nueva forma de lucha”, asegura Mohamed. “No solo enfrentamientos y piedras”.

Este artículo ha sido traducido del inglés.