Crédito: cortesía Agencia API

50 días de guerra en Ecuador: Noboa, ¿por el camino de Bukele?

El presidente Daniel Noboa aplica la mano dura y comienza a mostrar resultados contra los violentos, mientras crece su popularidad. Pero a medida que aparecen las denuncias por violaciones a los derechos humanos, surge la pregunta de hasta qué punto estará dispuesto a seguir el ejemplo del presidente de El Salvador.

Por Fernando Medina, miembro de #CONNECTASHub

H ace 50 días, el horizonte no podía ser más oscuro para Ecuador. La toma armada en vivo de un noticiero de televisión, varios asesinatos y amenazas de bomba pusieron a la población en estado de shock. El pánico se expandió a una velocidad tremenda y se regó en todo el país. A pesar de que el ataque al canal fue en Guayaquil, la gente en otras ciudades salía de sus lugares de trabajo despavorida. En Quito, el colapso vehícular reflejaba el miedo al caos y al anarquismo.

Es que el ataque a TC no fue un hecho aislado, sino la cúspide de una serie de mensajes que el crimen organizado infundió en menos de 72 horas. Acorralado, el presidente Daniel Noboa declaró el estado de conflicto interno, catalogó como organizaciones terroristas a 22 bandas y les ordenó a las Fuerzas Armadas y la Policía actuar para neutralizarlas. Desde ese momento, los militares se convirtieron en un símbolo de la seguridad para la población, que respondió con un respaldo inusitado en redes sociales.

En los primeros días aparecieron canciones que evocaban el patriotismo y el amor al Ecuador. También aparecieron videos y fotos de personas que entregaban aguas, gaseosas y sánduches a los militares que patrullaban las calles. Incluso, varios niños hicieron dibujos y cartas para los uniformados. La sensación de seguridad regresó y la gente comenzó a retomar su cotidianidad.

Pero, ¿cómo lo lograron? Por la orden presidencial de neutralizar a los llamados terroristas, militares y policías empezaron a detener a decenas de personas a diario. Según los reportes iniciales, en los primeros tres días de conflicto interno detuvieron a 859 personas, de las cuales señalaron como terroristas solo a 94. La cifra se ha multiplicado con celeridad y para el 21 de febrero, en Ecuador estaban detenidas 9.210 personas. Según el gobierno, en ese grupo había 241 terroristas. Pero no hay datos oficiales de cuántos de los detenidos inicialmente siguen tras las rejas.

Un operativo realizado en conjunto entre la Policía Nacional y la Autoridad de Tránsito Municipal en Pascuales, Guayaquil, dejó como resultado varias personas detenidas y retención de motos. Crédito: Cortesía Agencia API

La delgada línea de los derechos humanos

Cualquier parecido con el modelo de El Salvador no es una coincidencia. De hecho, el gobierno ecuatoriano ha admitido públicamente que ha sido asesorado por expertos de ese país y de México. 

Como en el país centroamericano, el accionar militar y policial en Ecuador ya ha hecho reaccionar a los organismos de derechos humanos. Las preocupaciones radican básicamente en dos frentes. El primero, al interior de las cárceles. En este aspecto, un juez ordenó, el 10 de febrero, que la Defensoría del Pueblo verifique supuestas torturas de militares a detenidos. 

El Comité de Familiares por Justicia en Cárceles (CFJC) dio la alerta judicial. Se trata de un organismo creado en los últimos dos años, tras las masacres carcelarias que cobraron la vida de más de 500 presos. Desde 2019, el sistema penitenciario quedó en manos de las mafias criminales e hicieron crisis los desmembramientos, mutilaciones e incineraciones en las prisiones sin que los gobiernos de Lenín Moreno y Guillermo Lasso reaccionaran. De hecho, en el último se conoció que las mafias criminales ordenaban asesinatos desde sus celdas. Incluso, existen informes que develan que desde allá los criminales instauraron la extorsión o las denominadas “vacunas” como fuentes de ingresos en todo el país.

Recorrido en el Centro de Reahabilitación de Cotopaxi, controlado por el Ejército ecuatoriano. Crédito: Cortesía Agencia API

Todo esto salió a la luz cuando los militares entraron a las cárceles y acabaron con el sistema de privilegios de las estructuras mafiosas, que incluían jacuzzis y celdas con armas y lujos prohibidos. Con los uniformados llegaron las férreas normas de disciplina.  Incluso se han viralizado imágenes de internos formados y cantando el himno nacional. Los presos también hacen ejercicios guiados por militares y en ciertas cárceles les han obligado a cortarse el cabello.

¿Pero hasta dónde son ciertas las denuncias del CFJC? La Defensoría del Pueblo ya realizó un recorrido por los centros para constatar los hechos, pero hasta la fecha no hay un informe de esta visita. Por otro lado, Noboa envió un mensaje contundente ante estas denuncias. “Aquí me tienen, y me tendrán defendiendo la integridad y el honor de las Fuerzas Armadas y de la Policía, y que ningún ‘antipatria’ nos venga a decir que estamos violando los derechos de nadie, cuando lo que estamos es protegiendo los derechos de la gran mayoría”, sentenció Noboa. Un discurso muy parecido al del presidente Nayib Bukele en El Salvador. 

La purga en las calles

Los operativos militares van mucho más allá de las cárceles. La limpieza social también preocupa a los organismos de derechos humanos. Especialmente por los métodos que los militares y policías han adoptado para recuperar el control.

En las redes sociales existen innumerables videos de uniformados golpeando a chicos, en barrios desfavorecidos considerados peligrosos. En las imágenes se observan a jóvenes con los torsos desnudos y atados de manos en los camiones militares. Allí los uniformados les obligan a repetir frases, mientras les golpean con ramas o palos. En otros casos se ve a dos hombres desnudos golpeándose mutuamente por orden de los militares como castigo por transitar en el horario de toque de queda (12:00 pm a 06:00 am).

Pero estas grabaciones, lejos de causar rechazo, han provocado decenas de comentarios de apoyo con estas acciones, con la idea de que son necesarias para recuperar la seguridad del país. Incluso en un video grabado por un militar, un carpintero les regala unos palos, tipo planchas, para que los utilicen en esos operativos. Esos objetos estaban marcados con la frase “derechos humanos”.

En medio de todo, la percepción ciudadana sobre Noboa ha ido mejorando hasta alcanzar el 80%, lo que lo convierte en uno de los presidentes más populares de la región. Todo lo contrario del expresidente Guillermo Lasso, que terminó su gestión en el penúltimo lugar de popularidad, al lado de la presidenta de Perú, Dina Boluarte.

Las huellas de las bandas

Como si todo lo anterior fuera poco para asemejar a Noboa con Bukele, los uniformados ecuatorianos han adoptado los tatuajes como método para identificar a los miembros de las bandas y grupos terroristas. Porque al igual que en El Salvador, las bandas en Ecuador han establecido, para identificar a sus miembros, símbolos e íconos de tigres, lobos, águilas y cocodrilos, entre otros animales.

Y el Estado ya ha tomado decisiones al respecto, como prohibir el ingreso de personas con tatuajes a las escuelas de formación policial para evitar que miembros de las mafias intenten ingresar a las filas. En cambio, los militares en las calles obligan a las personas a quitarse las camisetas para ver si tienen diseños en su piel. Recientemente un grupo de soldados hizo una incursión en ese sentido en piscinas públicas en Guayaquil.

Ante esos hechos, los jóvenes han optado por borrarse los tatuajes o por taparlos con otros sin simbología. Los centros que ofrecen estos servicios ya han denunciado que han recibido múltiples amenazas de las mafias. “Nos han dicho que si empezamos a borrar los tatuajes de sus bandas nos van a desaparecer o a matar”, señala un tatuador que trabaja en el sur de Guayaquil.

‘Cover Up’, la tendencia que empieza a tomar fuerza en Guayaquil, tatuajes de leones, tigres águilas y coronas se han vuelto un estigma para muchos, motivo por el cuál, los están cubriendo con otros tatuajes. En la gráfica una persona llegó a Marcelo Tatoo para cubrir una tigre que se tatuó hace 4 años para cubrir una cicatriz. Crédito: Cortesía Agencia API

Esto ha generado también la alerta del Comité de Organismos de Derechos Humanos de Guayaquil, dirigido por Billy Navarrete. Él dice que ve con preocupación la delgada línea que las nuevas medidas del Gobierno toma con respecto a los derechos humanos, pues en los últimos meses, a este centro han llegado personas y familias a pedir ayuda por las agresiones y detenciones arbitrarias. 

En uno de estos casos, una madre denunció la detención de su hijo en enero. Los militares lo llevaron de su casa y una semana después fue hallado sin vida. La Fiscalía investiga los hechos, pero la mujer pide que la muerte de su hijo no quede en la impunidad. 

En estas circunstancias, el Ecuador se presta a recibir una nueva consulta popular que otorgará más competencias a los militares con respecto a la seguridad del país. ¿Significa esto que Noboa seguirá el camino de Bukele para convertirse en esa especie de salvador a cualquier costo de la sociedad? Es muy pronto para decirlo, pero el efecto positivo de la mano dura en las encuestas resulta demasiado atractivo para alguien que, como él, tendrá que buscar la reelección en poco más de un año.

Autor

Fernando Medina es periodista desde el 2012. Desde ese año ha recorrido las fronteras de Ecuador y se ha especializado en coberturas de riesgo y de seguridad. Miembro de #CONNECTASHub. Sus textos han sido publicados en Diario El Comercio, Código Vidrio y Revista Diners. Ha trabajado para Diario El Mundo de España y la BBC de Londres. Es editor y fundador del portal de investigación Informe Reservado. Coautor del libro Periodistas en la Frontera Norte y corresponsal de varios medios digitales nacionales e internacionales.