¿A qué se deben los desmayos masivos en las fábricas de ropa de Camboya?

Chhim Saaim, de 24 años, recuerda la espantosa semana en la que se desmayó tres veces en el trabajo.

Esta joven se había ido a vivir a la capital de Cambodia, Phnom Penh, casi cuatro años antes de empezar a trabajar en una fábrica, cosiendo ropa para marcas de artículos deportivos como Puma y New Balance. Saaim dice que en la fábrica suele hacer mucho calor, con temperaturas que rondan los 40°C, y que a menudo se tiene que saltar los descansos para conseguir cumplir los objetivos de producción de 170 prendas de ropa por hora que han establecido sus jefes. Pero ella no se había sentido nunca débil ni mareada en el trabajo, y sobre todo nunca se hubiera imaginado que se fuera a desmayar.

Un día de marzo se produjo un apagón en la fábrica, y, para que las costureras siguieran trabajando, los directivos pusieron en marcha un generador eléctrico. Pero el generador no tenía suficiente potencia para suministrar electricidad a toda la fábrica, y no tardó en explotar. La fábrica se llenó de humo del generador. Las trabajadoras entraron en pánico y salieron corriendo hacia la salida. En medio de la confusión, más de 70 mujeres se desmayaron.

“Algunas de las mujeres estaban simplemente muy débiles y no podían caminar”, explica Saaim. “Pero yo me desplomé por completo”.

Saaim fue llevada a un hospital local junto con otras trabajadoras de la confección, pero fue dada de alta sin que se le diagnosticara ningún problema de salud. Al día siguiente volvió a trabajar y se volvió a desmayar.

“Entre el calor y el olor que el humo había dejado en el ambiente, no me encontraba nada bien y me desmayé”, recuerda.

Saaim y sus compañeras se desmayaron tres veces en el curso de la semana. El segundo día se desmayaron unas 50 trabajadoras y al día siguiente se desmayaron 70. El tercer día, la empresa accedió a que un inspector de sanidad examinara el edificio, pero las trabajadoras no llegaron a recibir información alguna sobre las averiguaciones del inspector.

“Yo creo que lo que hizo que nos desmayáramos fue el humo, el calor y los productos químicos que se utilizan en la fábrica”, dice Saaim, añadiendo que tuvo que costearse su propio tratamiento médico.

El relato de Saaim no es nada excepcional en Camboya, donde el sector del vestuario, la confección y la fabricación de artículos deportivos representa aproximadamente el 80% de los ingresos por exportación del país. Este sector genera más de 5.000 millones USD anuales y da trabajo a 700.000 personas, la mayoría de las cuales son mujeres.

Los desmayos masivos que se producen en las fábricas de artículos para marcas conocidas como Nike, Puma, H&M y New Balance han afectado al sector durante años. Según un informe de 2013 publicado por la Universidad de Ámsterdam, cerca de 4.000 trabajadores sufrieron desmayos en fábricas textiles camboyanas durante los dos años previos a la publicación del estudio. Un reciente informe del National Social Security Fund de Camboya determinó que 1.806 trabajadores de 32 fábricas habían sufrido desmayos en el año 2015.

Las complejas razones de los desmayos masivos

Pero la causa de estos incidentes no es siempre tan sencilla como la explosión de un generador que llena la fábrica de humo. De hecho, muchos expertos y funcionarios no consiguen ponerse de acuerdo en cuanto a la causa de los desmayos masivos ni en cuanto a cómo abordarla. Hay quienes alegan que se deben a las condiciones en las que se encuentran las fábricas, como por ejemplo los sistemas de ventilación y refrigeración defectuosos, para explicar la falta de oxígeno en los edificios. Dicen que el humo, los pesticidas que se usan en las granjas cercanas y las sustancias químicas que se utilizan para tratar las prendas, en combinación con las altas temperaturas de Camboya, crean las condiciones perfectas para desmayarse de forma espontánea.

Sin embargo otros sostienen que son las propias trabajadoras que están en baja forma, a menudo exhaustas, saturadas de trabajo y desnutridas. Muchas de las mujeres que trabajan en las fábricas textiles de Camboya viven apiñadas en barracones cerca de las fábricas. Suelen trabajar 10 horas al día, con pocos descansos, y no se les permite comer ni beber durante las horas de trabajo. Las que no viven cerca de las fábricas tienen que realizar un largo y peligroso trayecto para llegar al trabajo, hacinadas en la parte trasera de camiones como si fueran ganado. El estrés que produce este tipo de vida puede afectar a las trabajadoras y hacer que se vuelvan propensas al desmayo, dicen los expertos.

Por otra parte, otras trabajadoras achacan los incidentes a los fantasmas y la posesión de espíritus. Un estudio publicado en abril en Transcult Psychiatry, una revista aprobada por reconocidos especialistas, señala que cerca del 26% de los incidentes de desmayos masivos observados se considera que fueron provocados por posesión de espíritus. A veces se traen monjes a las fábricas para que lleven a cabo ceremonias y rituales con el fin de apaciguar a los espíritus, y el estudio señala que los episodios de desmayo a veces desaparecen después de realizar este tipo de rituales.

Los autores del estudio achacan los desmayos al trauma y al miedo psicológico provocado por el sangriento pasado de Camboya, alegando que los desmayos masivos tienden a producirse en fábricas “construidas en zonas supuestamente arrasadas por matanzas”.

En marzo del año pasado hubo funcionarios que llegaron a achacar los desmayos masivos a la excesiva indulgencia por parte de los invitados que asisten a fiestas durante la temporada de bodas de Camboya.

No obstante, según Ath Thorn, presidente de la Cambodian Labor Confederation, las razones más habituales de los desmayos masivos son la mala salud de las trabajadoras y la presencia de pesticidas y sustancias contaminantes en las fábricas.

“Las trabajadoras de la confección trabajan muy duro, durante largas jornadas y en unas condiciones pésimas. Trabajan horas extras y no comen lo suficiente”, explica Thorn. “También trabajan en presencia de muchas sustancias químicas y de mucho polvo, un entorno que les está provocando problemas de salud. A veces las fábricas no abren la puerta para que las trabajadoras puedan tener suficiente oxígeno”.

Thorn afirma que el Gobierno de Camboya debería aplicar unas normas más estrictas para garantizar que las fábricas sean un lugar seguro para las trabajadoras. Y añade que las trabajadoras de la confección deberían recibir salarios más altos para que no se sientan tentadas a trabajar horas extras hasta la extenuación. El salario mínimo de las trabajadoras de la confección es actualmente de 153 USD al mes, lo que obliga a muchas mujeres a trabajar horas extras para poder llegar a fin de mes.

¿Histeria colectiva?

Por su parte, Ken Loo, secretario general de la Garment Manufacturers Association de Camboya, sostiene que las trabajadoras de las fábricas textiles se desmayan simultáneamente debido, en parte, al fenómeno psicológico de histeria colectiva.

El pasado mes de junio, 27 trabajadoras de la confección se desmayaron en una fábrica taiwanesa ubicada en Phnom Penh tras escuchar la angustiosa noticia de que una de sus compañeras había fallecido por inhalación de gases tóxicos. Los desmayos masivos suelen desencadenarse cuando una trabajadora se desmaya y otras muchas le siguen, y suelen estar provocados por el estrés o el pánico.

“Cuando uno lee que 126 trabajadoras se vieron afectados, no quiere decir que 126 trabajadoras se desmayaran”, dice Loo. “Si semejante número de trabajadoras se hubieran desmayado realmente, yo creo que todos los médicos del mundo estarían aquí, en Camboya, estudiando este fenómeno. Pero lo que suele pasar es que unas cuantas se desmayan de verdad y las demás dicen que no se encuentran bien”.

Esta explicación se corresponde con la experiencia de Phal Nen, una costurera de 28 años que trabaja en la misma fábrica que Saaim. Nen dice que el día en que explotó el generador ella no se desmayó porque estaba bastante cerca de la puerta y pudo huir del humo. Pero el tercer día, el estrés que le provocó ver a sus compañeras desmayarse pudo con ella.

“Vi a algunas de las trabajadoras desmayarse y entré en pánico. Empecé a sentirme muy débil y de pronto me desmayé”, explica. “Me caí al suelo. Escuchaba a la gente llamarme por mi nombre, pero no podía responder, no podía abrir los ojos”.

Nen dice que con frecuencia se siente débil y mareada en el trabajo. El sistema de refrigeración de la fábrica apenas reduce la sofocante temperatura del edificio, explica, y en el trabajo siempre tiene hambre y sed y se siente constantemente estresada.

“Cada día se me hace más difícil. Los jefes dicen que están perdiendo dinero y nos han marcado unos objetivos de producción más altos”, dice. “A veces no puedo dormir por la noche de lo frustrada que me siento con mi trabajo”.

Este artículo ha sido traducido del inglés.