Agricultura sostenible adaptada al clima: ¿la vía de los agricultores de Kenia para acabar con la inseguridad alimentaria?

Agricultura sostenible adaptada al clima: ¿la vía de los agricultores de Kenia para acabar con la inseguridad alimentaria?

El 70% de la población africana depende de la agricultura para ganarse la vida. Este sector también genera entre un 25% y un 35% de los empleos directos del continente.

(Annie Bungeroth/CAFOD)

Es mediodía en el pueblo de Kiliku, situado en el condado de Machakos, a unos 90 kilómetros al este de la capital keniana de Nairobi. Nicholas Mutiso está sentado en una roca con un bolígrafo y una libreta, escuchando atentamente las palabras del responsable local de extensión agraria, Robert Kioko.

Mutiso tiene 30 años y es agricultor, además de ser una de las más de 300 personas que asisten a una serie de cursos de formación organizados por el gobierno local del condado de Machakos en colaboración con Greenpeace Africa y el Institute for Culture and Ecology (ICE), una ONG keniana que se dedica al medio ambiente y a la gestión de recursos.

Los participantes aprenden sobre la agricultura sostenible adaptada al clima (ASAC), una combinación de técnicas agrarias que les permitirán sacar el máximo partido de sus tierras, contribuyendo al mismo tiempo a garantizar la seguridad alimentaria y el empoderamiento económico a través de la venta de excedentes de las cosechas de sorgo, mijo, garbanzo verde (fríjol mungo), yuca y caupí.

“Además de las buenas prácticas agrarias que nos enseñan, también se nos aconseja plantar árboles para recuperar la configuración de nuestro territorio. Estamos situados al pie de la montaña Ol Donyo Sabuk (Kilimambogo), que en su día fue una selva repleta de especies salvajes y que luego fue objeto de una tala exhaustiva para la producción de carbón vegetal. Y así resulta la escasez de lluvias que sufrimos ahora”, explica Mutiso.

Kioko enseña a los agricultores el uso de los hoyos zai, una técnica agraria de ASAC originaria de la región del Sahel de África Occidental que propicia la gestión de las aguas pluviales así como la protección de las condiciones del terreno.

Para plantar sus cultivos, los agricultores tienen que cavar hoyos de 30 litros (aunque las dimensiones pueden variar). Los primeros 15 litros de tierra que se sacan se mezclan con estiércol orgánico preparado por los propios agricultores. Los otros 15 litros se ponen de lado, dejando un surco para conservar el agua. Seguidamente se plantan en cada hoyo nueve cultivos (semillas o plantones).

Janet Ndunge es una agricultora del pueblo de Kiliku que ha participado en el programa de formación desde que se puso en marcha en el año 2013. Tiene 50 años y cuatro hijos, y dice que la agricultura sostenible adaptada al clima ha transformado el destino de su familia.

“Ahora mi marido y yo dependemos totalmente de la agricultura para mantener a la familia y educar a nuestros hijos”, dice. El matrimonio tiene tres acres de tierra de cultivo, una de las cuales la trabaja con la técnica de los hoyos zai. Ndunge explica que con 90 hoyos zai consiguen producir un saco de 90 kilos de maíz y que eso les da para comer y para ganar algo de dinero con la venta del excedente.

Transformación agraria

Los pozos zai constituyen un ejemplo de las iniciativas de la ASAC para “encauzar la transformación y reorientación de los sistemas agrícolas que contribuirán eficazmente al desarrollo y garantizarán la seguridad alimentaria en un clima cambiante”, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.

En el pueblo de Kiliku también se enseña a los agricultores diversas prácticas de conservación del suelo mediante la construcción de gaviones y terrazas en los terrenos inclinados para evitar que las lluvias torrenciales arrastren la tierra.

“Además de la formación y el desarrollo de capacidades, también proporcionamos a los agricultores apoyo material, por ejemplo, mediante el suministro de semillas. E insistimos en el uso de fertilizantes orgánicos que ellos mismos pueden preparar en sus granjas”, explica a Equal Times Elijah Kamau, el responsable del programa encargado de los medios de vida en el ICE.

El Gobierno está dando a conocer por toda Kenia una serie de iniciativas de la ASAC. En 2015 Kenia comenzó a aplicar su política nacional sobre financiación climática (fondos destinados a actividades de mitigación del cambio climático y adaptación al mismo) para conseguir, a través de diversos mecanismos, un mejor acceso a dicha financiación. También en 2015, el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) elaboró con el apoyo del Banco Mundial un Perfil Nacional de ASAC para Kenia, con el objetivo de evaluar, supervisar y respaldar proyectos de ASAC por todo el país.

Asimismo, a principios de este año se puso en marcha en Kenia un proyecto de 280 millones de dólares USD dedicado a la agricultura sostenible adaptada al clima que contó con el apoyo del Banco Mundial. Según la descripción del proyecto, el objetivo es “aumentar la productividad agrícola y desarrollar resiliencia frente a los riesgos derivados del cambio climático en determinadas comunidades de pastores y cultivos minifundistas de Kenia; y, en caso de crisis o emergencia, proporcionar una respuesta inmediata y eficaz”.

Kenia, al igual que muchos otros países del Cuerno de África, ha estado luchando durante los últimos años contra la inseguridad alimentaria. El pasado mes de febrero, el presidente Uhuru Kenyatta declaró “desastre nacional” la sequía que estaba afectando a 23 de los 47 condados del país.

En marzo la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA) hizo un llamamiento para recaudar 165,7 millones USD con el objetivo de proporcionar asistencia vital a 2,6 millones de habitantes de Kenia. Dado que a fecha de hoy solo se ha podido recaudar el 43% de dicha suma, el pasado mes de septiembre se revisó el montante de la misma a la baja, fijándolo en 106 millones USD. Al mismo tiempo, según un informe de la OCHA, 3,4 millones de personas se ven afectadas en Kenia por la inseguridad alimentaria, 2,6 millones están gravemente afectadas y 800.000 de éstas se encontrarán este mes en situaciones de emergencia.

¿Puede la agricultura sostenible adaptada al clima contribuir a evitar este tipo de catástrofes en el futuro? No por sí sola, afirma un experto.

“La agricultura sostenible adaptada al clima no puede ser la única solución para combatir la inseguridad alimentaria puesto que requiere una serie de intervenciones, pero es un elemento clave que podría ofrecer soluciones, sobre todo para las hambrunas masivas”, dice Peter Odhengo, asesor principal de políticas sobre financiación climática de la Hacienda estatal. Odhengo añade que “los pequeños agricultores necesitan un suministro de semillas que sean resistentes a las sequías prolongadas, y también es preciso que se apliquen técnicas de conservación del agua”.

Seguridad alimentaria

La agricultura es uno de los sectores más importantes de África. Está actualmente valorado en cerca de 300.000 millones USD, pero según ciertas estimaciones esta cifra podría aumentar a 1 billón USD de aquí a 2030, puesto que se calcula que el 60% de las tierras cultivables sin explotar del planeta se encuentran en este continente. Cerca del 70% de la población africana depende de la agricultura para ganarse la vida, un sector que genera entre un 25% y un 35% de todos los empleos directos.

Sin embargo, se trata de un sector sumamente vulnerable a los efectos extremos del cambio climático. A pesar de emitir menos del 4% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero, África cuenta con siete de los diez países más afectados por el cambio climático, según el Índice de vulnerabilidad al cambio climático de 2015.

Por ello, el cambio climático y la agricultura africana fueron los protagonistas del VII Foro sobre la Revolución Verde en África, organizado por el Banco Africano de Desarrollo (BAfD) en Abiyán (Costa de Marfil) a principios de septiembre.

Expertos y responsables políticos se reunieron en un congreso titulado The business of smallholder farmers: building resilience and mitigating and adapting to climate change in African agriculture (La empresa de los pequeños agricultores: aumentar la resiliencia y mitigar y adaptarse al cambio climático en la agricultura africana), en el que Anthony Nyong, director del departamento de cambio climático y crecimiento verde del BAfD, solicitó a los gobiernos y al sector privado una mayor inversión en proyectos de desarrollo que ayuden a los pequeños agricultores a superar el reto del cambio climático. De lo contrario –sostiene– África no conseguirá cumplir sus objetivos en materia de seguridad alimentaria.

“Los agricultores africanos han demostrado una capacidad limitada para adaptarse a los instrumentos modernos de recopilación de información sobre el cambio climático. No pueden superar un reto que no comprenden, y por eso es preciso que los gobiernos inviertan más en el desarrollo de estaciones meteorológicas indispensables para proporcionar a los agricultores la información necesaria”, explicó Nyong a los asistentes.

En 2014 Greenpeace Africa puso en marcha la campaña Food For Life, en el marco de la cual se presentaron pruebas documentadas de toda la región y se concluyó que los agricultores ecológicos están obteniendo un mejor rendimiento y más beneficios (aproximadamente 540 USD por acre en el caso de los agricultores ecológicos, frente a 200 USD por acre en el caso de los agricultores convencionales). “No es solo una cuestión de seguridad alimentaria. Se trata también del sustento de los agricultores. Y la agricultura ecológica aborda en gran medida estas dos cuestiones”, dice Siddharth Sreenivas de la campaña Food for Life.

“Seguiremos cooperando y recopilando datos para saber lo que aprenden los agricultores en estos talleres y para ver cómo sus vidas van mejorando”, afirma este activista de Johannesburgo.

Este artículo ha sido traducido del inglés.