Ante las dificultades para organizar el sector informal en la RDC, los sindicatos responden con la política de pequeños pasos

Ante las dificultades para organizar el sector informal en la RDC, los sindicatos responden con la política de pequeños pasos

Women sell vegetables at the central market of Virunga, Goma, eastern DRC. These workers operate in the informal sector, which accounts for an overwhelming share of the Congolese economy (between 81.5 and 97.5 per cent).

(Bernadette Vivuya)

El pequeño negocio de Kettya Kamin Ket, vendedora de telas tradicionales africanas en el mercado de la Libertad, en Kinshasa, situado entre el centro de la ciudad y el aeropuerto internacional de Ndjili, funciona bien. Genera suficientes ingresos para cubrir sus necesidades, e incluso tiene una empleada. Sin embargo, no siempre fue así. Hace unos años, su actividad se vio en dificultades debido esencialmente a las “trabas burocráticas”, como denominan localmente a la costumbre de los funcionarios de extorsionar a aquellos sobre los que tienen poder con el pretexto de un nuevo impuesto o de un delito imaginario. En el caso de Kettya Kamin Ket, los funcionarios locales exigieron el doble de la cantidad oficial para expedirle la licencia que necesitaba para trabajar.

Las víctimas de estas trabas burocráticas se cuentan por miles en el país. En todas las ciudades, en todos los barrios, todo aquel que intenta generar un pequeño ingreso se veía obligado a interrumpir su actividad debido al acoso por parte de un agente local. Este tipo de abuso sobre los trabajadores que carecen de respaldo no es sorprendente en un país donde el trabajo informal es la norma. Representa entre el 81,5% de la economía congoleña, según el Banco Mundial, y el 97,5%, según la Confederación Sindical del Congo (CSC).

Para Kettya Kamin Ket, la única solución era obtener ayuda. “Sola, no lograba obtener nada. La situación cambió durante una campaña de sensibilización de un sindicato en nuestro barrio”, explica. En medio de la humedad ambiente del mercado de la Libertad, donde mercancías, vendedores y clientes se agolpan en una gran nave, los representantes de la Confederación Sindical del Congo (CSC) lograron abrirse paso y hablar con algunos comerciantes. La oportunidad para escuchar las dificultades de unos y otros. “En cada una de nuestras visitas, constatamos lo mismo”, subraya Josephine Shimbi Umba, responsable del sector de la economía informal de la CSC.

“Son modistos, motoristas, vendedores de telas, de comida, pero tienen en común que trabajan sin contrato de trabajo en un marco poco protector. También están solos en caso de problemas de salud o accidente de cualquier tipo, y solo pueden contar consigo mismos”.

Ante esta situación, la central sindical CSC ha creado una sección dedicada al “trabajo informal”. “Tenemos que ser realistas: sabemos que a corto plazo no veremos a todas estas personas protegidas por un contrato de trabajo. Entre tanto, tratamos de avanzar problema por problema. Al unir fuerzas, podemos encontrar soluciones a problemas muy concretos, como las trabas burocráticas. Este es un problema real, que impide que muchos congoleños consigan acceder a un medio de vida”.

Ante esta extorsión en toda regla, la CSC recurrió a las autoridades. No será fácil acabar con este sistema, que tiene sus raíces en las dificultades que experimentan los funcionarios públicos y en el impago de los salarios. Los trabajadores del sector informal, sin la protección de una gran empresa para llamar al orden a los funcionarios, suelen ser las primeras víctimas.

El hecho de unirse a un sindicato trajo cambios inmediatos para Kettya Kamin Ket. “Las trabas burocráticas cesaron. ¡Estoy en regla, los funcionarios lo saben, y saben que yo sé que no pueden pedirme nada!”, se ríe divertida. “Ahora ya no me molestan, lo que ha tenido una consecuencia muy concreta: puedo trabajar, cubro mis necesidades. Y lo más importante, he podido ahorrar para hacer crecer mi negocio, y ahora tengo una empleada”.

Aun cuando el problema es difícil de resolver desde su raíz, la acción sindical permite que los trabajadores dispuestos a organizarse hagan valer mejor sus derechos, con la consiguiente mejora de su situación.

Estos son los éxitos que los activistas sindicales destacan cuando proponen a los trabajadores unirse al sindicato. “Establecer un primer contacto no siempre es fácil”, asegura Josephine Shimbi Umba. “Los trabajadores informales son personas que levantaron su negocio solos, tienen su propia organización. No tratamos de decirles cómo hacer su trabajo, sino simplemente explicarles que frente a los problemas, juntos somos más fuertes”. Este aspecto es tanto más importante cuanto que el sector se caracteriza por un elevado número de trabajadores que han abandonado la escuela relativamente pronto y, en todo caso, sin la formación jurídica necesaria para hacer frente a este tipo de dificultades.

Este apoyo frente a los abusos cometidos por determinadas autoridades forma parte de los esfuerzos de la central sindical CSC por establecer un marco para supervisar la aplicación de la Recomendación núm. 204 de la OIT. Adoptada en 2015, es un instrumento que insta a los Estados Miembros a organizar la transición a una economía formal. La tarea promete ser colosal dado el peso de la economía informal en el país. Sin embargo, el proceso ya ha dado lugar a algunas mejoras desde el punto de vista jurídico, señala un compendio de prácticas de la Oficina Internacional del Trabajo (la secretaría permanente de la OIT).

Una economía funcional para proteger a todos los trabajadores

El apoyo de la central sindical CSC no se limita a los casos individuales. También anima a los trabajadores a quienes apoya a organizarse en cooperativas, ya que el Estado hace poco por apoyar el desarrollo de pequeñas actividades económicas.

“Estas estructuras aportan muchas ventajas”, afirma Jean Lowaka, responsable de las cooperativas para la Focom, la federación de obras y cooperativas del Movimiento de Trabajadores Cristianos de la RDC, en Kinshasa. “Respondemos en particular a un problema importante en un país donde muchos trabajadores viven al día (con lo que ganan durante el día y, por lo tanto, sin acumular ahorros para enfrentar los reveses de la vida, Nota de la Redacción): el del capital inicial. Nuestras cooperativas ofrecen pequeños préstamos, con lo que duplicamos el capital aportado por el trabajador”.

Luc Mboyo Bongondo, modisto en Kinshasa, se benefició de este impulso. Trabajaba en un taller, pero apenas ganaba lo suficiente para llegar a fin de mes. Sus intentos de ahorrar dinero suficiente para iniciar su propio taller no bastaron para recaudar la cantidad necesaria. La cooperativa Lisanga le ha permitido beneficiarse de su sistema de préstamos, donde se duplica el monto de la aportación.

“Este impulso me permitió crear mi propio puesto de trabajo. Hoy día, tengo un ingreso que me permite mantener a mi familia correctamente”.

“La cooperativa también me apoyó negociando con las autoridades para repartir el pago de mi ‘patente’ en doce meses. No podía comenzar mi actividad pagando directamente el precio total de este impuesto (45.000 francos congoleños, unos veinte euros)”, asegura desde su taller en Kinshasa. Esta organización en cooperativas debe contribuir a la creación de márgenes más amplios para los trabajadores y las trabajadoras, especialmente los del sector informal.

La posibilidad de generar mayores márgenes podría ayudar a abordar uno de los principales desafíos a los que se enfrentan los trabajadores en la RDC: la falta de protección social. Una simple enfermedad, con unos días sin trabajo y, por lo tanto, sin ingresos, puede provocar situaciones sociales difíciles. Familias enteras pueden encontrarse con problemas en cascada, donde la pérdida de ingresos conduce a dificultades materiales a corto plazo y a largo plazo, tales como la incapacidad de escolarizar a los niños (privándolos de la oportunidad de acceder a la formación y luego a un empleo de calidad). En África occidental, se han establecido proyectos para ofrecer un mínimo de solidaridad en caso de sufrir un revés difícil.

Este modelo es difícil de transponer en la RDC, debido a la gran precariedad de los trabajadores del sector informal. Sin embargo, esta sigue siendo una de las prioridades de la CSC. “Este es un tema esencial, pero por el momento, nos perjudica el hecho de que la mayoría de los trabajadores del sector informal no tienen la capacidad de generar márgenes suficientes para contribuir a dicho sistema”, constata Josephine Shimbi Umba.

El trabajo realizado en el marco de la Recomendación de la OIT ha llevado a la adopción de una ley sobre fondos de seguro de salud. Se trata de un primer paso adelante, acogido con satisfacción por la Oficina Internacional del Trabajo.

En espera de que el laborioso trabajo de organizar a los trabajadores permita crear un marco social más seguro, la Confederación Sindical del Congo continúa sus esfuerzos de movilización y acciones sobre el terreno. “Obtenemos resultados que constituyen una mejora concreta para todas aquellas personas que han sido dejadas de lado con demasiada frecuencia”, afirma Josephine Shimbi Umba.

Sin embargo, estos avances, resultado del trabajo sindical, deberán ser asimilados por el poder político para perpetuarse y, sobre todo, beneficiar a un mayor número de trabajadores. No obstante, las dificultades políticas y económicas que enfrentan el Gobierno congoleño y su administración hacen que esta perspectiva sea bastante remota. Este hecho, sin embargo, no desanima a la sindicalista. “Dado el número de trabajadores informales, esta política de avanzar ‘paso a paso’ produce actualmente las mejoras más concretas. Nuestro desafío consiste ahora en convencer a un mayor número de personas de que se unan para proteger sus derechos”, afirma a guisa de conclusión.

This article has been translated from French by Patricia de la Cruz

Este artículo fue elaborado con el apoyo del sindicato belga ACV-CSC y la Dirección General de Cooperación Belga para el Desarrollo.