Australia: La Gran Barrera de Coral amenazada por un proyecto minero

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Greg Hunt, Ministro de Medio Ambiente australiano, dio el visto bueno por segunda vez, el pasado 15 de octubre, a Carmichael, un inmenso proyecto minero destinado al mercado indio.

El conglomerado indio Adani tiene previsto acometer en Queensland este proyecto valorado en 16.000 millones de dólares australianos (11.500 millones de USD), que se convertiría en la mayor mina de Australia.

Pero ya hace meses que este plan suscita controversia. Las asociaciones medioambientales denuncian las futuras emisiones de CO2 y la intensificación del tráfico de embarcaciones en el bello paraje de la Gran Barrera de Coral, incluido en la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco.

En agosto, la organización Mackay Conservation Group logró ponerle freno temporalmente, llevando el caso ante la Corte Federal. Este grupo de protección de la naturaleza consiguió demostrar que el proyecto minero representa una amenaza para varias especies, como el reptil egernia rugosa, algo pasado por alto en la primera autorización concedida a la mina.

Pero el gobierno australiano volvió a autorizar el proyecto argumentando que presenta nuevas condiciones y afirmando que, a partir de ahora, cumplirá “las 36 condiciones más estrictas de la historia australiana”.

El fondo para la conservación de la naturaleza, Australian Conservation Foundation (ACF), lejos de compartir esta opinión, ha decidido, por primera vez en la historia del país, denunciar la decisión del gobierno ante la Corte Federal, por incumplimiento de su obligación internacional de proteger la Gran Barrera de Coral.

Kelly O’Shanassy, directora general de la ACF, precisa en una entrevista concedida a Equal Times: “Pensamos que Greg Hunt se equivocó al dar su aprobación a esta mina. El gobierno habría podido rechazar el proyecto en nombre de la defensa de la barrera de coral, porque nuestro ministro tiene la obligación de hacer todo lo posible por protegerla. Pero no lo ha hecho”.

La organización está convencida de tener la ley de su parte: “Si la justicia nos da la razón, sentará un precedente y el gobierno se verá obligado a sopesar el impacto climático de sus decisiones”.

Sean Ryan, abogado principal del caso, se muestra categórico: “Las decisiones de la Corte Federal crean jurisprudencia y, hasta ahora, jamás se ha pronunciado un veredicto sobre el deber del gobierno de proteger la Gran Barrera de Coral de la contaminación ligada al carbón. Se trata, por lo tanto, de una sentencia importante”.

La Corte Federal debería examinar el caso, como muy pronto, en abril de 2016. El veredicto se pronunciará entre tres y seis meses más tarde.

 

“El carbón es algo formidable”

Por su parte, los pueblos aborígenes Wangan y Jagalingou luchan porque la justicia se pronuncie sobre sus derechos sobre estas tierras que les pertenecen desde tiempos ancestrales.

En el cuartel general del colectivo de Melbourne Quit Coal (Abandonemos el carbón) se lucha también por paralizar las explotaciones de carbón y de gas no convencional, como el gas de lutita, del que país posee importantes reservas.

Brigit Skilbeck, de 26 años, no comprende la decisión de su país, una visión que considera “cortoplacista”.

“El problema es la relación tan estrecha que tiene nuestro gobierno con la industria minera. Hacen creer a la población australiana que nuestro nivel de vida depende de nuestras minas. Por eso es tan difícil militar contra el carbón aquí”.

La joven militante precisa: “En Australia, tenemos la vía fácil, no estamos acostumbrados a luchar por nuestros derechos en contra el gobierno, como en Europa”.

En Australia, el 61% de la electricidad procede del carbón. Las industrias mineras tienen lazos estrechos con los políticos. Son incontables las “puertas giratorias” entre los partidos políticos y las industrias mineras.

Greg Evans, Director Ejecutivo de la División de Carbón de la asociación representante de la industria minera australiana, Minerals Council of Australia (MCA), asegura a Equal Times que “no hay pruebas que demuestren un conflicto de intereses”. Y añade: “La industria del carbón es uno de los factores que más contribuyen a la economía australiana. Es la segunda fuente de exportaciones del país y generó alrededor de 40.000 millones de dólares australianos (29.000 millones de USD) en 2013-14. Nuestro sector da trabajo a más de 150.000 australianos”.

En cuanto a las emisiones de CO2 que se le imputan a la industria del carbón, Greg Evans replica: “La industria da grandes pasos y utiliza las últimas tecnologías para reducir las emisiones procedentes de las centrales eléctricas alimentadas con carbón. En concreto, China y la India están construyendo las fábricas más avanzadas y la utilización de carbón australiano de alta calidad será básico para optimizar su rendimiento”.

Desde el mes de septiembre, el MCA ha lanzado incluso una campaña publicitaria afirmando que “el carbón es algo formidable”. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que siete millones de las muertes prematuras que se producen en el mundo guardan relación con la exposición a la contaminación atmosférica, en concreto a causa del carbón.

Cada año, más de dos millones de personas visitan la Gran Barrera de Coral y reportan unos 5.700 millones de dólares australianos (4.100 millones de USD) a la economía australiana.

El grupo ecologista Mackay Conservation Group recuerda que la Gran Barrera de Coral es un tesoro para la humanidad que alberga centenares de especies de tiburones, rayas, moluscos, delfines, tortugas de mar, ballenas, marsopas, aves y peces.

Su portavoz, Peter McCallum, denuncia: “Se van a producir numerosas emisiones de CO2 y la Barrera de Coral es muy sensible al cambio climático. La comunidad internacional advierte de las consecuencias de una subida de las temperaturas de 2°C como máximo, pero para la Barrera, por encima de 1.5°C, ocasionaría graves daños que, a largo plazo, podría hacerla desaparecer totalmente”.

Durante la COP21, que se celebra estos días en París, el gobierno australiano deberá justificar ante el mundo su política de “todo con carbón”, mientras la mentalidad de su ciudadanía parece evolucionar. Un estudio sobre las actitudes hacia el cambio climático, realizado a 17.500 australianos a lo largo de cinco años, revela que el 78 % afirma ser consciente del cambio climático.

Kelly O’Shanassy añade: “Los australianos saben que el carbón mata y que no es bueno para la humanidad, como pretendía Tony Abbott, nuestro antiguo Primer Ministro. Sólo el 13 % de la población quiere el carbón”.

Y concluye, con seguridad: “La industria del carbón ha perdido el apoyo de la ciudadanía australiana”.

 

This article has been translated from French.