#BringBackOurGirls y la cruzada de Boko Haram contra la infancia

Imagínese enviar a su hijo o a su hija a la escuela sabiendo que existe la posibilidad de que no vuelva a casa.

Imagínese tratar de dar clase a sabiendas de que es un blanco terrorista.

Imagínese lo que significa ser un estudiante, en medio de una zona de guerra no declarada, sabiendo que cada uno de los minutos que pasa en su desnuda, mal defendida y carente de recursos aula podría ser el último.

En algunas partes de Nigeria son pocas las personas que pueden imaginarlo, porque para aquellos que viven en los estados del noreste de Yobe, Borno y Adamawa, es una realidad cotidiana. Desde el año 2009, una secta islamista radical con el nombre de Boko Haram (donde “Boko” significa literalmente “libro” y “Haram”, “prohibido”) lleva a cabo una campaña implacable de terror en un intento por desestabilizar Nigeria e imponer la ley islámica en todo el norte del país.

Todo, absolutamente todo, se ha convertido en blanco de la violencia de esta milicia: mercados, centros de transporte, lugares de culto. Más de 4.000 personas han sido asesinadas en los últimos cinco años, según el Grupo Internacional de Crisis. El mes pasado, el 14 de abril, más de 200 niñas fueron secuestradas en los dormitorios de la escuela pública de enseñanza secundaria Chibok, en Borno. Sin embargo, el mundo empezó a prestar atención a esta situación solamente hace una semana, cuando las protestas de los indignados y desesperados nigerianos, agotados por la milicia insurgente e incrédulos ante la gestión criminalmente inepta de su Gobierno, finalmente consiguieron que el persistente grito de su indignación y protesta hiciera los titulares de las noticias internacionales.

Sin embargo, pese a las manifestaciones, al éxito de la campaña con los lemas #BringBackOurGirls (Queremos recuperar a nuestras niñas) y #WhatAboutOurDaughters (Dónde están nuestras hijas), las peticiones y las celebridades que los apoyan, han pasado tres semanas y las niñas de Chibok siguen desaparecidas.

Peor aún, nadie parece saber exactamente cuántas niñas han desaparecido.

El sindicato de docentes del país, la Nigeria Union of Teachers (NUT), indica que 41 niñas lograron escapar, mientras que 180 siguen en paradero desconocido. CNN da como número 223 niñas; la revista Time dice que son 270; la BBC indica que son “aproximadamente 230 las niñas desaparecidas”. El número más citado, sin embargo, es de 234.

¿Cómo puede el mundo decir que se preocupa por la vida de estas niñas y adolescentes, si hasta ahora nunca las había tenido en cuenta?

Cabe hacerse también otras preguntas. ¿Por qué, por ejemplo, no sabemos todos los nombres de estas niñas desaparecidas? ¿Dónde están sus fotografías? ¿Por qué ha tomado tres semanas para que los medios de televisión internacionales entrevisten a las niñas que escaparon? ¿Cómo pueden más de 200 niñas desaparecer sin dejar rastro? y ¿Dónde están ahora?

Sobre este último punto, la especulación es tan profusa como espeluznante. Hay informes de que las niñas han sido víctimas de la trata de personas y son vendidas por 12 USD cada una; o que han sido forzadas a “casarse” con miembros de Boko Haram, que las utilizan como esclavas sexuales y domésticas.

 

El imperio del terror

Sin embargo, al tiempo que nos angustiamos por los secuestros perpetrados en Chibok, nos olvidamos que desde 2009 han sido destruidas más de 20 escuelas en el norte de Nigeria, que han sido asesinados aproximadamente 171 maestros y maestras y que cientos de escolares han perdido la vida.

¿Dónde estaba la protesta mundial cuando 42 alumnos y profesores de una escuela de niños varones en Yobe fueron asesinados por Boko Haram el 6 de julio de 2013? ¿O cuando los hombres armados de Boko Haram atacaron una escuela de agricultura, también en Yobe, matando a 65 personas, el 29 de septiembre de 2013? ¿O hace apenas unas semanas, cuando seis profesores de Dikwa en el estado de Borno fueron asesinados y 20 miembros de su familia secuestrados? ¿O incluso el miércoles, cuando más de 300 personas fueron asesinadas en Gamboru Ngala, a un par de horas de distancia de Chibok?

Dejemos de momento la cuestión de quién está detrás de este tan bien financiado y cada vez más sofisticado reinado de terror de Boko Haram. Su objetivo político es obvio, también lo es el hecho de que no se trata de una cuestión religiosa. Como dijo un escritor, Boko Haram es para el Islam lo que Anders Berhing Breivik, el terrorista noruego, es para el cristianismo.

Pero lo que resulta más difícil de comprender son los medios increíblemente brutales que utiliza.

No nos equivoquemos: Boko Haram está en guerra contra la infancia de Nigeria. No solamente porque cree que la educación occidental ha de prohibirse, como suele desprenderse del nombre del grupo, sino porque Boko Haram quiere asesinar el futuro de Nigeria. E intenta hacerlo con una lógica despiadada, asesinando las mentes, los cuerpos y los espíritus de quienes van a crear ese futuro.

La única manera de detener a Boko Haram es cortarle los víveres que lo mantienen en vida: un Estado débil y corrupto, la inseguridad y el desempleo masivos. Incluso antes de la insurgencia de esta milicia, el noreste de Nigeria, por ejemplo, mostraba algunas de las tasas de desempleo más altas y el mayor número de niños y niñas del mundo sin escolarizar. Más de dos tercios de las niñas de las zonas rurales de 15 a 19 años de edad en la región no saben leer ni escribir. Boko Haram sabe que su propia supervivencia depende de mantener a la población empobrecida, con miedo y sin educación.

La iniciativa a favor de las escuelas como refugios seguros, la Safe Schools Initiative, puesta en marcha durante el Foro Económico Mundial celebrado en la capital nigeriana de Abuja a principios de esta semana por el Enviado Global de la ONU para la Educación Gordon Brown, la Internacional de la Educación y el sindicato de docentes del país, la Nigeria Union of Teachers, podría desempeñar un papel importante en la defensa contra el terrorismo mediante la promoción de escuelas y de espacios seguros. Sin embargo, van a necesitarse mucho más que los 10 millones de USD que se le ha asignado hasta ahora.

Nigeria es la mayor economía de África y, sin embargo, gasta solamente el 1,5% de su PIB en la educación, cuando la cantidad recomendada es del 6%. Si el ex senador del estado de Borno, Ali Modu Sherrif, puede gastar 72 millones de USD en un nuevo jet Gulfstream, seguramente el Gobierno nigeriano puede encontrar los fondos necesarios para invertir en escuelas seguras y en una educación de calidad para todos los niños y niñas. Porque a menos que Nigeria y sus socios internacionales pongan un alto a la amenaza que representa Boko Haram y trabajen con ahínco para hacer frente a los problemas que lo engendraron, este parásito va a acabar por destruir al país que lo alberga.

 

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