C189: “El trabajo que hace posible todo el trabajo” finalmente reconocido por el derecho internacional

C189: “El trabajo que hace posible todo el trabajo” finalmente reconocido por el derecho internacional

Domestic workers celebrate the adoption of Convention 189 at the International Labour Conference in Geneva in June 2011. It finally came into force on 5 September, 2013.

(ILO/JP-Pouteau)

Es probablemente el mayor movimiento social del que haya usted oído hablar nunca. A menos, naturalmente, que sea uno de los millones de activistas que han participado directamente.

Por fin “la mano de obra invisible” del mundo está emergiendo de las sombras.

A partir del 5 de septiembre, el histórico Convenio sobre el Trabajo Decente para las Trabajadoras y los Trabajadores Domésticos, también conocido como Convenio de los trabajadores del hogar núm. 189, ha entrado en vigor.

“Durante demasiado tiempo no se ha reconocido el valor de nuestro trabajo”, indica Myrtle Witbooi, antigua trabajadora del hogar que ahora es Secretaria General del sindicato sudafricano de trabajadores del hogar, South African Domestic Service and Allied Workers Union (SADSAWU), y Presidenta de la Red Internacional de Trabajadoras del Hogar (IDWN).

“El Convenio número 189 (C189) finalmente está ayudando a cambiar esta situación, porque ahora los trabajadores del hogar cuentan con las mismas normas internacionales que los demás trabajadores”, señaló a Equal Times.

“Es un logro increíble. Trabajo en este sector desde hace 46 años y nunca pensé que lo vería en vida.”

El trabajo del hogar es, como lo describe sucintamente Ai-jen Poo, Directora de la Alianza Nacional de Trabajadoras Domésticas (NDWA) en Estados Unidos, “el trabajo que hace posible todo el trabajo”.

Y sin embargo, los que realizan este trabajo, en su mayoría mujeres, muchas de ellas migrantes y gran número de niños, afrontan un aluvión de violaciones a sus derechos humanos y laborales.

Estas violaciones van desde largas jornadas de trabajo, bajos salarios y ausencia de prestaciones hasta el abuso físico y sexual, el trabajo forzoso y la trata de personas.

Ya que tradicionalmente se le ha considerado un humilde “trabajo para mujeres” en casas particulares como niñeras, criadas, cuidadoras y limpiadoras, se le ha excluido de la protección de casi todas las principales leyes laborales.

 

Convenio 189

El Convenio garantizará la prestación para las trabajadoras y los trabajadores que se ocupan de las familias y de los hogares de los mismos derechos laborales básicos de que disponen los demás trabajadores.

Incluye un salario mínimo, condiciones de trabajo claramente especificadas, tiempo de descanso diario y semanal (por lo menos 24 horas), restricciones a los pagos en especie y el respeto al derecho a la libertad sindical y a la negociación colectiva.

Uruguay fue el primer país en ratificar el Convenio 189 en abril de 2012, tras su adopción por parte de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en junio de 2011.

Filipinas lo ratificó poco después, en agosto de 2012, asegurando así su paso al derecho internacional y vinculante.

Desde entonces, una coalición de trabajadores del hogar, sindicatos, centrales sindicales nacionales, agrupaciones de derechos humanos y organizaciones de base han creado una oleada de apoyo internacional a favor del Convenio.

“Es extraordinario lo que han logrado los trabajadores del hogar, los sindicatos y sus aliados”, afirma Marieke Koning, asesora de políticas de la Confederación Sindical Internacional (CSI), cuyo trabajo sobre la Campaña 12x12 ha hecho mucho por unir a todas las partes interesadas.

“Tanto a escala local como mundial, las trabajadoras y trabajadores del hogar (y todos aquellos que los han apoyado) desarrollaron alianzas y generaron el impulso necesario para hacer realidad este reconocimiento. Es un impulso que puede inspirar a todo el movimiento sindical.”

Hasta la fecha, han ratificado este C189 otros siete países: Alemania, Bolivia, Italia, Mauricio, Nicaragua, Paraguay y Sudáfrica.

Costa Rica ha aprobado proyectos de ley sobre la ratificación y varios otros países, como Bélgica, Ecuador, Tanzania e Irlanda han manifestado su intención de hacer lo mismo.

Otros países como Brasil, Filipinas y Argentina, han aprobado nuevas leyes o reglamentaciones importantes para mejorar las condiciones laborales y sociales de las trabajadoras y los trabajadores del hogar.

En EE.UU., por ejemplo, a raíz de una campaña de cuatro años del NDWA, el Estado de Nueva York aprobó por primera vez una Carta de Derechos de los Trabajadores del Hogar en 2011.

Hawai la adoptó este mes de julio, y pronto deberá ser ratificada por California.

En Filipinas, Julius Cainglet de la Federation of Free Workers (FFW) señala que la ratificación ha tenido repercusiones directas en la vida de las trabajadoras y los trabajadores del hogar.

“Los salarios han aumentado. Todos los trabajadores del hogar reciben ahora un mínimo de 2.500 pesos [alrededor de 56 dólares] al mes, lo que supone una mejora, ya que algunos trabajadores solían ser remunerados en especie.”

 

100 millones

En todo el mundo, las trabajadoras y los trabajadores del hogar están en primera línea de un gran cambio demográfico.

“Con un mayor número de mujeres que integran la fuerza laboral remunerada, no pueden dar el mismo nivel de atención a la familia”, dice Poo, que fue nombrada una de las 100 personas más influyentes del mundo en 2012 por la revista Time por haber colaborado a inscribir definitivamente la lucha de los trabajadores del hogar en la agenda política de EE.UU.

Añádase a esta situación el rápido envejecimiento de la población, las comunidades cada vez más importantes de migrantes y un aumento general del trabajo precario y se comprenderá por qué ya no puede ignorarse la lucha por los derechos de los trabajadores del hogar.

La OIT estima que hay 53 millones de trabajadoras y trabajadores del hogar en todo el mundo.

Sin embargo, debido a la naturaleza informal de gran parte de este trabajo, la cifra real podría alcanzar hasta 100 millones.

Este número equivale a aproximadamente el 3,6% de la fuerza laboral mundial; en el Sur esta cifra se eleva al 12%.

Nada menos que el 83% de los trabajadores del hogar son mujeres y se estima que unos 10,5 millones son niños, en su mayoría de corta edad.

El C189 es útil para proteger a los miembros más vulnerables de una fuerza de trabajo que antes carecía de protección.

Es preciso que los Gobiernos prevengan el trabajo infantil en el servicio del hogar y ofrezcan garantías de que los niños que superan la edad mínima para trabajar puedan continuar su educación o formación al tiempo que participan en el servicio del hogar.

Para los trabajadores del hogar migrantes, un informe de Human Rights Watch (HRW) documentó los abusos habituales de que suelen ser víctimas muchos de ellos, tales como la confiscación de pasaportes, el encarcelamiento forzoso en el lugar de trabajo, las palizas y, en algunos casos, años de trabajo no remunerado.

El C189 tiene como objetivo proteger a las trabajadoras y los trabajadores del hogar migrantes, garantizando la regulación de las agencias privadas de empleo y poner fin a la práctica de las deducciones del empleador para cubrir los honorarios de contratación.

 

“Tengo un sueño”… ¿para los trabajadores del hogar?

La lucha por el reconocimiento de los derechos de las trabajadoras y los trabajadores del hogar ha sido larga.

El tema del “servicio doméstico” se discutió en la OIT ya en 1936 cuando se le excluyó de las vacaciones pagadas.

Esta disposición estableció el derecho de hasta seis días de licencia pagada para los trabajadores de las industrias manufactureras y otros.

Incluso en agosto de 1963, en la histórica Marcha sobre Washington por el Trabajo y la Libertad, el trabajo del hogar figuraba en el orden del día.

Antes de que Martin Luther King Jr. pronunciara su discurso “Tengo un sueño”, John Lewis, entonces Presidente del Comité Coordinador Estudiantil No Violento (SNCC) y ahora es miembro del Congreso, habló de sus propias aspiraciones para la propuesta de legislación a favor de los derechos civiles estadounidenses:

“¿En qué modo este proyecto de ley garantiza la igualdad de una criada que gana cinco dólares a la semana en la casa de una familia cuyo ingreso es de 100.000 dólares al año?”

En la década de los años 1990, las trabajadoras y los trabajadores del hogar de América Latina empezaron a organizarse mediante el desarrollo de los movimientos de base y una red regional con el apoyo de los sindicatos y otros interlocutores de la sociedad civil.

Hoy día, América Latina sigue siendo el faro que guía el movimiento.

A partir de ahí, el deseo de organizarse se extendió a África y Asia, donde los movimientos nacionales en países como Filipinas, Italia y Sudáfrica comenzaron a formar una masa crítica.

En 2006, la idea de un convenio internacional empezó a adquirir forma, y cinco años más tarde fue adoptado en la 100ª reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo de la OIT en Ginebra.

Para aprovechar el impulso de la adopción, en 2011, la CSI lanzó la campaña 12 x 12 en colaboración con la red IDWN y la Unión Internacional de Asociaciones de Trabajadores de la Alimentación (UITA).

Ahora cuenta con el apoyo de otros 11 socios internacionales tales como Human Rights Watch y Amnistía Internacional, y hay equipos de acción 12 x 12 en más de 90 países.

“La idea consistía en situar el movimiento en el centro de la palestra”, señala Koning. “Nuestra prioridad más importante era, naturalmente, que 12 países ratificaran el Convenio 189”, y la realización de este objetivo ya es inminente.

“Sin embargo, también hemos estado trabajando en las reformas nacionales de la legislación laboral y el fortalecimiento de la participación sindical en el sector de los trabajadores del hogar.”

La campaña 12 x 12 también ofrece un medio en el que se concentra la información sobre el movimiento a través de la página web, el boletín y la página en Facebook.

 

¿Y ahora?

Aun cuando la entrada en vigor del C189 es un verdadero motivo de celebración, todavía hay mucho trabajo por hacer.

En el Medio Oriente, por ejemplo, ni un solo país ha ratificado el Convenio. Los abusos, a veces mortales, contra las trabajadoras del hogar migrantes también están muy extendidos en la región.

“Es un reto de grandes proporciones”, admite Koning. “La CSI envió recientemente su respuesta a un modelo de contrato propuesto para los trabajadores del hogar migrantes en los países del Consejo de Cooperación del Golfo, que dista mucho de estar a la altura del C189.

“Vamos a seguir exigiendo responsabilidades a los países del Consejo de Cooperación del Golfo respecto al hecho de que es preciso que adopten y apliquen leyes nacionales de trabajo decente para las trabajadoras y los trabajadores del hogar. No hay otro camino a seguir”.

Hasta ahora, la lucha de las trabajadoras y los trabajadores del hogar no se había inscrito en la conciencia colectiva de la misma manera en que ha ocurrido con otros movimientos sociales contemporáneos, pero no va a seguir siendo así por mucho tiempo, afirma Poo.

“El nivel de inestabilidad e inseguridad que experimentan los trabajadores a escala mundial está alcanzando una escala insostenible.

“Creo que lo que ha sido la realidad de los trabajadores del hogar desde siempre está empezando a convertirse en la realidad de un número cada vez más importante de trabajadores a escala mundial.

“Como resultado, vamos a ver la unión de los trabajadores y las trabajadoras de todos los sectores, como lo hemos visto con los trabajadores del hogar.”

Por otra parte, existe el compromiso de garantizar que se beneficie del C189 el mayor número posible de trabajadores y trabajadoras del hogar.

Están celebrándose reuniones, se están planificando sesiones y eventos a nivel internacional para mantener el tema en el centro de atención.

En el Diálogo de Alto Nivel de la ONU sobre Migración y Desarrollo en Nueva York los 3 y 4 de octubre, por ejemplo, habrá eventos paralelos sobre los trabajadores del hogar migrantes.

Asimismo, del 26 al 28 de octubre, la red IDWN celebrará su Congreso Fundador en Uruguay, marcando así la segunda fase del movimiento de las trabajadoras y los trabajadores del hogar.

Según Witbooi, la segunda fase tiene que ver con la consolidación, la aplicación y la labor de “educación, educación y educación”.

“Mira, si vas por la calle y le preguntas a una trabajadora del hogar: ¿Qué es el Convenio 189?, te va a mirar y va a pensar que estás loco “, afirma.

“Pero si le preguntas a una trabajadora del hogar: ¿Qué habría que hacer para que su vida sea mejor? Te va a contestar: ‘Quiero un salario decente y un horario de trabajo decente”, y es así como lo conseguirá. El Convenio número 189 no tiene ninguna utilidad como papel. Necesitamos que se convierta en realidad.”