¿Conseguirán las reformas educativas dictadas por Pekín “lavar el cerebro” a la juventud rebelde de Hong Kong?

¿Conseguirán las reformas educativas dictadas por Pekín “lavar el cerebro” a la juventud rebelde de Hong Kong?

Secondary school students and supporters form a human chain during a rally against the pro-Beijing Hong Kong government in Sha Tin, Hong Kong, China, on 19 September 2019.

(Danny Chan)

Durante más de una década, hablar sobre temas como la China contemporánea con sus estudiantes fue uno de los aspectos agradables del trabajo de Cyrus Chan* en tanto que profesor de estudios liberales en Hong Kong. Disfrutaba del espontáneo intercambio de ideas al tiempo que orientaba a los jóvenes a razonar para entablar una discusión.

En los tiempos que corren, sin embargo, este profesor de 44 años se siente inhibido. En una de sus recientes clases abordó el tema de la contaminación del aire en China. Con cierto temor, habló de la polución atmosférica en las grandes ciudades chinas. En un momento dado, uno de sus estudiantes con el que tiene una buena relación levantó la mano y con una sonrisa traviesa y medio en broma le dijo: “Caray, profesor, sigue hablando de China. ¿Qué tal si cambia a la India?”. Chan recibió inmediatamente el mensaje, sabía que el chico estaba tratando de protegerlo, de modo que sonrió y habló de la contaminación en Nueva Delhi.

En los últimos meses, este tipo de sutil autocensura ha infestado rápidamente las aulas de los establecimientos escolares de Hong Kong. Tras el movimiento de protesta antigubernamental y contra China de 2019, encabezado principalmente por la juventud, que tuvo lugar en la ciudad, tanto Pekín como el Gobierno pro-Pekín de Hong Kong, ahora se han dado como misión la revisión del sector educativo de la ciudad. Uno de los objetivos clave es inculcar en la juventud rebelde de Hong Kong un sentido de patriotismo y orgullo nacional a través de una combinación de reformas educativas y de aquello que los detractores describen como “tácticas de miedo”, entre las que se cuenta golpear a los profesores por “mancillar” a China y al Gobierno de Hong Kong “sin fundamento”.

Es así como, de repente, profesores como Chan se andan con pies de plomo en el aula a la hora de abordar cualquier tema que pueda mostrar una imagen negativa de China, o que pudiera ser interpretada como una actitud secesionista.

Los estudiantes también son conscientes del deterioro de la situación. Algunos, como el chico de la clase de Chan, cuidan lo que dicen e intentan mantener fuera de peligro a sus profesores.

“Antes, todo el mundo podía hablar libremente. Ahora hay una línea roja invisible. Trato de evitar ciertos temas, y algunos de mis alumnos bromean conmigo como una manera de decirme que tenga cuidado. Nunca se sabe cuándo un alumno pro-Pekín o sus padres pueden denunciarte”, explica Chan.

Este denominado “terror blanco” tiene precedentes en el sector educativo de Hong Kong, un territorio cuenta con más de 1.000 establecimientos escolares de enseñanza primaria y secundaria y algunas de las mejores universidades de Asia. Hasta hace poco, la libertad de expresión en el aula y la libertad académica eran un hecho adquirido en la antigua colonia británica. El miedo a las represalias por parte de las autoridades a causa de lo que se expresara en el ámbito escolar era inaudito, mientras que en China continental, las escuelas y universidades eran estrictamente controladas y pocos pueden desviarse de la línea del Partido Comunista sin meterse en serios problemas.

Una señal inquietante

En los últimos meses, sin embargo, la situación ha cambiado. Cuando el movimiento de protesta, que duró meses y en ocasiones se mostró violento, fue acallado a principios de 2020, Pekín dirigió su radar al sector educativo de Hong Kong.

Los hongkoneses, amantes de la libertad, percibieron el pasado mes de enero una señal inquietante cuando Luo Huining, el principal enviado de Pekín en Hong Kong, escribió en un artículo de periódico que “el patriotismo es un asunto serio”, citando textualmente un comentario hecho por el presidente chino Xi Jinping. Luo afirmaba que Pekín prestó apoyo al Gobierno de Hong Kong para fortalecer la “conciencia nacional e identidad nacional” de la juventud. Para muchas personas en Hong Kong, el “patriotismo” y la “identidad nacional” defendidos por Pekín significa simplemente mostrar lealtad absoluta al Partido Comunista.

Unos meses más tarde, otra serie de acontecimientos estremeció a todos los establecimientos escolares. En mayo, la Oficina de Educación hizo un gesto sin precedentes al exigir que el organismo local de exámenes suprimiera la siguiente pregunta del examen de historia: “Japón hizo a China más bien que mal en el período 1900-1945. ¿Estás de acuerdo?”. El ministro de Educación señaló que esta pregunta no tenía cabida, ya que “hería los sentimientos del pueblo chino”. Un responsable del organismo de exámenes, que renunció presuntamente bajo presión política, acusó posteriormente a las autoridades de “purgar sin disimulo a quienes no les gustan”. Comparó el incidente con la Revolución Cultural china, un movimiento social y político violento iniciado por Mao Tse-tung en los años 1960 utilizado durante una década para eliminar a sus rivales políticos.

En junio, una escuela pro-Pekín decidió no renovar el contrato de una profesora de arte señalando sus puntos de vista políticos y el hecho de haber permitido que un estudiante tocara una canción de protesta de Hong Kong en un examen de música. En agosto, se reveló que algunos libros de texto escolares habían sido revisados por los editores suprimiendo toda referencia a la separación de poderes y las protestas. Dos meses más tarde, una nueva onda de choque recorrió la ciudad cuando un profesor de enseñanza primaria fue destituido de por vida. Las autoridades acusaron al docente, el primero en Hong Kong cuya destitución se debe al contenido de sus lecciones, de promover la independencia de Hong Kong en una hoja de trabajo, la cual incluía preguntas relacionadas con un activista independentista. También fueron implicados el director de la escuela y algunos otros docentes, quienes fueron reprendidos por no haberlo denunciado. Varias semanas más tarde, un docente de otra escuela fue despedido de forma permanente, en esta ocasión por dar a los alumnos un “relato incorrecto” de la Guerra del Opio sino-británica en la década de los años 1840. Y la semana pasada se anunció que otro docente podría ser despedido por el supuesto uso de “materiales didácticos inapropiados y tendenciosos”.

Cada uno de los casos de destitución fue sacado a la luz en Hong Kong por un medio de comunicación pro-Pekín, lo que suscitó controversia. Los docentes fueron criticados, investigados y despedidos, un trato que a juicio de los detractores de esta política fue desproporcionadamente severo.

Ip Kin-yuen, vicepresidente del sindicato de docentes profesionales, afirma que el “terror blanco” ha causado la inquietud de los educadores. “La enorme presión política a la que se ven sometidos los docentes hoy en día no tiene precedentes en la historia de Hong Kong. Los efectos disuasorios afectan a todos los establecimientos escolares, los planes de estudio e incluso las pruebas de examen”, comenta Ip, también antiguo legislador representante del sector educativo.

“Los docentes han perdido su sensación de seguridad laboral. No saben dónde está la línea roja. Así que todo el mundo está adoptando una posición reservada”.

La comunidad educativa no es la única en resentir esta ansiedad. El 30 de junio del año pasado, una hora antes de que Hong Kong cumpliera el 23º aniversario de su retorno a China en 1997, Pekín impuso a la ciudad una draconiana ley de seguridad nacional. De la noche a la mañana, una profunda sensación de miedo se apoderó de muchos hongkoneses. Los detractores afirman que esta ley, que castiga los delitos de secesión, subversión, terrorismo y colusión con fuerzas extranjeras, marca el fin de la libertad de expresión de la ciudad y la autonomía prometida por Pekín. Hasta ahora, más de 90 personas, entre ellas decenas de políticos prodemocráticos y la presidenta de la confederación de sindicatos de Hong Kong, Carol Ng, han sido detenidas en virtud de la ley, que castiga con una pena máxima de cadena perpetua.

Entre tanto, las libertades que quedan en Hong Kong siguen siendo erosionadas a un ritmo alarmante: los periodistas que se muestran críticos han sido despedidos y los legisladores prodemocráticos destituidos; algunos jueces han sido criticados por los medios estatales por ser demasiado “indulgentes” con los manifestantes; los activistas conocidos han sido detenidos o encarcelados con acusasiones relacionadas con las protestas y otros han optado por el exilio. Hasta la fecha, unas 10.000 personas han sido detenidas en relación con el movimiento de protesta. Entre ellas, el 40% son estudiantes y más de 2.300 personas han sido imputadas.

Los estudios liberales en el punto de mira

Ante esta política, cuyos detractores consideran como el derrumbamiento de los pilares de Hong Kong en tanto que sociedad libre, la educación no se ha mantenido indemne. De hecho, se cree que lleva la peor parte del brutal asalto de Pekín a las libertades civiles de la ciudad.

Lew Mon-hung, comentarista político y hombre de negocios, confió a Equal Times: “Muchos de los manifestantes que se enfrentaron con la policía y prendieron fuego a las instalaciones públicas en 2019 eran jóvenes, por lo que Pekín piensa que algo está fallando en el sistema educativo de Hong Kong”.

Este hombre de 72 años, que nadó desde el sur de China hasta Hong Kong en 1973 para huir de la Revolución Cultural, añade: “El Partido Comunista tardó 22 años en hacerse con el poder, pero han pasado 23 años y todavía no se ha ganado el corazón de la juventud hongkonesa. Sin duda se pregunta: ’¿Qué diablos está pasando?’ El futuro pertenece a los jóvenes. Así que Pekín ha puesto la mira en el sector de la educación. Quiere lavar el cerebro a los jóvenes y ganarlos a su causa”.

El plan de Pekín para reformar la mentalidad de la juventud hongkonesa tiene como objetivo principal una asignatura escolar. En 2009 se pusieron en marcha los estudios liberales, una asignatura obligatoria para estudiantes de secundaria superior, para desalentar el aprendizaje memorístico (endémico en la cultura china) mediante el cultivo del pensamiento crítico y las capacidades analíticas multidisciplinares. Los módulos de estudio incluyen el Hong Kong de hoy, la China moderna y la salud pública. Sin embargo, desde el Movimiento de los Paraguas contra el Gobierno en 2014, el programa ha sido una piedra en el zapato para los políticos pro-Pekín que culpan a esta asignatura de incitar a la juventud al activismo político.

El antagonismo se intensificó durante el movimiento de protesta de 2019, cuando los medios de comunicación y los políticos pro-Pekín afirmaron que los estudios liberales habían alimentado las protestas violentas. El antiguo jefe del ejecutivo de Hong Kong, Tung Chee-hwa, bajo cuyo mandato se iniciaron los estudios liberales, calificó este nuevo plan de estudios de ser un “completo fracaso”.

Sin embargo, Ip afirma: “Es muy injusto culpar a una asignatura escolar. Son el Gobierno, sordo a las demandas de los ciudadanos, y la brutalidad policial lo que dieron lugar al movimiento de protesta”.

Avery*, una estudiante de 17 años y miembro de un grupo activista estudiantil, atribuye la sensibilización a su identidad cultural como hongkonesa a los estudios liberales. “Hace unos años, cuando todavía era una niña que no sabía nada, nuestro profesor nos mostró una tira de dibujos animados sobre la cultura de colarse en las filas de espera en China”, relata Avery. “Eso me hizo pensar en las diferencias culturales entre Hong Kong y China continental. Es una asignatura inspiradora”.

Es muy probable que los estudiantes más jóvenes tengan en el futuro una experiencia diferente de la asignatura. En noviembre de 2020, las autoridades educativas anunciaron una renovación de los estudios liberales. A partir de septiembre de 2021, el programa llevará una denominación diferente (todavía no anunciada), los temas y las horas de las clases de esta asignatura se reducirán a la mitad, se hará más hincapié en los logros de China y en la seguridad nacional y los estudiantes tendrán que visitar la China continental.

Cuatro docentes entrevistados por Equal Times consideran que la reforma es un intento de lavar el cerebro a los jóvenes para inculcarles un patriotismo incuestionable. También les preocupa que socave las relaciones entre los docentes y los estudiantes, ya deterioradas desde la aprobación de la ley de seguridad.

Sin embargo, la dirigente de Hong Kong, Carrie Lam, ha negado que su administración haya iniciado la reforma bajo la presión de Pekín. A su juicio, la culpa la tiene la forma en que se ha enseñado el tema, señalando que ha llevado a los estudiantes a “confundir el pensamiento crítico con el hecho de estar en desacuerdo con todo”.

En cambio, las universidades locales, algunas de las cuales fueron el escenario de feroces asedios durante las protestas de noviembre de 2019, no han resentido tanto las imposiciones de la situación actual, aunque en los últimos años se ha documentado una presión sobre ciertos académicos que se declaran a favor de la democracia. Según un profesor (que pidió permanecer en el anonimato) de la Universidad de Hong Kong (HKU), la represión de las libertades civiles y la promoción de un enfoque más patriótico dentro de las aulas no han producido hasta ahora “ningún impacto visible” en el mundo universitario. “Quizás se asuma un poco de autocensura... pero a mi juicio, en general, mis compañeros continúan haciendo lo suyo”.

Aun así, la incertidumbre se cierne amenazadora. Recientemente, la HKU, la mejor universidad de la ciudad, dio el polémico paso de nombrar a dos profesores de una universidad de China continental para ocupar altos puestos directivos. Uno de ellos, Max Shen, había sido señalado antes por la universidad continental como miembro del Partido Comunista, pero luego lo retiró explicando que había sido un error técnico. En diciembre, la Universidad China de Hong Kong incorporó su reconocido centro de estudios sobre China a la biblioteca universitaria. Algunos universitarios creen que la medida fue tomada por motivos políticos y que quizás pondrá trabas a la investigación académica.

Todos estos incidentes son motivo de inquietud para los universitarios. “La mayor preocupación es, por supuesto, la intervención directa en la política universitaria...[.] Los dictados que orientan la investigación en una dirección alterarían el curso natural y el crisol de ideas, que es el alma de toda universidad”, observa el académico de la HKU.

“El patriotismo no es más que un accesorio”

En China, el patriotismo siempre ha estado presente en la educación formal o informal desde la era de Mao. Tras la matanza de la plaza Tiananmen en 1989, los líderes chinos reflexionaron sobre la raíz de la crisis política que casi derrocó al Partido Comunista. Su conclusión fue que habían cometido el grave error de no prestar suficiente atención a la “educación ideológica y política” en la década previa al movimiento estudiantil prodemocrático de 1989.

En 1991, China puso en marcha una extensa campaña de educación patriótica dirigida a las escuelas de enseñanza primaria y secundaria. El objetivo principal fue subrayar el sufrimiento experimentado por el pueblo chino a manos de las potencias imperialistas y los logros del Partido Comunista. Es una campaña que continúa hasta ahora y, desde que Xi asumió el poder en 2012, ha ganado en intensidad y sofisticación. Actualmente, los alumnos de la China continental tienen que estudiar el “socialismo con características chinas en la nueva era de Xi Jinping”. Los libros considerados ilegales o inapropiados, incluyendo 1984 y Rebelión en la granja (Animal Farm) de George Orwell han sido retirados de las bibliotecas escolares o quemados hasta las cenizas. El partido también ha producido vídeos animados que llevan mensajes nacionalistas dirigidos a los jóvenes internautas.

¿Ha dado frutos la tenacidad de estos esfuerzos? Según un nuevo estudio publicado por la Universidad de Shanxi en el norte de China, los adolescentes chinos nacidos después de 1998 tienen un mayor sentimiento patriótico que sus predecesores.

Al mismo tiempo, el fenómeno “Little Pink”, parece indicar que los jóvenes patriotas no escasean en China. Irascibles y con poco más de veinte años, estos guerreros del teclado se dedican a promover el cibernacionalismo e intimidar a quienes critican a China.

No obstante, este patriotismo es egoísta, constata el renombrado escritor disidente chino Liao Yiwu, encarcelado en China en 1990 por escribir Masacre, el largo poema sobre la matanza de Tiananmen. “Antes de ser encarcelado, la población china era realmente patriota. Cuando me liberaron en 1994, ya se había puesto en marcha la reforma económica. El dinero se convirtió en la religión. Hoy día, el patriotismo en China es un mero accesorio. Nadie es patriota a menos que implique seguridad y beneficios para la población”, constata el escritor de 62 años que dejó China en 2011 para exiliarse en Berlín.

A diferencia de la China continental, impulsar la educación patriótica en la semiautónoma Hong Kong no ha sido un asunto sencillo. El primer intento formal del Gobierno hongkonés de inculcar la identidad nacional china en los jóvenes tuvo lugar en 2012, y fracasó de manera estrepitosa. Ese año, decenas de miles de personas rodearon la sede gubernamental durante días para protestar por el proyecto de un plan escolar obligatorio denominado “educación moral y nacional”, que los estudiantes, profesores y padres percibieron como una propaganda de Pekín para lavar el cerebro a la juventud. La firme resistencia pública finalmente obligó a las autoridades a retirar sus planes.

Esta vez, sin embargo, el Gobierno, con su enfoque asertivo y las reglas de distanciamiento social debido a la covid-19 que hacen imposibles las protestas masivas, está ganando terreno con la reforma de los estudios liberales. ¿Conseguirá someter a la juventud hongkonesa? Chan duda de que le resulte muy fácil lavar el cerebro a la población de una ciudad que durante décadas ha sido un lugar de libertad. No obstante, un amigo suyo, también profesor de estudios liberales, se muestra pesimista.

“Convertir a nuestros jóvenes en apasionados patriotas puede ser imposible, pero no sería difícil transformarlos en ciudadanos apáticos, semejantes a los jóvenes de la China continental. El Gobierno podría usar tácticas para infundirles miedo con el fin de que se sientan indefensos y piensen que no pueden cambiar nada”, opina el profesor.

“Todo lo que está en nuestra mano es hacer todo lo posible para enseñarles a cultivar un pensamiento crítico”.

Lew, por su parte, cree que mientras exista la libre circulación de la información, los jóvenes hongkoneses no podrán ser adoctrinados. “No puede lavarse el cerebro a la población sin bloquear la circulación de la información. El estatus de centro financiero de Hong Kong sigue siendo un activo importante para Pekín, y la libre circulación de la información es indispensable para cualquier centro financiero”, asegura.

Sin embargo, esta creencia generalizada se pone en duda actualmente. Poco después de que Lew hablara con Equal Times, trascendió que la policía de Hong Kong ordenó al menos a uno de los principales proveedores de servicios de Internet de la ciudad que bloqueara el acceso a un sitio web relacionado con el movimiento de protesta por razones de seguridad nacional. El incidente suscitó muchas inquietudes sobre la libertad de Internet en Hong Kong. Asimismo, puede tener implicaciones en la forma en que los jóvenes hongkoneses entienden el mundo fuera del aula mientras su ciudad cambia a un ritmo vertiginoso.

*Nombre ficticio