Crónica de una escasez mundial de arena anunciada: ¿puede evitarse?

Crónica de una escasez mundial de arena anunciada: ¿puede evitarse?

It is the second most used resource after water and, like water, it could soon be in short supply. Sand is essential to the society we live in. But current demand is so high that it is being used faster than it can be replenished.

(Unsplash/Marcin Jozwiak)

La arena es uno de los recursos poco conocidos de nuestro desarrollo. Se utiliza para construir casas, escuelas, hospitales, carreteras, así como para fabricar automóviles, vidrio, fertilizantes agrícolas, ordenadores y chips electrónicos. Cada año se extraen entre 40.000 y 50.000 millones de toneladas de lagos, ríos y playas de todo el mundo, lo que equivale a 18 kilogramos diarios por persona o a un muro de 27 metros de alto y 27 metros de ancho construido alrededor de la Tierra.

Estas cifras indican que la arena es el segundo recurso más explotado de nuestro planeta después del agua y por delante de los combustibles fósiles. Pero nuestras reservas no son infinitas. Y no toda la arena puede utilizarse, sobre todo en el sector de la construcción, principal consumidor de este recurso para la fabricación de hormigón. Concretamente, resulta imposible utilizar arena del desierto, como la del Sahara, porque es demasiado fina y suave. Lo que el mundo necesita son áridos, piedras trituradas arrastradas por las olas del mar, ríos o lagos. Y esta forma de arena corre el peligro de escasear.

El último informe publicado por la Base de Datos sobre Recursos Mundiales (GRID-Ginebra, por sus siglas en inglés) del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) saca a la luz la necesidad de gestionar mejor este recurso. Titulado Arena y sostenibilidad: 10 recomendaciones estratégicas para evitar una crisis, el informe trata de proporcionar las claves para evitar una crisis mundial de la arena. “No se puede extraer y transportar tales volúmenes [de arena] sin que se produzcan graves consecuencias medioambientales y sociales”, advierte Pascal Peduzzi, director de la GRID-Ginebra, PNUMA.

En estos momentos, señala el informe, el uso que estamos haciendo de la arena nos pone entre la espada y la pared. Josefine Reimer Lynggaard, redactora del informe y miembro de la GRID-Ginebra, PNUMA, advierte a Equal Times: “Llevamos años hablando de la sobreexplotación de la arena y de sus consecuencias ambientales y sociales. Ya es hora de buscar soluciones”.

Con una población africana que está previsto se duplique de aquí a 2050, sumada a la migración de la población rural a las ciudades y la creciente necesidad de infraestructuras (edificios, carreteras, escuelas, hospitales, etc.), la demanda de arena se está acelerando en todo el planeta.

Entre 2006 y 2021, China utilizó más cemento fabricado a base de arena que Estados Unidos en todo el siglo XX. Este material también es indispensable para los pequeños países insulares, como Singapur, de cara al cambio climático y al aumento del nivel del mar, y se utiliza para construir protecciones que permiten limitar los efectos dramáticos de dichos fenómenos. Tal es la demanda de este país, que el comercio de arena ha provocado importantes conflictos con sus principales vendedores: Indonesia, Camboya y Malasia, los cuales se han visto obligados a reducir sus exportaciones a Singapur porque la demanda de esta ciudad-Estado es demasiado elevada y sus recursos demasiado escasos.

Amenazas para el futuro

El principal problema actual reside en que la gestión del recurso está mal regulada y su explotación también, y estas deficiencias conllevan graves consecuencias. Por eso los autores del informe de la ONU reclaman el reconocimiento de la arena como un recurso estratégico.

“Nuestras sociedades están literalmente construidas a base de arena. Dado que todo nuestro desarrollo depende de la arena, hay que reconocerlo como un material estratégico”, comenta Pascal Peduzzi, cuya observación comparte Josefine Reimer Lynggaard: “Tiene que haber un valor monetario que corresponda a las cuestiones ambientales y sociales conexas. La arena (al menos hasta que apareció la covid) no suele ser muy cara, y eso ha incitado a su sobreexplotación. El hecho de reconocerla como un recurso estratégico permite garantizar que su precio refleje el impacto de su extracción en el medio ambiente y en las poblaciones afectadas”.

Los mecanismos actuales de explotación de la área son nefastos, en particular para el medio ambiente. Si bien en los países europeos y en Estados Unidos la explotación está regulada, eso no sucede en todas las regiones, sobre todo en los países en desarrollo que más dependen de este recurso, como son Vietnam, Camboya, India y Kenia.

Su explotación en los ecosistemas donde desempeña un papel activo, como los ríos, los deltas, las costas y los entornos marinos, favorece la erosión y la salinización de los acuíferos y merma la protección contra los temporales marinos, además de destruir espacios naturales vitales.

Así pues, en el Ganges, al norte de la India, la erosión de las riberas ha destruido los hábitats de anidación y reproducción del cocodrilo gavial (Gavialis gangeticus), una especie en peligro de extinción de la cual solo quedan cerca de 200 adultos en estado salvaje en el norte de la India y Nepal. Además, la extracción de la arena fluvial modifica la forma del río, contribuyendo a la erosión de las orillas y acentuando el número de sequías e inundaciones. Y la extracción de la arena en aguas marinas poco profundas, sobre todo con la explotación minera de los fondos marinos, desestabiliza unos ecosistemas extremadamente frágiles.

Los efectos de la explotación de la arena no regulada también resultan devastadores para las comunidades locales, donde constituye una actividad muy extendida, como es el caso de la India, Kenia y Cabo Verde. En estos países repercute en el suministro de agua de importantes comunidades, así como en la producción de alimentos, la pesca y el turismo. El Gobierno vietnamita calcula que, en el Delta del Mekong, cerca de 500.000 personas tendrán que alejarse de las riberas del río, que se están derrumbando debido a la extracción de arena en el canal.

Ayudar a las poblaciones dependientes y reciclar para ahorrar

Existen soluciones para limitar nuestro uso de la arena. No obstante, la transición es complicada porque su explotación sustenta con frecuencia el funcionamiento de todo un sistema económico local y la subsistencia de las familias. “En muchos casos, la extracción de arena es una forma de ganarse la vida. Eso explica la dependencia de este recurso, concretamente en la India y en África Occidental, sobre todo a lo largo de las costas, donde se lleva a cabo una extracción artesanal. Por eso prohibir la explotación de la arena sería demasiado problemático para estas poblaciones que dependen de ella. Así que hay que plantearse otras soluciones en las que podamos integrar [a las poblaciones]”, explica Josefine Reimer Lynggaard.

En su informe, el PNUMA subraya que el problema de la arena debe resolverse mediante una transformación social y política y mediante dinámicas económicas en los países en desarrollo. Y hay varios ejemplos que apuntan a que esa transformación es posible. En el condado keniano de Makueni, la explotación de la arena es un componente histórico de la vida económica, pero también genera problemas de acceso de la población al agua y es responsable de situaciones violentas y de importantes conflictos por el control de su explotación.

Así pues, tras una serie de manifestaciones en 2018, el condado creó una Autoridad para el uso y la conservación de la arena, una estructura que ha permitido regular mejor el uso de este recurso, integrando a la población local en sus estudios y promoviendo un uso más responsable del mismo, creando a su vez empleos más estables para las comunidades locales.

Se trata de iniciativas que, además de permitir un uso más responsable de la arena, también contribuyen a combatir su extracción ilegal, origen de frecuentes tensiones y enfrentamientos violentos.

En los últimos años, cientos de personas han muerto en países como Kenia y la India a raíz de conflictos por la arena, mientras que casi 70 países se están viendo afectados por la extracción ilegal.

Por otra parte, actualmente es posible limitar nuestro consumo de arena sustituyendo el recurso por otros materiales, y sobre todo por materiales reciclados en el sector de la construcción. En efecto, es posible reciclar cerca del 90% del hormigón de los edificios destruidos sin pérdida alguna de la calidad. “A diferencia de otros materiales minerales, la arena y los escombros pueden reciclarse infinidad de veces para un número considerable de aplicaciones”, señala Pascal Peduzzi. La roca triturada y los materiales de construcción y demolición reciclados, así como la “arena mineral” procedente de los residuos mineros, son algunas de las alternativas viables a la arena.

En este caso nos encontramos nuevamente con varios ejemplos en todo el mundo que demuestran que ese cambio es posible y funciona. Ciudad de México se ha convertido en pionera en este ámbito: ha instalado una planta de reciclaje de hormigón cerca de la ciudad para reducir en un 80% la distancia de transporte; y la reutilización de los escombros se ha convertido en la norma para las empresas que trabajan en obras en la ciudad, gracias a una nueva legislación que les obliga a contratar una planta de reciclaje para tratar los escombros de forma adecuada. Además, las constructoras tienen que demostrar la utilización de materiales reciclados en sus obras, en particular áridos reciclados, hormigón premezclado a base de materiales reciclados y asfalto producido con materiales reciclados.

Son ejemplos que funcionan y que pueden ser utilizados por países de todo el mundo para implantar un uso más responsable de la arena y evitar una grave escasez internacional de este recurso. Pero pese a todas estas soluciones, las costumbres y la idea de que la arena es un recurso inagotable están muy arraigadas. En muchos casos, los interesados prefieren utilizar escombros procedentes de la naturaleza que poner en práctica soluciones alternativas.

El tiempo apremia para evitar otras crisis mundial, por lo que el más mínimo cambio puede ser crucial. “Ningún enfoque es una solución mágica, pero hay muchos aspectos sobre los que hay que basarse. Hacemos un uso tan desmesurado de la arena que incluso un cambio marginal en su utilización podría tener un gran impacto en el medio ambiente y en las personas”, concluye Josefine Reimer Lynggaard.

This article has been translated from French by Guiomar Pérez-Rendón